Así se hace el croissant de calçots que enloquece a las redes: “Incluso los que no se atreven mucho lo prueban y les encanta”

Carlos García, del obrador artesano La Cantonada, nos cuenta todo lo que hay detrás de este ‘dulce salado’

Croissants de calçot, una creación de Carlos García en La Cantonada

La Cantonada, en el Carrer Dos de Maig, es una pastelería y horno de barrio de Barcelona que ha triunfado en redes por la originalidad de sus productos. Desde su pan, hecho con harinas de calidad, hasta sus bollos y pasteles, pasando por sus mousses de sabores o sus premiados productos navideños, la enorme selección de productos dulces y salados atrae a clientes de toda Barcelona sin dejar de lado a su clientela habitual.

Pero, si por algo son conocidos en La Cantonada Forn & Pastisseria es por su enorme variedad de croissants especiales. Con un catálogo de más de 30 tipos de croissants, sus creaciones propias se atreven con sabores salados como el guacamole, algunas propuestas estacionales como la castaña o el membrillo y opciones dedicadas a una festividad en concreto como son el Croissant Valentí, el Croissant Jordi o el Croissant Joan. Todas estas originales opciones se suman a propuestas dulces algo más comunes pero igualmente deliciosas, como son el croissant de cheesecake, de mango, de chucho o de Magnum blanco, negro o de avellanas.

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Es uno de estos cruasanes especiales el que ha llamado la atención de los amantes de bollería. Se trata del croissant de calçot, una mezcla inusual que combina uno de los mejores dulces con el producto por excelencia de esta temporada. “Siempre estoy innovando y creando nuevos sabores de croissant porque es un formato que se agradece mucho, que está muy de moda desde siempre”, explica Carlos García, pastelero y dueño de La Cantonada, a Infobae España. “A mí me gustan mucho las calçotadas que hacemos aquí en Cataluña y pensé en juntar mi sello, que son los cruasanes, con uno de los sabores que me gustan. Creo que es algo muy de aquí y que no había visto en ningún sitio”, afirma el pastelero, nacido y crecido en una familia de panaderos.

Todo un éxito en redes, la difusión de esta original propuesta ha pillado desprevenidos a sus autores. “Los primeros días, cuando el vídeo se publicó y se hizo viral, fueron una locura de gente, entre semana, incluso”, cuenta el pastelero. “Ahora estamos apretando todo el equipo, centrándonos en esto pero sin dejar de hacer todo el resto de cosas que queremos”. Cuando un producto como este se hace viral, solo queda una opción: “Al final esto es el boom, ahora hay que aprovechar”, aseguraba Carlos.

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Esta reciente fama es, además, una oportunidad de promocionar el resto de su pastelería, que Carlos crea con mimo en su obrador. “Sirve para que nos conozcan, porque al final vienen por el croissant, pero luego descubren nuestra pastelería, descubren que somos panaderos, descubren otras cosas”, comenta el pastelero. En su panadería, Carlos intenta crear un dulce para cada persona, con la idea de que todos los clientes encuentren lo que buscan o, si no, algo muy similar. “Somos panaderos, bolleros y pasteleros. Y lo hacemos todo artesanalmente y con productos naturales. Yo siempre digo que al final no puedes irte porque no encuentres aquello que buscas, porque siempre va a haber algo para ti”.

El cruasán de calçot, una idea viral y de estricta temporada

Aunque lo elaboraron por primera vez hace 4 años, justo antes del comienzo de la pandemia, fue el año pasado cuando la pastelería de Carlos García llamó la atención con esta creación revolucionaria. En La Cantonada elaboran este dulce tan especial durante toda la temporada de calçotadas, que comienza en enero y acaba, dependiendo del año, entre marzo y abril. “Al final hay años que dura más y hay años que menos. Nosotros vamos pidiendo cada semana y, mientras mi proveedor de verduras y hortalizas me traiga, yo seguiré haciendo”, asegura Carlos.

Estos cruasanes de calçots están disponibles de viernes a domingo, al tratarse de un producto más festivo. Así, dice García, no saturan a sus clientes y consiguen satisfacer también a esos clientes habituales que se acercan a La Cantonada a por un dulce ocasional o una barra de su pan de harinas de calidad.

Se trata de un croissant artesano de mantequilla que destaca por un sorprendente color carbón, que consiguen gracias a colorante artificial. Además, hacen una salsa romescu elaborada en el propio obrador en la cual trituran auténticos calçots asados al horno. Encima, decoran su croissant con un calçot pelado entero y quemado con soplete para que tenga un poco ese toque a humo tan característico.

Croissant de calçot de La Cantonada (La Cantonada)

El resultado es un cruasán salado que, dice Carlos, ha conquistado incluso a los más escépticos. “Incluso los que no se atreven mucho lo prueban y les encanta. Estos días me piden también muchas cajas, incluso de gente que se va de calçotada y lo sirven como un complemento”, explica el pastelero, orgulloso de su innovadora creación.

Tradición y vanguardia dulce desde 2016

La Cantonada abrió sus puertas en Barcelona en el año 2016 y, desde entonces, ha ganado algunos premios gastronómicos como el de segundo premio al Mejor Roscón de Reyes de Cataluña en 2020. Los cruasanes son su especialidad y van desde los 3 euros hasta los 4,50 euros; eso sí, todos sus productos son para llevar, ya que no disponen de sitio para sentarse en el horno.

Carlos García nació en un obrador; “desde los diez años ayudaba a mis padres en su negocio familiar, entonces al final siempre he estado vinculado a este mundo. Su padre, Armand García, era dueño de un horno en Martorell, El Forn Armand, que arrancó en 1998 y acabó siendo muy reconocida en el pueblo y alrededores. Aunque Carlos empezó a trabajar desde muy joven mano a mano con su padre, en el horno familiar, en realidad nunca quiso dedicarse a este oficio, por lo que estudió y comenzó una carrera en el mundo de la comunicación.

Obrador de La Cantonada, en Barcelona (Instagram / @lacantonada.fornpastisseria)

“Después de diez años me cansé del sector de la comunicación y dije bueno, pues voy a continuar el negocio de mi padre por la tradición”, narra Carlos. Tras esta decisión, comenzó formarse en la prestigiosa escuela Hofmann, especializándose en el mundo de la pastelería con la idea de darle una vuelta de tuerca a la panadería tradicional que había aprendido de sus padres.

Tras sus estudios, Carlos comenzó a buscar oportunidades para comenzar su propio negocio. Y apareció La Cantonada. “Era un negocio de los de toda la vida, desde 1890, de varias generaciones de panaderos”, cuenta el actual dueño. En esta pequeña panadería, en traspaso por jubilación, Carlos encontró su lugar y abrió, en 2016, la nueva La Cantonada. Este innovador horno destaca, además de sus originales dulces, por el gran obrador que preside el espacio. En su ventana, que da a la calle, se paran infinidad de personas, sorprendidas de ver cómo se trabajan los productos artesanales con ingredientes poco conocidos que caracterizan a este horno de barrio.

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