¿He cerrado la puerta de casa? ¿He apagado el gas de la cocina? ¿Habré dejado alguna luz encendida? En muchas ocasiones, aparecen estas preguntas que nos provocan cierta inseguridad y, a veces, nos obligan volver a casa a comprobar que todo está en orden. Las prisas con las que vivimos nos empujan a plantearnos estas cuestiones y es normal; el problema se presenta cuando dudamos de forma repetida si hemos cerrado la puerta al salir.
Un estudio publicado en la Journal of Obsessive-Compulsive and Related Disorders por investigadores de la Universidad Concordia en Montreal (Canadá) sugiere que el trasfondo de esto es un miedo a perder el control, que a su vez se relaciona con trastornos de ansiedad, incluido el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). De ser así, esto podría ayudar a muchas personas a reducir estos comportamientos y tratar su posible TOC.
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Los autores Adam Radomsky y Jean-Philippe Gagné reclutaron a 133 estudiantes de pregrado y les sometieron a diferentes tipos de informaciones y pruebas para comprobar su capacidad de control. Aquellos que estaban convencidos de que no podrían controlar sus acciones, resultaron ser más meticulosos y perfeccionistas que el resto. Sin embargo, ninguno de los participantes que tenían miedo a no poder controlar sus acciones reconocían sufrir TOC, lo que podría ser uno de los primeros síntomas del trastorno de ansiedad.
¿Qué es el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)?
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones que interfieren significativamente en la vida cotidiana del individuo. Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que son experimentados, en algún momento durante el trastorno, como intrusivos e inapropiados y que causan ansiedad o malestar significativos. Las compulsiones, por otro lado, son comportamientos repetitivos (como lavarse las manos, ordenar o comprobar cosas) o actos mentales (como contar o repetir palabras en silencio) que la persona se siente impulsada a realizar en respuesta a una obsesión o según reglas que debe aplicar estrictamente.
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El diagnóstico del TOC se basa en la evaluación clínica de la persona. Las entrevistas y los cuestionarios estandarizados pueden ser herramientas útiles para determinar la presencia y severidad de las obsesiones y compulsiones. Es crucial diferenciar el TOC de otros trastornos que también involucran comportamientos repetitivos o pensamientos intrusivos, como el espectro de trastornos de ansiedad, los trastornos del espectro autista o el trastorno de acumulación.
El tratamiento del TOC generalmente incluye una combinación de terapia cognitivo-conductual (TCC) y medicación. La TCC, y más específicamente la exposición con prevención de respuesta (ERP), ha demostrado ser particularmente efectiva. Esta técnica implica la exposición gradual a la situación o al pensamiento que desencadena las obsesiones, aprendiendo a resistir la urgencia de llevar a cabo la compulsión. En cuanto a la medicación, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son comúnmente prescritos y han demostrado ser efectivos en el manejo de los síntomas en muchos pacientes.
La presencia del TOC en España
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre el 2 y el 3% de la población general, un problema que comienza a ser de salud pública. Según los últimos datos aportados por Sanidad, los casos de TOC han aumentado hasta un 30% tras la pandemia. En España, alrededor de 1.750.000 personas sufren TOC.