La historia de las ‘tetas’ de Santa Águeda, el curioso dulce de nata, trufa y chocolate que se come a principios de febrero

Este postre tradicional aragonés, así como su equivalente italiano, cuentan con una larga tradición detrás

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La historia tras las Reliquias
La historia tras las Reliquias de Santa Águeda (Cuadro de Francisco de Zurbarán)

El Día de Santa Águeda, protectora de las mujeres y patrona de las enfermeras, se celebra el día 5 de febrero, una fecha en la que se conmemora el martirio de Águeda de Catania. Y, como tantas otras fechas señaladas, el día de Santa Águeda cuenta también con su dulce típico. Se trata de la ‘teta’, ‘tetica’ o Reliquia de Santa Águeda, un postre típico aragonés que durante estas fechas llena los escaparates de las pastelerías.

También conocidas como reliquias de la santa, las ‘tetas’ de Santa Águeda son unos bollos rellenos de nata o trufa recubiertos por una capa de chocolate y coronados con una guinda que simula el pezón. Sus ingredientes principales son la masa de brioche, crema, licor de huevo, trufa, nata y chocolate. La costumbre de disfrutar de este postre alrededor del 5 de febrero se centra especialmente en Zaragoza se extiende a toda la comunidad de Aragón; no hay pastelería zaragozana que se precie que no cuente con su versión de este postre.

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No solo en España tiene lugar esta tradición. También en Italia, lugar de origen de la santa, se elaboran postres en su honor, conocidos en italiano como minne di Sant’ Agata. En este caso, se trata de postres dulces elaborados a base de queso y mazapán, con una forma perfectamente redonda y una base de masa quebrada cubierta de requesón. Después de añadir chocolate o un trozo de bizcocho borracho para acompañar el relleno, lo cubren todo con mazapán de pistacho y un glaseado espeso y cremoso. Una cereza confitada por encima completa el dulce, simulando el pezón.

La historia de Santa Águeda, la joven santa que frenó volcanes

Santa Águeda de Catania fue una joven cristiana que vivió durante el siglo III D.C. Es venerada como Santa, virgen y mártir por la Iglesia Católica, que honra su memoria el 5 de febrero, día de su muerte. Según la historia, Águeda, de 15 años, en tiempos de las persecuciones contra los cristianos, se negó a abandonar su fe, prometiendo además mantenerse virgen para Jesucristo.

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Santa Águeda, por Francisco de
Santa Águeda, por Francisco de Zurbarán (GetArchive)

Según los escritos, el procónsul de Sicilia quería los favores de la joven Águeda y, como esta se negó, ordenó torturarla y que le cortaran los pechos. Es por ello que, en los frescos de la mártir mutilada, a menudo se la representa sosteniendo sus pechos en una bandeja, en referencia a su martirio.

Al cumplirse un año de la muerte de Santa Águeda, el volcán Etna entró en erupción. La lava que se extendía por las faldas del volcán amenazaba con destruir Catania. Entonces, sus ciudadanos, quienes recordaban con afecto y admiración a la joven mártir, pidieron su intercesión para que detuviera las consecuencias del desastre.

Entonces, las mujeres de Catania llevaron a la santa velas bendecidas en procesión, implorando su intercesión para proteger la ciudad. Se dice que la santa intervino, logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. En agradecimiento, Catania y otras ciudades aledañas eligieron a Águeda como santa patrona. También gracias a esta historia, la joven siciliana se convirtió en protectora de las mujeres y patrona de las enfermeras.

Con el paso del tiempo, la veneración a esta santa se ha mantenido, traducida en costumbres como la de compartir estos panecillos en forma de senos, llamados “minni di Sant’Agata” en Italia o “tetas de Santa Águeda” en España, como un gesto de agradecimiento que ha perdurado hasta la actualidad.

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