Probablemente, sea uno de los postres más comunes en todo el mundo, pero sin duda también es uno de los mejores sabores que existen. Especialmente para los amantes del chocolate. Y es que hoy es su día conmemorativo, el Día Mundial de la Tarta de Chocolate, un imprescindible en cualquier carta de postres.
Cada 27 de enero, los amantes del dulce tienen la excusa perfecta para disfrutar de uno de los postres más irresistibles que existe. La tradición que manda celebrar la existencia de este postre en el día de hoy comenzó en Estados Unidos, que marcó ese día como un festejo nacional bautizado como ‘Chocolate Cake Day’. Después, esta celebración se expandió al mundo entero.
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Cuenta la historia que el pastel de chocolate nació en 1765, fruto de moler los granos de cacao en piedras de molino, dando lugar a un jarabe espeso que después se vertía en moldes. Sin embargo, la receta de este postre no se registró por primera vez hasta el año 1847, gracias a Elisa Lesley y su libro de cocina The Lady’s Receipt Book.
Una tarta de chocolate que ha recorrido el mundo
Y, ¿qué mejor que celebrar este día hablando de la considerada ‘La Mejor Tarta de Chocolate del Mundo’? La creó el cocinero portugués Carlos Braz Lopes en Lisboa en 1987 y su nombre no se debe a un arrebato de egolatría. Se trata de la famosa tarta de la pastelería lisboeta O Melhor Bolo de Chocolate do Mundo, un establecimiento liderado por el pastelero Braz Lopes y que se ha ganado una fama en toda la capital portuguesa.
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En 1987, Carlos Braz abrió un restaurante en el mercado de Santa Clara, en Lisboa, con una cocina que se centraba esencialmente en la tradición regional portuguesa. Carlos decidió reservar para el postre una especialidad venida de fuera: mezcló conocimientos de sus andanzas gastronómicas con la tradición de la confitería portuguesa y así creó, en 1987, su famoso Bolo de chocolate.
La respuesta de los clientes no pudo ser mejor, algunos incluso iban al restaurante exclusivamente a probar este pastel. Así, lo que comenzó como un simple postre, se tornó tan famoso, que en 2002 abrió una pequeña confitería llamada “O Melhor Bolo de Chocolate do Mundo”, en el barrio de Campo de Ourique, para vender y comercializar exclusivamente el Bolo.
Ahora, esta tarta nacida en Portugal se ha exportado a otros lugares del mundo, pudiendo degustarse ahora en varias ciudades en distintos puntos del planeta, Madrid entre ellas. En 2003 Isabel Ruiz-Morales fue destinada por motivos profesionales a la ciudad de Lisboa. En su estancia en la ciudad descubrió la pastelería del señor Lopes y quedó prendada del sabor de su tarta.
A su regreso a España, Isabel concluyó que la ciudad de Madrid no podía vivir sin probar esta delicia, así que decidió tomar riendas en el asunto y se alió con su ahora socia, Iria Romero, para proponer a Carlos Braz Lopes la distribución de “O Melhor Bolo de Chocolate do Mundo” en España. Tras unos años de exitosa distribución en Madrid, las pasteleras consiguieron abrir la primera tienda en la calle Alcalá 89. Paralelamente, Carlos Lopes inició su expansión internacional, inaugurando varios establecimientos en Brasil, Angola, Panamá, Macau y Australia.
Su receta es secreta, tanto que las dueñas de la pastelería madrileña tuvieron que firmar un contrato de confidencialidad. Lo que sí se puede saber de esta delicia, sin embargo, es que se elabora a base de capas que mezclan una textura crujiente y una melosa: una de suspiro y otra de mousse intercaladamente. “La fusión de texturas, melosa y crujiente, hacen que esta delicia se deshaga delicadamente en la boca”, afirman desde la web de esta archiconocida tarta.
Entre sus ingredientes se encuentra, por supuesto, el chocolate como base, y no uno cualquiera: chocolate de alta confitería francesa Valrhona. Para elaborarla no se utilizan harinas ni fermentos, solo chocolate, mantequilla, margarina, azúcar, cacao en polvo y huevo.
A la hora de comprar una de estas porciones de tarta, nos encontramos con dos opciones de intensidad: 70% de cacao y 53%. Se vende en porciones y entera y envían a domicilio por encargo y con un día de antelación.