Una investigación publicada en la revista Nature podría haber dado con el enigma del origen de la esclerosis múltiple: unos pastores del norte de Europa de la cultura yamna. Hace aproximadamente 5.000 años, esta población de ganaderos llegó a esta región del mundo e introdujo una variante genética que les protegía de las infecciones de origen animal. Al mismo tiempo, esta alteración genética aumentaba el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple.
Además de desvelar el origen de esta enfermedad que no tiene cura, también explica que los países del norte de Europa, como Dinamarca, Noruega, Suecia o Finlandia cuenten con una de las tasas de esclerosis múltiple más altas en todo el mundo. Esto se conoce gracias a dicha investigación de carácter internacional, que ha buscado reconstruir la historia genética de las poblaciones europeas desde el Mesolítico.
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La conclusión del estudio es que el genoma de aquellos primeros europeos se vio alterado durante el paso de ser poblaciones cazadoras-recolectoras a constituir sociedades enfocadas a la agricultura y la ganadería. Tanto es así, que todavía aquella transición tiene un impacto en las enfermedades de nuestro tiempo o nuestra fisionomía, por ejemplo.
Este escrutinio del historial genético se ha realizado mediante el exhaustivo análisis de 1.664 genomas antiguos obtenidos a partir de huesos y dientes de antiguos pobladores de Eurasia. Iniciado hace ya cinco años, el estudio ha sido liderado por Eske Willerslev, especialista en ADN antiguo de las universidades de Copenhague y de Cambridge.
Ansiedad o Alzheimer: la herencia genética de los primeros europeos
El macroestudio no solo ha puesto el foco en la esclerosis múltiple, sino también en otras enfermedad o trastornos también heredados de aquellas migraciones prehistóricas. La irritabilidad o la ansiedad, entre otras, han sido heredadas de aquellas sociedades agrícolas del Neolítico que ya vivían en Eurasia antes de la llegada de los pastores de la estepa póntica. De esta manera, las personas con una mayor carga de herencia genética de estas sociedades prehistóricas pueden tener mayor predisposición a sufrir algunos trastornos psicológicos.
Otro de los resultados sorprendentes a los que han llegado los científicos alcanza a las poblaciones anteriores a esta población de pastores del Norte de Europa. Y es que, las sociedades cazadoras-recolectoras que ya poblaban Eurasia antes de que la introducción de la agricultura, también nos han legado su propia impronta genética: un mayor riesgo de sufrir Alzheimer. De hecho, la variante genética relacionada con el Alzheimer (alelo ApoE4 de la apolipoproteína E) tiene mayor presencia en el noreste de Europa que en los países del Mediterráneo.
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La introducción de la agricultura también alteró la dieta de las sociedades protoindoeuropeas, puesto que introdujo más vegetales y menos carne, que a su vez supuso un impacto en un grupo de genes relacionados con el metabolismo de las grasas.
Además, al igual que la variante genética que protegía de las infecciones de origen animal a aquellos pastores terminó por aumentar el riesgo de padecer esclerosis múltiple, una mayor protección frente a las enfermedades de transmisión sexual también derivó en un mayor riesgo de psoriaris, una enfermedad autoinmune.