En muchos países y culturas se realizan ritos o actos tradicionales para cerrar un año y empezar el siguiente con buen pie. Según la tradición más extendida en España, tomar doce uvas al son de las campanadas conduce a un año de buena suerte y prosperidad. Pero, ¿sabes de dónde viene la tradición de comer 12 uvas en Nochevieja? La leyenda cuenta que los orígenes de esta costumbre se remontan a 1909. Ese año hubo muy buena cosecha de uva y los productores decidieron dar salida al producto mejorando su marketing. Así, comenzaron vendiéndolas como “uvas de la suerte”, en paquetes preparados de doce uvas, simbolizando los doce meses del año.
Las localidades alicantinas de Vinalopó son grandes responsables de mantener viva esta tradición, ya que, cada año, ven nacer la “Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó”, una de las uvas más famosas con la que maridar la última noche del año. Miles de hogares españoles disfrutan de la llegada del nuevo año con doce granos de uva de la Uva Embolsada del Vinalopó con Denominación de Origen Protegida.
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El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Uva Embolsada del Vinalopó es una entidad que surgió de la unión de agricultores, distribuidores y ayuntamientos hace tres décadas en un contexto climatológico adverso, con el fin de dotar a su producto de una marca de calidad que permitiera diferenciar la producción y darle un valor añadido.
La zona de Vinalopó, separada en Alto, Bajo y Medio, es la cuna de esta variedad. Se trata de una comarca natural marcada por el cauce del río Vinalopó, el cual crea un valle donde se generan las condiciones perfectas para el crecimiento de esta dulce fruta. Aunque la DOP abarca también los municipios de Aspe, Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y Monforte del Cid, la embolsada se cultiva principalmente en La Romana, Novelda y Agost.
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A diferencia de otras uvas de mesa, la uva del Vinalopó crece protegida bajo un bolso de papel, que la protege al menos durante 60 días, y cuida y guarda con mimo todos los granos del racimo hasta llegar a manos del consumidor. Gracias a este peculiar sistema de cultivo, la uva de mesa del Vinalopó tiene unas características físicas y gastronómicas excepcionales, que le han valido para ser la única uva embolsada merecedora de una Denominación de Origen Protegida.
Posiblemente, esta variedad resulta familiar a muchos, pues es la que más se consume durante las campanadas de Nochevieja. En torno al 66%, es decir, dos de cada tres uvas que se degustan el último día del año, proceden de esta región valenciana. Además, son de las primeras que hacen su aparición en las fruterías, pues su vendimia comienza en agosto, a diferencia de otras, que no se sacan a la venta hasta el comienzo del otoño.
La burla a una costumbre burguesa
A pesar de la veracidad que muchos asocian a la teoría sobre el excedente de uvas, en realidad los periódicos de 1882 ya recogen menciones de esta tradición, por lo que es probable que este suceso de 1909 solo fuera un empujón más a una tradición que ya se gestaba.
Existen otras teorías que cuentan que todo comenzó en 1882, época en la que la clase burguesa solía beber champán y comer uvas durante la cena de Nochevieja. Al mismo tiempo que se celebraban estas fiestas, el ayuntamiento de la ciudad prohibió los festejos callejeros que se celebraban normalmente en la Noche de Reyes. Por ello, los madrileños, a los que se les había arrebatado su divertimento de Navidad, aprovecharon que sí podían reunirse en la Puerta del Sol en Nochevieja para escuchar las campanadas del reloj y comenzaron a comer uvas como burla a la costumbre burguesa y como protesta por las restricciones del ayuntamiento.
Desde este momento y gracias a impulsos como el del excedente de uvas alicantinas, esta tradición se ha ido distribuyendo por el resto el país, convirtiéndose así en una costumbre prácticamente inamovible que nos lleva a consumir entre 1,5 y 2 millones de kilogramos de uvas cada 31 de diciembre.