La fluoxetina es un fármaco antidepresivo que pertenece a la clase de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), utilizados ampliamente en el tratamiento de múltiples trastornos psicológicos y emocionales. Fue uno de los primeros ISRS en ser aprobados para su uso clínico y sigue siendo uno de los más prescritos por su eficacia y perfil de seguridad.
Esta medicación ejerce su efecto terapéutico incrementando la serotonina en el cerebro, un neurotransmisor asociado con la regulación del estado de ánimo, el sueño, el apetito, la actividad sexual y diversos sentimientos de bienestar y felicidad. Al impedir la recaptación de este neurotransmisor, la fluoxetina potencia la transmisión entre las neuronas y contribuye a la estabilización emocional.
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La fluoxetina está indicada para el tratamiento de la depresión mayor, trastorno obsesivo-compulsivo, bulimia nerviosa, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada y trastorno disfórico premenstrual, entre otros. Se prescribe tanto en adultos como, con cautela y un control riguroso supervisado por un profesional, en niños y adolescentes.
Los posibles efectos adversos de la fluoxetina
Como ocurre con cualquier fármaco psicotrópico, la fluoxetina puede causar efectos secundarios, que varían en frecuencia e intensidad dependiendo de múltiples factores, incluyendo la dosis, la duración del tratamiento y las características individuales de cada paciente.
Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran los siguientes:
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- Trastornos gastrointestinales como náuseas, diarrea, estreñimiento y sequedad de boca.
- Cambios en el apetito y el peso corporal.
- Alteraciones del sueño, como insomnio o, menos común, somnolencia.
- Sensaciones de ansiedad, nerviosismo o intranquilidad especialmente en las primeras semanas de tratamiento.
- Cefaleas y mareos.
- Aumento de la sudoración.
- Trastornos sexuales, que incluyen disminución de la libido, dificultades con la erección o anorgasmia.
En cuanto a efectos adversos graves, aunque son menos frecuentes, se encuentra:
- Pensamientos suicidas y agravamiento de la depresión, sobre todo en jóvenes y adolescentes al inicio del tratamiento.
- Síndrome serotoninérgico, que se manifiesta con fiebre alta, agitación, alucinaciones, temblores, contracciones musculares y diarrea. Este síndrome requiere atención médica inmediata por ser potencialmente letal.
- Reacciones alérgicas severas.
- Anomalías en la función hepática, que suelen ser reversibles al suspender la medicación.
- Alteraciones del ritmo cardíaco.
Es esencial destacar que los ISRS, incluyendo la fluoxetina, no deben consumirse con algunos medicamentos o sustancias, ya que pueden interactuar y aumentar el riesgo de efectos secundarios severos. Por ejemplo, la combinación con inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO) puede desencadenar una crisis hipertensiva o síndrome serotoninérgico. Además, se deben tener precauciones en pacientes con antecedentes de convulsiones, glaucoma, diabetes mellitus y aquellos con riesgo de sangrado.
El tratamiento con fluoxetina debe iniciarse bajo la supervisión de un profesional de la salud calificado, que será el encargado de realizar ajustes de la dosis de manera cuidadosa y monitorizará la respuesta y tolerancia del paciente al medicamento. No se debe suspender bruscamente su uso, ya que podría causar síntomas de discontinuación, como mareos, alteraciones sensoriales y síntomas de ansiedad y depresión. Es importante seguir las recomendaciones médicas para la reducción gradual de la dosis.