La píldora anticonceptiva cada vez convence menos a las más jóvenes

A finales de los años 60, llegó casi al mismo tiempo a España y a otras partes del mundo una pastilla que representó la liberación sexual de la mujer: la píldora. Estas pastillas anticonceptivas evitaban embarazos no deseados en una época en la que los métodos contraconceptivos estaban prohibidos por la dictadura. En España, no fue hasta 1985 que el aborto no se despenalizó.

Según los datos que aporta HRA Pharma, el 65% de las españolas ha tomado la píldora anticonceptiva alguna vez en su vida. Y este fármaco que, por primera vez en la historia, permitió a las mujeres decidir sobre su libertad sexual con seguridad, cada vez convence menos a las jóvenes. La amplia lista de contraindicaciones de esta pastilla está marcando una línea roja por la que las mujeres se niegan a cruzar.

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De hecho, una reciente investigación del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido que el uso de la píldora se ha reducido en más de un 13 % entre 2005 y 2015. Esto se explica por la toma de conciencia respecto a sus contraindicaciones, siendo algunas de la más comunes el sangrado vaginal entre períodos menstruales; las náuseas; aumento de la sensibilidad y tamaño de los pechos; aumento de peso por la retención de líquidos; cambios de humor o disminución del deseo sexual, ya que la píldora afecta a las hormonas del embarazo, las mismas de la libido.

Otro de los efectos adversos más alarmantes de la toma de la píldora es su relación con el riesgo de sufrir trombosis, que es la formación de un coágulo de sangre (trombo) en una vena profunda. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) defiende que los anticonceptivos hormonales, como la píldora, son un método muy eficaz en la prevención de embarazos no deseados y sus beneficios son superiores a sus posibles riesgos. Sin embargo, otras investigaciones sí relacionan algunos anticonceptivos hormonales orales con el riesgo de sufrir trombos venosos por los estrógenos del medicamento.

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La salud mental es una epidemia silenciosa de la que, afortunadamente, cada vez se habla más. La concienciación en torno al problema está logrando que se hable de ella en la esfera pública, en los platós de televisión y en el Congreso, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer. La comunidad científica no se queda atrás y ya apunta a que la ansiedad, el mal humor o la tristeza pueden ser causas de la píldora.

Un estudio realizado por Karolinska Institute (Sorna, Suecia) y publicado en la revista médica Fertility and Sterility sostiene que la píldora puede incidir negativamente en nuestro estado de ánimo, niveles de energía y capacidad de autocontrol. Es importante tener esto presente, más si tenemos en cuenta que este medicamento no se usa solo como método anticonceptivo, sino también para otras afecciones como el síndrome premenstrual.

La píldora también aporta, evidentemente, muchos beneficios y es uno de los métodos para evitar el embarazo más efectivos. No obstante, la creciente toma de concienciación sobre el bienestar y la autonomía propia hace que cada vez haya más objetoras (algunas, incluso detractoras) de la píldora.