Cada mes, la Guía Michelin añade nuevos restaurantes a sus listas de recomendados, establecimientos de alta cocina que, aunque aún no hayan conseguido una de sus ansiadas estrellas, sí ha llamado la atención de sus críticos por su calidad, su originalidad, su producto o su entorno. En el mes de septiembre, un nuevo restaurante aragonés ha entrado en esta lista. Se trata de Canfranc Express, un restaurante ubicado en una antigua estación de tren y que centra su cocina en la fusión del recetario tradicional aragonés y el uso de técnicas vanguardistas, con un guiño a la gastronomía gala que lo hace muy especial.
Este nuevo proyecto gastronómico está liderado por el chef Eduardo Salanova y la directora de sala Ana Acín, ambos naturales de Huesca. Juntos ya triunfaban en el mundo de la alta cocina liderando La Venta del Sotón, institución de la gastronomía oscense fundada en 1967; y Espacio N, restaurante dentro de La Venta, que en 2021 fue galardonado con una estrella Michelin en reconocimiento a su original cocina aragonesa de vanguardia. Ahora, han vuelto a la tierra natal de Salanova para versionar la cocina aragonesa en su faceta más a la vanguardia, reinterpretando el recetario tradicional con aspiraciones a conseguir otra de las ansiadas estrellas.
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El proyecto se encuadra dentro de ‘Canfranc Estación, a Royal Hideaway Hotel’, un hotel que ocupa la antigua estación internacional de Canfranc. Muy bien conservada, esta estación es una pieza de la historia del ferrocarril que se remonta a 1928, un edificio increíblemente adornado y restaurado con gran gusto que brilla con las laderas rocosas de los Pirineos aragoneses como paisaje de fondo. El hotel cuenta con 104 habitaciones y la decoración de sus suites y pasillos siguen un estilo que recuerda a principios del siglo XX.
Además de la estación reformada, el hotel cuenta con varios vagones antiguos que, tras un lavado de cara, se han convertido en la sala perfecta para albergar su restaurante gastronómico. La cocina servida en Canfranc tiene como principal objetivo recuperar el legado culinario aragonés y despertar la emoción a través de sabores, texturas y productos típicos de la región mediante técnicas de vanguardia, preservando en todo momento la esencia de la mejor cocina local.
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Cocina aragonesa con toques franceses
El objetivo del cocinero era cumplir, con su cocina, la misma función que la propia estación tuvo en su época: unir España con Francia. Por ello, su oferta gastronómica pretende fusionar la cocina aragonesa tradicional con recetas francesas, especialmente las de la zona más cercana a los Pirineos.
En el hotel de la estación se encuentran tres opciones gastronómicas distintas, cada una de ellas con una personalidad y estilo propios, aunque todas rodeadas de un ambiente señorial y muy original. Por un lado, se encuentra El Internacional, un restaurante que rinde homenaje con su nombre al hotel que albergaba la estación en el pasado. Allí, se puede disfrutar de una cocina mucho más informal, en un ambiente relajado y divertido. Por otro lado, se encuentra el Restaurante 1928, situado en un antiguo vagón de tren rehabilitado al estilo Orient Express donde se ofrece una carta con notas afrancesadas y productos de la zona, todo ello maridado con los mejores vinos galos y españoles.
Finalmente, se encuentra el Canfranc Express, un antiguo vagón de principios del siglo XX donde se sirve la cocina más gastronómica del chef Eduardo Salanova. Solo tiene tres mesas y su única oferta es un menú degustación de 21 platos (con un precio de 160 euros). Es aquí donde se pueden probar los platos del cocinero, inspirados en la tradición aragonesa. Ejemplo de ello es el consomé clarificado de las migas del pastor, un aperitivo inspirado en un plato que se elaboraba a finales del siglo XIX en el valle de Aragón.
Le siguen otros platos con fuerte arraigo a la tierra, entre los que destacan la ‘Pintada y remolacha’, con pintada salvaje criada en Los Monegros; o ‘La Trilogía del Ternasco’, una secuencia de tres pases en la que el cordero del Pirineo es el protagonista. Como colofón final, destacan versiones de postres clásicos de la zona como el ‘Empanadico de Calabaza’, una especie de empanada dulce elaborada tradicionalmente en la repostería de Huesca.