El futuro del AOVE, en juego: ¿desaparecerá el ‘oro líquido’ de la dieta mediterránea?

El aceite de oliva virgen extra es uno de los componentes fundamentales de la cocina mediterránea, fuente de salud y parte fundamental de muchas de nuestras recetas

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Aceite de oliva (Europa Press)
Aceite de oliva (Europa Press)

El sector del aceite de oliva de nuestro país pasa por momentos especialmente difíciles. A la escasez de la última cosecha se une el aumento de los costes de producción y en algunos casos, la especulación. Todo esto ha provocado una subida disparatada del precio del aceite de oliva que ha provocado que muchos consumidores dejen de comprarlo. ¿Significan estos cambios que dejaremos de consumir aceite de oliva, para sustituirlo por otras opciones más económicas y menos saludables?

Pese a la relajación de la inflación generalizada en los últimos meses, el aceite de oliva ha experimentado un fuerte repunte durante la temporada estival, lo que está llevando a los consumidores a buscar otras alternativas. El precio del aceite de oliva ha subido en agosto un 52,5% respecto al mismo mes del año pasado, su mayor remontada en 21 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística. La causa de este encarecimiento es debida a las malas cosechas, señalan las asociaciones de agricultores, pero también a la “especulación”, según la asociación de consumidores Facua.

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A pesar de que el AOVE sea una parte fundamental de la dieta común en España, este aumento de los precios y una perspectiva pesimista sobre la mejora de la climatología durante las próximas cosechas auguran un futuro negro para el ‘oro líquido’.

El aceite de oliva, una pieza clave de la dieta mediterránea

Cada vez existen más pruebas científicas de los efectos beneficiosos para la salud de las dietas con un alto contenido en verduras, frutas, legumbres y cereales integrales y que incluyen pescado, frutos secos y productos lácteos bajos en grasa. La dieta mediterránea tradicional integra todas estas características, un tipo de alimentación tan importante y beneficiosa que la Unesco la declaró Patrimonio Cultural e inmaterial de la Humanidad en 2013.

Como es bien sabido, el aceite de oliva virgen extra es uno de los componentes fundamentales de la cocina mediterránea, junto a hortalizas cultivadas típicas de la cuenca del mar Mediterráneo. Ya los fenicios, griegos y romanos cultivaban las aceitunas necesarias para producir este ‘oro líquido’ conscientes de sus beneficios para la salud y de su enorme potencial alimentario.

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Los beneficios para la salud del aceite de oliva virgen extra son de sobra reconocidos por la comunidad científica y multitud de investigaciones a lo largo de los años. Los múltiples beneficios de este oro líquido los encontramos en sus ácidos grasos y polifenoles, ambos claves a la hora de evitar el colesterol malo, reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y tantas otras enfermedades como el cáncer o la hipertensión, entre otras.

La sustitución del aceite de oliva, una alternativa común pero problemática

Como resultado de las constantes subidas de precio que el aceite de oliva ha sufrido en los últimos meses, algunas familias han optado por buscar alternativas más baratas con las que cocinar en sus hogares, como por ejemplo el aceite de girasol. Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, el consumo de aceite de girasol ha experimentado un crecimiento del 135% en comparación con 2022. De esta forma, comparando con el pasado año, este tipo de aceite ha pasado a representar el 33% del total del consumo oleícola, lo que supone casi duplicar el peso que tenía en 2022, cuando rozaba el 19%.

Los expertos creen que el
Los expertos creen que el precio del aceite de oliva no dejará de subir. (Getty)

Sin embargo, el hecho de que la gente esté decidiendo comprar otros productos podría tener también consecuencias económicas por la ley de la oferta y la demanda. “Lo que sucede es que la teoría económica afirma, y con razón, que cuando el precio de un artículo aumenta, el precio del sustituto también se eleva, debido al aumento en la demanda de dicho sustituto”, señala el experto en economía Niño Becerra en declaraciones recogidas por TV3.

Por lo tanto, el aumento en la demanda de los sustitutos, en este caso, el aceite de girasol, ejerce presión sobre su precio, provocando un alza significativa. La búsqueda de alternativas más baratas no se traduce necesariamente en un ahorro significativo para los consumidores, ya que los precios de los sustitutos también pueden tender a aumentar.

¿Nos resistimos a abandonar el AOVE?

Si vamos a abandonar progresivamente el consumo habitual de aceite de oliva es, por el momento, una pregunta sin respuesta. En este sentido, el presidente de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), Cristóbal Cano, ha apuntado en Europa Press que “el incremento de precios ha provocado que el consumidor nacional haya contraído un poco el volumen de aceite que compra”. Es cierto que, según los datos de consumo doméstico elaborados a partir del Sistema de Información de los Mercados Oleícolas (SIMO), la demanda de aceite de oliva en territorio nacional ha cedido en un 51% en el primer semestre de 2023.

No obstante, Cano también ha querido hacer hincapié en que “el aceite de oliva es insustituible por los beneficios saludables que produce y así lo demuestran los múltiples estudios científicos y médicos”. “Ese posible desplazamiento del aceite de oliva por otras grasas vegetales no se puede equiparar a cambiar una cosa por la otra”, aclara el presidente.

En los diez meses de campaña de comercialización olivarera de la temporada 2022/2023, se han vendido más de 896.000 toneladas de aceite de oliva en nuestro país. El presidente de la Upa explicaba que, “a pesar de la poca disponibilidad de aceite, debido a una caída de la producción en 660.000 toneladas en esta temporada, sumada a unas perspectivas de una segunda mala campaña, la comercialización del aceite de oliva muestra buenas cifras”.

Al hilo de lo anterior, Cano ha indicado que “estos datos son un claro ejemplo de que el consumidor se mantiene fiel al aceite de oliva”, y ha agregado que “el consumidor mundial es más consciente de los beneficios que tiene consumir aceite de oliva porque es invertir en salud”. Víctor Pérez, ingeniero agrícola y gerente de Finca La Torre, ha observado cómo los clientes mantienen su preferencia por el AOVE, resistiendo un cambio hacia opciones de menor calidad. “Llevamos muchos años insistiendo en informar sobre el aceite de calidad. La gente está más formada que nunca y se resiste a buscar otras opciones”, explica.

Aun así, lo cierto es que las subidas de precio en los últimos meses han mostrado que España actúa con una demanda elástica cuando el precio del aceite sube. Cuando un bien o servicio cuenta con una demanda elástica, esto implica que, si su precio varía, también lo hace su demanda. Esto explicaría por qué, ante una subida, se abre el abanico de compras a otras grasas vegetales que son más baratas, como el aceite de girasol.

Un otoño clave y el temor hacia las próximas cosechas

En cuanto a la previsión para la próxima campaña 2023/2024, los expertos coinciden en que es negativa, ya que la situación de sequía, que venimos arrastrando desde hace algo más de dos años, y las altas temperaturas que tuvimos en plena época de floración del olivar en prácticamente toda la zona olivarera de nuestro país, especialmente del Valle del Guadalquivir en Andalucía, prometen una segunda mala cosecha consecutiva. Esto, previsiblemente, supondrá una tensión en el mercado del aceite que podrá seguir subiendo el precio de un alimento que ya ha crecido un 114,8% en poco menos de dos años.

Olivar de Finca La Torre
Olivar de Finca La Torre

Víctor Pérez demuestra su preocupación por las cosechas que vienen. Aunque la de este año ha sido baja, la próxima temporada podría ser peor si las condiciones climáticas no mejoran. “Si en otoño no llueve la cosa se va a complicar muchísimo”, explica en una conversación con Infobae España. El ingeniero asegura que es imposible saber lo que va a ocurrir. Las lluvias y el clima serán los que se encarguen de recuperar el AOVE o, quizá, de darle el último golpe de gracia.

Ante la bajada de la producción y la resistencia a abandonar el consumo de AOVE, Víctor Pérez augura: “Va a aumentar el fraude, porque si no hay aceite ya se buscará la forma de encontrarlo. Ya sea con refinería o con etiquetas engañosas”.

Otras voces hablan con algo más de optimismo, como es el caso del ministro en funciones de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, espera que el precio del aceite de oliva se mantenga o registre una “ligera bajada” en las próximas semanas, previendo una campaña “ligeramente superior” a la del año pasado, informa Europa Press.

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