La diferencia de la tranquera del campo a la góndola sigue siendo amplia, al punto que en abril los consumidores pagaron 3,5 pesos por cada peso que recibieron los productores.
Así sigue del Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que releva cada mes la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). “En promedio, la participación del productor explicó el 31,4% de los precios de venta final. La mayor participación la tuvieron los productores de frutilla (81%), mientras que la menor fue para los de limón (8,1%)”, dice un comunicado de la entidad.
El IPOD “general” se compone de 19 frutas y hortalizas que hacen al IPOD “frutihortícola”, donde la brecha es mayor: de 4,3 veces. Esto es, por cada peso que recibe el productor los consumidores pagan 4,3 pesos, lo que quiere decir que en el camino de la tranquera a la góndola las frutas y hortalizas se encarecen en promedio un 330 por ciento.
Prueba ácida
El caso de la frutilla es menor, porque los puestos de frutas y verduras suelen venderlo a bajo precio por el rápido deterioro de sus condiciones y porque suelen usarlo como “llamador” al cliente, que termina también comprando otros productos. En el caso del limón, cuyo precio se multiplica por 12,3 en el camino de productor a consumidor, encareciéndose así 1.130%, pueden influir cuestiones estacionales.
A su vez, el IPOD “ganadero”, que incluye 5 productos y subproductos del sector como leche, huevos y carne de pollo, vacuna y porcina) dio un resultado de 3,2 veces, lo que significa que el precio pagado por el consumidor es 220% más de lo que recibió el productor.
CAME destaca además que según el índice de ventas minoristas, las ventas de alimentos y bebidas acumulan una caída interanual del 23,8% en los primeros cuatro meses del año, “reflejo de la disminución del poder adquisitivo y la falta de convalidación de precios por parte del consumidor; es decir, la baja se explica por una detracción de la demanda.”
Entre enero y abril, subraya, “todos los eslabones de las distintas cadenas de valor han visto afectada su rentabilidad por los fuertes incrementos de costos, no sólo debido a la devaluación, sino también al aumento del transporte y la logística, luz, gas, patentes e impuesto inmobiliario, arrendamientos, combustibles, fertilizantes y repuestos de maquinarias”, entre otros.
Los productos con mayor brecha son, además, del limón, la mandarina (con un IPOD de 6,9), la naranja (6,3), la pera (5,9) y la carne de cerdo (5,6). Lo de los cítricos es llamativo: en el caso del limón: el precio al productor cayó en el último mes 16,7%, pero apenas 2,6% en góndola, mientras en el de la naranja, cayó 20,4% “en origen”, pero apenas 5,7% en destino. Opuesto fue lo de la mandarina: su precio al productor aumentó 14,1%, pero en fruterías y góndolas de supermercados su precios cayó en casi idéntica proporción: 14 por ciento.
Los cinco productos con menor brecha entre precio al productor y al consumidor son todos de la canasta frutihortícola: la frutilla (IPOD de 1,2, lo cual significa que el consumidor paga solo 20% que el precio al productor). Sin embargo, su precio aumentó notablemente, por inclemencias climáticas: 48% en el precio al productor 13,2% al consumidor.
Ensalada de precios
Calabaza y cebolla registraron un IPOD de 1,9, aunque con diferentes trayectorias de precios y el tomate redondo y el pimiento mostraron una brecha de 2,1 veces, aunque con fuertes aumentos de precios: por dificultades de provisión -entre otros motivos, por las lluvias- el precio a los tomateros aumentó un notable 177%, atenuado en góndola a 37,6 por ciento, mientras el valor pagado a los productores de pimiento fue acompasado por su aumento en góndolas y verdulerías: 37,6 y 33,9% respectivamente.
Según el informe de CAME, “el análisis demuestra que el productor primario no es formador de precios. Si bien algunos productos con alta incidencia en la canasta (como la cebolla y el tomate) presentaron un reacomodamiento en los precios al productor, estos valores no llegaron a compensar la inflación acumulada, por lo que el primer eslabón (origen-productor) sigue resignando rentabilidad frente al resto de los actores de la cadena de valor”.
La conclusión del informe es que la estructura de formación de precios frutihortícolas y ganaderos en la Argentina “nace en la góndola y se va disgregando hacia atrás, hasta llegar al productor, cuando debería ser al revés