La pandemia de coronavirus no solo ha amenazado la salud física de millones, sino que también ha causado estragos en el bienestar emocional y mental de las personas en todo el mundo. Los sentimientos de ansiedad, impotencia y dolor están aumentando a medida que las personas se enfrentan a un futuro cada vez más incierto, y casi todos han sido afectados por la pérdida.
En este contexto, los problemas del sueño no son infrecuentes: según la Fundación Nacional del Sueño, aproximadamente el 30% de la población general se queja de trastornos del sueño, y aproximadamente el 10% experimenta síntomas consistentes con el diagnóstico de insomnio.
La crisis del coronavirus ha agregado nuevos factores estresantes que podrían elevar estas cifras. Según los expertos, el aislamiento está teniendo un impacto sustancial en el sueño. Para el doctor Eduard Estivill, médico y especialista en medicina del sueño de la Clínica del Sueño Estivill y la Unidad del Sueño del Hospital de Catalunya, existe un aumento considerable en los problemas de sueño relacionados con COVID-19.
Según el experto, esto tiene que ver con la sensación general de desconcierto que ha provocado el coronavirus. Como explica Estivill, dormir mal es un signo de algo real y tangible. En general, se puede atribuir a “la acumulación de tensión y ansiedad durante el día”, dice. En tiempos de pandemia, la incertidumbre también puede generar mayor estrés y ansiedad.
“Este estrés que estamos experimentando ahora no es el mismo que experimentamos en el día a día normal antes de la crisis, el tipo causado por el trabajo, la familia y las relaciones personales. Este estrés no tiene nada que ver con eso; el estrés causado por la salud, la vulnerabilidad económica y la incertidumbre general son diferentes. La sensación de inquietud se cierne sobre nosotros las 24 horas del día y esa desorientación es alimentada por la sobrecarga de información a la que muchas personas están sujetas”, asegura Estivill.
Además de la incertidumbre causada por la pérdida de trabajo, la ausencia de rutinas sociales y personales, y la sobrecarga de información también están contribuyendo a los trastornos del sueño. Muchos de nosotros estamos trabajando desde casa, en el mismo lugar donde dormimos y vivimos nuestras vidas, lo que obviamente hace que sea más difícil crear límites y desconectarse a la hora de acostarse.
Para el reconocido psiquiatra, investigador y escritor Augusto Cury, autor de Ansiedad, cómo enfrentar el mal del siglo, la sobrecarga de información falsa y la acumulación de preocupaciones tienen nefastas consecuencias en el bienestar físico y psicológico y pueden acelerar la mente a una velocidad aterradora. En la era digital, esto está pasando con una intensidad nunca antes vista.
“El resultado de la sobrecarga informativa es una velocidad espantosa y estéril de pensamientos, muchos pensamientos inútiles y una serie de consecuencias físicas y emocionales avasallantes. ¿Por qué las personas se despiertan fatigadas? Porque gastan mucha energía pensando y preocupándose durante el estado de vigilia. ¿Por qué sufren consecuencias físicas a raíz de la ansiedad? Cuando el cerebro está desgastado, estresado y sin reposición de energía, busca órganos de choque para alertarnos”, explicó Cury en diálogo con este medio.
Hay dos problemas principales del sueño que parecen haberse vuelto particularmente frecuentes como resultado del aislamiento, según los especialistas. Por un lado, existe el insomnio inicial, donde quedarse dormido parece una tarea imposible. Por el otro, las personas pueden sufrir trastornos del sueño en medio de la noche, posiblemente debido a pesadillas.
Nuestros sueños se componen no solo de información dura que nuestros cerebros han almacenado, sino también de emociones. La investigación ha demostrado que el aumento de la ansiedad durante el día puede conducir a un contenido más negativo en los sueños. Estos estudios sugieren que nuestros sueños son sensibles a nuestros entornos sociales durante el día.
“En el actual estado de cuarentena, con la amenaza del nuevo coronavirus que asecha y tantas otras preocupaciones cotidianas e inseguridades acerca del futuro, las personas se encuentran en un estado de alerta permanente y con una angustia constante que afecta, entre otras cosas, la función del dormir y el descanso”, explicó en diálogo con este medio la psicoanalista Agustina Fernández, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Desde no sentirse descansados, tener cambios de humor y experimentar problemas de memoria hasta una concentración deficiente hasta comprometer el sistema inmunológico, una mala noche de sueño puede provocar una serie de síntomas desagradables. Especialmente mientras la inmunidad y el bienestar son de tanta importancia, es imperativo cortar el problema de raíz tan rápido como sea posible.
Es crucial evitar que el insomnio se convierta en una rutina, ya que romper un ciclo de sueño deficiente puede ser más desafiante que eliminar otros hábitos. Particularmente con los trastornos del sueño que surgen como resultado del autoaislamiento, existe el riesgo de que se arraiguen en nuestras rutinas diarias y sean más difíciles de eliminar una vez que finalice la cuarentena.
“Todo aquello que altere el ritmo circadiano de nuestro cuerpo puede causar insomnio. Así como también los malos hábitos de sueño, que incluyen adoptar horarios irregulares de acostarse, realizar actividades estimulantes antes de acostarse, como lo es el ejercicio intenso, dormir siestas frecuentemente y disponer de un entorno de sueño incómodo, tales como temperatura ambiente extrema, luz, sonido y mala calidad del colchón”, enfatizó en una entrevista con este medio el médico neumonólogo y especialista en Medicina del Sueño del Hospital de Clínicas Juan Facundo Nogueira.
Para garantizar un mejor descanso durante el aislamiento, los expertos en sueño recomiendan establecer rutinas estrictas. Además, es importante tener una exposición regular a la luz, especialmente en la mañana. Esto ayudará a ajustar el reloj biológico, al igual que hacer ejercicio a diario.
Por último, es fundamental evitar las pantallas durante al menos dos horas antes de acostarse. Puede parecer un consejo trivial, pero puede hacer una gran diferencia si se aprende a dejar a un lado los dispositivos y se cambian por una actividad relajante como leer o escuchar música.
Una serie de recomendaciones para aquellos que en este contexto, sufren de insomnio:
- Si pasa más de 30 minutos acostado sin poder dormir, levántese, vaya a otra habitación y realice una actividad tranquila, placentera para usted y que no lo active: leer un libro con luz tenue, darse una ducha, hacer ejercicios de respiración y estiramiento (yoga), etc.
- Evite usar la cama para "rumiar o procesar mentalmente" sus preocupaciones.
- Evite comer o tomar líquidos cuando se levanta en la noche.
- Bajo ningún concepto encienda alguna pantalla cuando se encuentre en la cama (TV, PC, notebook, tablet, celular, consola de juegos). No navegue por internet, no se conecte a redes sociales ni juegue con consolas digitales.
- Evite tomar bebidas que contengan cafeína (gaseosas o bebidas "cola", energizantes y café) a partir de la tarde, ya que pueden afectar el inicio del sueño. El consumo de alcohol en la noche puede afectar la calidad del sueño.
- Evite dormir siesta durante el día. En caso de hacerla, debería ser de corta duración (máximo 30 minutos) y nunca más tarde de las 17.
- No realice actividad física intensa en la noche, trate de alejarla al menos cuatro horas del horario de acostarse.
- Si no mejora, no recurra a la automedicación y consulte a un médico Muchos medicamentos de uso habitual pueden ser perjudiciales.
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