Aunque irse a la cama a altas horas de la noche, o en las madrugadas puede relacionarse con personas muy productivas, o que tienen problemas para conciliar el sueño, académicos apuntan que el cuerpo humano ya tiene programadas las horas que necesita para descansar, en favor de la restauración de todos los procesos naturales del organismo.
De hecho, expertos en salud han advertido sobre los efectos negativos de dormir tarde sobre la salud mental. Investigadores de Stanford Medicine han llevado a cabo un estudio masivo en el que encuestaron a casi 75.000 adultos, a través de los que se permitió conocer que caer en brazos de Morfeo muy tarde perjudica la salud mental, independientemente del cronotipo de la persona.
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La investigación, liderada por Jamie Zeitzer, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento, demostró que los noctámbulos presentan mayores tasas de trastornos mentales y de conducta, incluida la depresión y la ansiedad. “Descubrimos que la alineación con su cronotipo no es crucial aquí, y que realmente estar despierto hasta tarde no es bueno para su salud mental”, explicó Zeitzer, citado por Portafolio.
Estas conclusiones se apoyan en otro estudio llevado a cabo en el Reino Unido, en el que se monitorearon los hábitos de sueño de 73.888 adultos mediante acelerómetros portátiles durante siete días.
Los datos mostraron que acostarse temprano beneficia a todos los participantes, sin importar su horario de sueño preferido. Este hallazgo subraya que las personas que se acuestan tarde tienen entre un 20 % y un 40 % más de probabilidades de haber sido diagnosticadas con algún trastorno de salud mental.
Y la salud del corazón también
En esa misma línea, la salud de otro órgano fundamental, el corazón, puede verse afectada positiva o negativamente. La calidad del sueño influye directamente en la salud cardiovascular, según la Sociedad Europea de Cardiología.
Algunos de sus estudios sugieren que dormir entre las 10 y 11 de la noche reduce la probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas. frente a las personas que se suelen acostar luego de la media noche. Los datos se recogieron de la experiencia de 88.000 personas mediante pulseras que registraban su actividad física.
De hecho, dormir después de esa franja horaria aumenta los riesgos: un 12% entre las 23:00 y 00:00 horas, y un 25% después de la medianoche, a razón del funcionamiento de los ritmos circadianos, que regulan procesos biológicos clave como la presión arterial, y que se ven alterados si se duerme tarde.
Uno de los datos fue el del miembro del Instituto, el doctor Shuai Yuan, del Karolinska Institute de Estocolmo, en Suecia. Afirmó que “nuestro estudio sugiere que dormir entre siete y ocho horas por noche es un buen hábito para reducir el riesgo de arteriopatía periférica”. Esta afección conocida como PDA (peripheral artery disease) es el estrechamiento de los casos sanguíneos que afecta la irrigación de la sangre.
Destacó el doctor Yuan que “el sueño nocturno insuficiente y las siestas diurnas se han asociado anteriormente con un mayor riesgo de enfermedad coronaria que, al igual que la arteriopatía periférica, está causada por la obstrucción de las arterias.
Además, los problemas de sueño figuran entre las principales quejas de los pacientes con arteriopatía periférica. Existen pocos datos sobre el impacto de los hábitos de sueño en la arteriopatía periférica y viceversa y nuestro estudio pretende llenar ese vacío”.
La conducta se afecta por falta de sueño
De vuelta a la salud mental, los investigadores sobre la salud mental mencionados señalaron que, comparadas con las personas que siguen un horario de sueño temprano o intermedio, los noctámbulos son más propensos a sufrir de trastornos como depresión y ansiedad.
“El peor de los casos es, sin duda, que la gente trasnochada se quede despierta en la tarde”, agregó Zeitzer. Según el análisis, acostarse antes de la una de la madrugada podría reducir significativamente el riesgo de desarrollar afecciones mentales y conductuales.
La importancia de la cantidad adecuada de sueño también ha sido respaldada por una investigación de la Universidad de Chicago.
Esta demostró que dormir bien es fundamental para consolidar recuerdos, mantener funciones cerebrales óptimas, fortalecer el sistema inmunitario, facilitar la curación tras lesiones o enfermedades y proteger contra enfermedades cardíacas y diabetes. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan diversas cantidades de sueño según la edad:
- Bebés (0-12 meses): Entre 14 y 17 horas al día.
- Niños pequeños (1-3 años): De 11 a 14 horas por día.
- Niños en edad preescolar (3-5 años): Entre 10 y 13 horas por noche.
- Niños en edad escolar (6-12 años): Entre 9 y 12 horas por noche.
- Adolescentes (13-18 años): Entre 8 y 10 horas por noche.
- Adultos (18-64 años): Entre 7 y 9 horas por noche.
- Adultos mayores (65 años en adelante): Entre 7 y 8 horas por noche.