Un nuevo estudio cuestiona los beneficios del vino tinto: todo consumo de alcohol es problemático

Por Gabriella Boston (Especial para The Washington Post)

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Un vaso de vino tinto al día te mantiene alejado del médico, ¿verdad? Quizá no tanto. Un estudio europeo de gran escala, publicado recientemente en la revista The Lancet, dice que los beneficios para el corazón del consumo moderado de vino son leves, mientras que el riesgo de apoplejía y otras afecciones cardíacas fatales son importantes. "Los límites de consumo de alcohol son más bajos que los recomendados en la mayoría de las pautas actuales", apuntan los autores.

Aunque los criterios varían en todo el mundo, las pautas desarrolladas por el Departamento de Agricultura y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos dicen que las mujeres no deben consumir más de una bebida por día (aproximadamente 100 gramos a la semana) y los hombres no deben consumir más de dos (alrededor de 200 gramos). El estudio de The Lancet, sin embargo, encontró que el umbral para los riesgos de salud era de 100 gramos por semana, independientemente del sexo.

El estudio cuestiona dos creencias sobre el alcohol ampliamente compartidas entre los estadounidenses: que beber vino moderadamente podría ayudar a mantener sus corazones sanos, y que, desde el punto de vista de la salud, los hombres pueden consumir el doble de alcohol que las mujeres. Entonces, ¿qué debería hacer un bebedor moderado?

Consultamos a varios expertos en el tema, quienes consideran el estudio es un buen punto de partida para una discusión y no la palabra definitiva sobre cuánto alcohol debe consumir la gente.

William C. Kerr, científico superior del Alcohol Research Group, una división del Instituto de Salud Pública, dijo que el estudio puede provocar "una discusión útil" sobre el comportamiento individual. Pero cualquier discusión sobre cuánto bebe una persona debe tener en cuenta la salud y la composición genética de una persona.

"Las pautas son cosas muy difíciles", comentó Kerr. Además de las variantes genéticas entre la población, existe el problema de que algunas personas podrían tomarlas no como pautas, sino como permiso o recomendaciones para beber una cierta cantidad, incluso si no deben beber en absoluto. Por esas razones, dice, "las pautas deben ser conservadoras".

Steven Atlas, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, está de acuerdo en que estudios como este pueden ayudar a iniciar conversaciones generales sobre el consumo de alcohol, pero no son necesariamente útiles para pacientes individuales debido a las amplias variaciones en el historial familiar, en la genética y en la salud en general. En cambio, intenta enmarcar el uso de alcohol en un sentido más amplio.

"Siempre me pregunto, '¿Cuáles son los cambios más impactantes que puedes hacer para mejorar tu salud?'", dijo Atlas. "Y eso va a ser muy individual". Subrayó que la obesidad es un asesino aún más grande que el alcohol (y que las personas con sobrepeso pueden tener una motivación adicional para reducir el consumo de alcohol, que contribuye al aumento de peso).

Atlas, sin embargo, señaló que hay aspectos sociales de la bebida que son más difíciles de evaluar y estudiar. Aunque se estima que 15 millones de estadounidenses padecen trastornos por consumo de alcohol, que el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Trastornos Mentales define como abuso o dependencia de alcohol, "muchas personas beben de manera socialmente aceptable y donde una copa de vino es parte de una vida placentera", apuntó Atlas.

Christopher Holstege, médico y jefe de la División de Toxicología Médica de la Universidad de Virginia, aplaudió el estudio de The Lancet por su gran escala. "Nos da mucho que mirar y discutir", dijo. Agregó que la mortalidad por alcohol es un tema complejo, porque abarca condiciones traumáticas y crónicas, e involucra estilos de vida y variaciones genéticas.

A la hora de decidir si cambiar sus hábitos de consumo de alcohol después del estudio de The Lancet, o el modo de hacerlo, es útil conocer las estadísticas sobre las muertes relacionadas con el alcohol.

Puede sorprender, por ejemplo, saber que las muertes por alcohol son más comunes que las muertes por abuso de opiáceos, que parecen dominar los titulares de los medios de comunicación en los últimos años. Alrededor de 88.000 estadounidenses murieron por causas relacionadas con el alcohol entre 2006 y 2010, según cifras del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), mientras que alrededor de 42.000 murieron por sobredosis por opiáceos en 2016. Y las muertes relacionadas con el alcohol están aumentando: de 1999 a 2015, la mortalidad por causas inducidas por el alcohol aumentó en un 28%, según el CDC.

Las muertes causadas por conductores con problemas de alcohol representaron cerca de 10.000 en 2014 (alrededor del 30% de todas las muertes por manejo de autos), según el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA). El alcohol también juega un papel importante en los homicidios y suicidios. Un estudio de NIAAA encontró que cuatro de cada 10 asesinos convictos dijeron que estaban bajo la influencia del alcohol cuando cometieron un homicidio. Y cerca del 25% de los suicidios están relacionados con el alcohol.

Cuando se trata de muertes no traumáticas relacionadas con el alcohol, la enfermedad hepática está en la cumbre. En 2015, de 78.529 muertes por problemas del hígado, casi el 50% involucró alcohol, de acuerdo con NIAAA. "La cirrosis alcanzó su punto máximo en la década de los '70 y luego disminuyó en los '90. Pero se recuperó nuevamente", aclaró.

En cuanto a la enfermedad cardíaca, el panorama es complicado, según el estudio de The Lancet. Los bebedores moderados tienen un menor riesgo de ataques cardíacos no mortales pero tienen un riesgo mayor de muerte por otras afecciones relacionadas con el corazón, como insuficiencia cardíaca, aneurisma aórtico y accidente cardiovascular.

El alcohol también es un carcinógeno y se sabe que juega un papel importante en el cáncer de hígado, los intestinos, la cavidad oral y los senos femeninos, según comentó Holstege. (Los agentes carcinogénicos en las bebidas alcohólicas incluyen etanol y acetaldehído, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.) El vínculo del cáncer de mama puede ser una sorpresa para muchas mujeres. Pero un meta-análisis de 53 estudios, citado por el Instituto Nacional del Cáncer, mostró que cada 10 gramos (un poco menos de una bebida) de alcohol consumido por día por una mujer aumentaba su riesgo de cáncer de mama en un 7%; un estudio más reciente encontró un aumento del riesgo del 12 por ciento.

Entonces, en general, el alcohol puede ser bastante malo. Pero, ¿qué pasa con el vino, que muchos tenían la impresión de que era bueno en cantidades moderadas?

"Hay alguna evidencia que indica que las cantidades pequeñas a moderadas son beneficiosas para aquellas personas que tienen antecedentes de enfermedades del corazón", comentó Atlas. Algunos estudios, que pueden haberse sobrevalorado en los medios de comunicación, han demostrado que un compuesto llamado resveratrol, que se encuentra en el vino tinto, ayuda a prevenir ciertos tipos de enfermedades del corazón. (Esos mismos beneficios se observan en la piel de la uva, los cacahuetes y los arándanos.)

Kerr piensa que si hay espacio para la interpretación, escogemos selectivamente la información que nos valida nuestra elección. "Creo que la gente quiere escuchar buenas noticias sobre las cosas que ya hace", dijo.

Al final, dijo Atlas, todo el tiempo sopesamos los riesgos contra los beneficios, ya sea que optemos por andar en bicicleta o vivir una vida sedentaria. Beber no es diferente. Existen costos y hay beneficios, ya sean físicos, sociales o mentales. Entonces, dijo, depende de cada uno de nosotros responder a esta pregunta: ¿cómo se equilibran los riesgos?

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