Los niños, niñas y adolescentes están expuestos a una gran oferta de alimentos con alto contenido de nutrientes críticos y bajo valor nutricional en las escuelas. Los kioskos escolares ofrecen una amplia variedad de alfajores, galletitas y snacks, todos productos ultraprocesados con alto nivel de azúcar, sodio y grasa.
En la actualidad, a este déficit nutricional se le agrega que en los recreos disminuyó el tiempo dedicado a la actividad física porque los chicos ya no juegan, corren y saltan como antes, sino que están conectados a los dispositivos electrónicos. El resultado de esta ecuación es un grave problema de salud pública.
En nuestro país, en Argentina, como en muchos países de Latinoamérica, los índices de obesidad infantil no paran de crecer. Hoy hablamos de malnutrición por exceso.
Esto es una situación en donde coexisten una alta prevalencia de indicadores de malnutrición crónica, que se ve como anemia, baja talla, aumento de la obesidad y de las enfermedades crónicas no transmisibles, como puede ser la diabetes, enfermedad cardiovascular, hipertensión, etcétera.
Entonces, en relación a la oferta de alimentos en la escuela, la evidencia muestra que la exposición repetida a los alimentos influye en la preferencia de los chicos y cuáles son los productos que eligen a la hora de comer.
Entonces, en este sentido, está demostrado que las políticas escolares que eliminan la oferta de alimentos altos en grasa, azúcar y sal, son eficaces en la prevención de la obesidad infantil.
Ahora, por otro lado, cuando hay oferta de alimentos saludables, si están bien expuestos y visibles, como frutas, batidos, licuados, los estudiantes mejoran la actitud positiva hacia esos alimentos y mejora su consumo también a largo plazo.
¿Qué nos dice todo esto? Que eliminar este tipo de alimentos, sumar algunos más naturales, más saludables, bebidas, jugos, batidos, garantizar el acceso al agua potable, incorporar en la currícula a la educación alimentaria y regular la publicidad de alimentos poco convenientes, sumado a aumentar el nivel de actividad física, son algunas de las medidas, que tienen hoy evidencia de calidad, que debería implementarse en los entornos escolar para prevenir, justamente. ¿Pensaste qué medidas se toman en la escuela de tus hijos?
Las últimas investigaciones científicas
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad del Sagrado Corazón en Fairfield, Connecticut, dio cuenta de que comer un paquete adicional de papas fritas todos los días podría ser la diferencia entre que un niño se mantenga en un peso saludable o no.
Y pese a que a priori podría parecer exagerado, los investigadores encontraron que la diferencia entre los niños que están físicamente en forma y los que no, era de sólo 200 calorías adicionales de comida chatarra por día. Esto es el equivalente a un paquete de 40 gramos de papas fritas o snack similar, un chocolate o una botella de bebida azucarada de 500 mililitros.
Los resultados del trabajo se presentaron la semana pasada en la conferencia Nutrition 2022 Live Online y sugieren que si bien los alimentos precocinados altamente procesados son tal vez la opción más fácil de mandar a los más chicos en la vianda o la mochila escolar, los expertos insistieron en que los padres deberían concentrarse en “preparar refrigerios y comidas saludables”. Los alimentos ultraprocesados a menudo están llenos de azúcar y grasas saturadas, lo que puede provocar obesidad, obstruir las arterias y retrasar el crecimiento.
* Romina Pereiro es licenciada en nutrición MN 7722
Edición: Rocío Klipphan/ Producción: Dolores Ferrer Novotny/ Realización: Gastón Taylor
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