Dejar todo en cada entrenamiento. Ir al máximo. No aflojar nunca. Consignas motivadoras que nos permiten ir a buscar más cada vez. Sin duda que entrenar en serio es la forma correcta de progresar. Pero no todo es salir desenfrenadamente a buscar el 100% en cada sesión. Hay que usar la inteligencia y aprender las claves de una preparación equilibrada, donde se pueda compensar las exigencias más grandes con otras que ayuden a la recuperación adecuada. Es una lección difícil de entender a veces, pero una de las que trae mayores beneficios.
En el mundo del running amateur el objetivo final no solo es correr mejor, también lo es correr para siempre. No hay una fecha de cierre para la vida de un aficionado, por lo que un entrenamiento equilibrado no solo ayudará a mejorar nuestro rendimiento, sino que además ayudará a evitar lesiones y agotamientos difíciles de remontar. Compensación es la palabra que algunos usan, alternancia es otro término elegido para la forma correcta de entrenar. En cualquier caso, se trata de sentido común, de inteligencia, así como también de controlar los impulsos de nuestra pasión por correr.
Cuando un corredor hace un trabajo de alta intensidad lleva su cuerpo un poco más allá de lo acostumbrado. Sale de la zona de confort y se instala en un espacio que pone en tensión todo su organismo. Cuando ese trabajo termina el cuerpo necesita una recuperación. ¿De cuánto es esa recuperación? Depende del estado físico general, la edad, el peso, el momento del año en el cual el corredor esté haciendo estos ejercicios. Un runner experimentado conoce mejor su cuerpo que uno novato, lee con mayor facilidad las reacciones de este y puede evaluar si necesita un descanso mayor que el habitual. Pero en líneas generales, la regla de un entrenamiento fuerte, seguido de un entrenamiento suave es un plan inteligente.
Luego del día intenso se puede hacer un entrenamiento de fondo a un ritmo más cómodo, sin llevar nunca al límite el organismo. La casi totalidad de los corredores tienen, además, un día libre por semana. Llevemos el ejemplo al extremo: si uno corre un maratón no tendrá entrenamientos intensos ni el día anterior ni el día posterior, como mínimo. Nadie consideraría tenerlos, lo que demuestra que se necesita estar descansado para dar el máximo en momentos puntuales.
Si hacemos series de 400 metros un día, no debemos repetir ese trabajo al día siguiente. Es más, en una misma semana los aficionados deberían hacer una jornada de series cortas y otra de series largas separadas por un día liviano. Atención: el día liviano no es un día de descanso, es una jornada con un entrenamiento comparativamente liviano, pero sigue siendo un buen entrenamiento. Más suave, menos intenso, pero trabajo al fin.
El sobreentrenamiento es algo que debe evitarse. Si el cuerpo se fatiga de forma prolongada se pierde la motivación y las ganas, además de que el cuerpo rinde menos. Por eso es importante tener un plan de entrenamiento dado por un entrenador, alguien que lleve la guía de esos días intensos y los días más suaves. No intentar imitar a otros corredores, ni copiar métodos de atletas profesionales.
No solo hay que estar atentos a la alternancia, también es importante la continuidad y la progresión. Y para completar un trabajo impecable debe tenerse en cuenta el descanso de las horas de sueño y una alimentación e hidratación correctas. Correr es fácil, correr bien y mantenerse en estado y motivado requiere muchos cuidados. Alternar entrenamientos fuertes con entrenamientos suaves es una de las estrategias más importantes que uno corredor debe aplicar siempre.
*Santiago García es maratonista, autor del libro “Correr para vivir, vivir para correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre
Edición de video: Rocío Klipphan
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