Experimentar estrés en el trabajo de vez en cuando es normal, pero a algunas personas el estrés les consume hasta provocarles agotamiento y una mezcla de cinismo y odio hacia su trabajo. Esta situación es conocida como estar quemado (burnout) o síndrome de desgaste emocional o profesional.
El burnout solía ser considerado un problema relacionado con la gestión de la vida cotidiana, pero a finales de mayo la Organización Mundial de la Salud asignó la etiqueta de "fenómeno laboral" al síndrome para reflejar claramente que el desgaste es una enfermedad laboral producida por el estrés crónico.
Entre los síntomas del desgaste profesional estimados por la OMS podemos encontrar:
1- Merma de la energía o agotamiento.
2- Aumento del distanciamiento entre el trabajador y su empleo o sentimientos de negatividad o cinismo para con su trabajo.
3- Reducción de la eficacia profesional (rendimiento laboral).
En la era de los smartphones y de los correos electrónicos sin descanso es especialmente complicado desconectar del puesto de trabajo y de aquellas personas que ejercen poder sobre nosotros.
La nueva definición del síndrome debería suponer un toque de atención para los empresarios, que harían un favor a sus trabajadores si considerasen el estrés crónico como un problema de salud y seguridad que no ha sido gestionado correctamente.
¿Cómo puede saber si está quemado?
Si cree que podría estar sufriendo desgaste emocional, pruebe a hacerse las siguientes preguntas:
1- ¿Alguien de su entorno le ha pedido que trabaje menos?
2- En los últimos meses, ¿se ha mostrado cabreado o resentido con su trabajo o con compañeros, clientes o pacientes?
3- ¿Se siente culpable por no dedicar tiempo suficiente a sus amigos, a su familia o a usted mismo?
4- ¿Cree que expresa ciertas emociones (llora, se enfada, grita, etc.) o se siente tenso sin motivo aparente?
Si la respuesta a alguna de estas preguntas es afirmativa, quizá sea el momento de cambiar las cosas.
Este cuestionario elaborado por el Programa de Salud del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido es un buen punto de partida para que los trabajadores averigüen si se encuentran en riesgo de sufrir desgaste profesional.
Otra opción útil es este cuestionario sobre el burnout de la Asociación Médica Británica, aunque al estar dirigido a profesionales de la sanidad tendrá que introducir necesariamente una especialidad en el menú desplegable.
Si cree que padece el síndrome, hable con su superior más inmediato o con alguien cualificado para que le oriente al respecto. En los últimos tiempos, muchas empresas han incorporado sesiones con psicólogos externos como parte de los programas de asistencia a los empleados.
¿Cuáles son las causas del desgaste profesional?
No todo el mundo tiene la misma capacidad para lidiar con las tensiones emocionales y físicas.
Cuando nos extralimitamos en nuestro esfuerzo por derribar barreras mentales o físicas inabarcables el cuerpo acaba por ceder, lo que se traduce en una situación de estrés.
Los pacientes que sufren desgaste producido por su rutina laboral a menudo experimentan un sentimiento de agotamiento emocional o indiferencia y tratan a compañeros, clientes o pacientes de manera deshumanizada. Habitualmente se distancian de su trabajo y pierden el entusiasmo que sentían por su carrera.
Las personas inmersas en el síndrome de burnout se convierten en cínicas, muestran peor rendimiento y falta de motivación personal. A largo plazo, esta situación no es beneficiosa ni para el trabajador ni para la organización.
Aunque el desgaste profesional no es un trastorno mental, puede derivar en problemas más serios, como el alejamiento de la familia, el síndrome de fatiga crónica, ansiedad, depresión, insomnio y abuso del alcohol y de las drogas.
¿Quién se encuentra en riesgo?
Cualquier empleado que trabaje de cara al público o, simplemente, con otras personas, puede llegar a experimentar el síndrome de desgaste profesional, desde profesores a asistentes sociales, pasando por funcionarios de prisiones o personal de ventas.
Los trabajadores de los servicios de emergencias, como los policías, los técnicos en emergencias sanitarias, los enfermeros y los doctores, se encuentran en un riesgo aún más elevado, ya que desempeñan sus funciones en condiciones sumamente estresantes.
Gracias a un estudio reciente en el que participaron 15.000 doctores estadounidenses descubrimos que el 44% de los profesionales de la salud consultados mostraban síntomas de desgaste profesional. Un neurólogo explicaba:
Me da pánico ir a trabajar. Trato a mis compañeros y a los pacientes con malos modales continuamente.
Un estudio francés desarrollado con equipos de emergencias de hospitales del país galo descubrió que el 34% de los sanitarios atravesaban un desgaste emocional debido a cargas de trabajo excesivas y a las elevadas demandas de cuidados que debían atender.
Otra profesión de riesgo es la abogacía. En una encuesta realizada a 1.000 empleados de una bufete londinense de renombre, el 73% de los abogados manifestaron sentirse agotados y el 58% lo atribuyeron a la necesidad de encontrar un equilibrio que les permita conciliar su carrera profesional y su vida personal.
Independientemente del trabajo que desempeñe, si se expone a situaciones que le superan durante largos períodos de tiempo, es muy probable que acabe desgastándose emocionalmente.
Decir no a una carga de trabajo excesiva es sano
Los empresarios tienen la obligación de fomentar el bienestar de sus empleados y de asegurarse de que no se les asigna más trabajo del que pueden abarcar, que no sufren estrés y que no se dirigen a una situación de desgaste emocional.
Existen, sin embargo, medidas que todos podemos tomar para reducir nuestro riesgo de acabar quemados. Una de ellas es aumentar nuestro nivel de resiliencia. Esto es, que seamos capaces de responder al estrés de una manera sana y superar el proceso con éxito siendo más fuertes de lo que éramos al principio.
Para construir su resiliencia, aprenda a desconectar, a establecer límites en su trabajo y céntrese en disfrutar. En la medida de lo posible, protéjase de las interferencias que le llegan desde la oficina y evite que hagan mella en su vida privada.
Sea cual sea su profesión, no deje que sea lo único que le define y, si le hace infeliz, plantéese cambiar de trabajo o, al menos, eche un vistazo a lo que el mercado laboral puede ofrecerle. Quizá se sorprenda.
Por Michael Musker
Senior Research Fellow, South Australian Health & Medical Research Institute