Estudios recientes revelaron que los cambios biomoleculares significativos en el cuerpo humano se concentran en edades específicas, más exactamente alrededor de los 44 y 60 años. Esta nueva perspectiva sugiere que el envejecimiento no es un proceso lineal y gradual sino que se caracteriza por cambios abruptos e intensos en ciertos momentos de la vida, según reportó The Wall Street Journal (WSJ).
Un equipo de científicos de Stanford publicó en agosto en la revista Nature Aging un estudio que describe estas “olas” de envejecimiento.
El análisis, realizado a través de múltiples muestras de sangre y otros tejidos de 108 personas entre los 25 y los 75 años, evidenció que en la mediana edad se producen alteraciones en los marcadores biológicos y en las vías metabólicas, afectando la capacidad de metabolizar el alcohol y las grasas. Estas alteraciones pueden llevar a un aumento gradual de peso o a una mayor sensibilidad al consumo de alcohol.
Michael Snyder, profesor de genética en Stanford y uno de los autores del estudio, aseguró que “la mayoría de los cambios no son lineales”. Los investigadores observaron que el 81% de las moléculas evaluadas presentaban cambios en al menos una de las dos olas identificadas. Aunque se desconoce la causa precisa de estos cambios biomoleculares, se sospecha que el comportamiento y otros factores podrían influir en los resultados.
Esta “nueva” ola de envejecimiento identificada en individuos cercanos a los 60 años afecta marcadores relacionados con el metabolismo de los carbohidratos, la función renal y la regulación del sistema inmune. Estas fluctuaciones pueden explicar la mayor susceptibilidad de las personas mayores a enfermedades como la gripe y la COVID-19, según informó Snyder.
Anteriormente, otro grupo de investigadores de Stanford ya había identificado patrones de envejecimiento no lineal. En un estudio de 2019, registraron cambios importantes en niveles de proteínas en la sangre a los 34, 60 y 78 años. Tony Wyss-Coray, el principal autor de dicho estudio, sugirió que las diferencias en las edades observadas podrían reflejar distintos grupos de población examinados, ya que su investigación también incluyó personas de hasta 95 años.
Los datos muestran que tanto hombres como mujeres experimentan estos cambios, y no se limitan a etapas como la perimenopausia o menopausia. Además, se observan alteraciones en marcadores relacionados con el envejecimiento de la piel y los músculos, subrayando la importancia de mantener el ejercicio de fuerza y una adecuada alimentación con el paso de los años.
Otro estudio de Steve Hoffmann, biólogo computacional en el Instituto Leibniz sobre el Envejecimiento en Alemania, encontró períodos de cambios rápidos en la regulación génica de ratones durante etapas similares de la vida, lo que apoya la idea de olas de envejecimiento.
En la investigación se hizo un seguimiento durante aproximadamente dos años, rastreando más de 100,000 moléculas y microbios desde proteínas y ARN hasta medidas estándar de lípidos como LDL y HDL. Una característica clave observada fue que el 81% de las moléculas analizadas mostró cambios en al menos una de las dos olas identificadas, acentuando la idea de que estas olas abarcan una porción significativa del espectro de cambios biomoleculares.
Esta nueva comprensión del envejecimiento puede tener importantes implicaciones para los tratamientos preventivos y las estrategias de salud personalizadas. Los investigadores sugieren que una atención especial a los hábitos saludables antes de estas olas podría mitigar sus efectos, resaltando la variabilidad individual en la experiencia del envejecimiento y subrayando que ningún número representa la realidad biológica de todas las personas.
Kamran Khan, investigador en ciencias sociales que recientemente cumplió 44 años, mencionó que estos hallazgos, aunque inquietantes, le motivaron a reforzar sus hábitos de sueño y ejercicio, incluyendo entrenamientos de movilidad y el uso de un rastreador de sueño.