La fascinante ruta del picante en el cuerpo humano revela un sinfín de reacciones, desde la liberación de endorfinas hasta posibles problemas de salud. Un estudio del Monell Chemical Senses Center y la Universidad de Szeged en Hungría profundiza en cómo el consumo de alimentos picantes puede generar tanto placer como inconvenientes, dependiendo de la sensibilidad individual y la cantidad consumida.
La experiencia comienza cuando la capsaicina, presente en los chiles, activa los receptores TRPV1 en la lengua, provocando que el cerebro reciba una señal de alerta similar a la que experimentaríamos al tocar una superficie caliente. Esta respuesta innata, destinada a protegernos, pone en marcha una serie de reacciones en cadena: desde la producción de saliva hasta el enrojecimiento de la piel y la transpiración, pasando por la dilatación de los vasos sanguíneos para liberar calor.
“Cuando comes algo superpicante, simplemente te sientes en un estado de euforia”, compartió a The Washington Post Ed Currie, fundador de PuckerButt Pepper Company, describiendo la sensación de felicidad extrema tras consumir chiles extremadamente picantes. Esta sensación se atribuye a la liberación de endorfinas y dopamina, aunque los científicos sostienen que la evidencia de un verdadero “subidón” por el consumo de picante es, por el momento, anecdótica.
La investigación también señala los beneficios potenciales del consumo regular de picante, incluida la protección cardiovascular. Estudios en China e Italia han correlacionado una dieta rica en chiles con una mayor longevidad y menos muertes relacionadas con el corazón.
El profesor Peter Bencsik de la Universidad de Szeged destaca que el picante podría interactuar beneficiosamente con el microbioma intestinal, aunque el mecanismo exacto aún se desconoce.
Sin embargo, no todo es positivo. La Poison Control advierte que grandes cantidades de capsaicina pueden desencadenar problemas serios, como arritmias cardíacas y reflujo ácido. Además, en el extremo del tracto digestivo, se pueden producir sensaciones de ardor durante la expulsión del alimento, lo que sugiere que incluso quienes están acostumbrados al picante no están exentos de sus efectos secundarios.
El picante y las diarreas
Las reacciones gastrointestinales, incluidas la diarrea y el vómito, son mecanismos de defensa primarios del cuerpo para expulsar sustancias irritantes. “La diarrea se considera a menudo como un mecanismo de defensa primitivo”, explicó Kim Barrett, profesor de la Universidad de California en Davis, indicando cómo el cuerpo intenta eliminar lo que considera nocivo.
A pesar de la amplia gama de reacciones que pueden surgir, la mayoría de las personas pueden disfrutar del picante con moderación sin experimentar consecuencias negativas significativas. Según la investigación, la clave parece residir en encontrar el equilibrio adecuado que permita gozar de los placeres y beneficios del picante sin sobrepasar los límites de la propia tolerancia.