En México, muchas personas utilizan la expresión “es del año del caldo” para dar a entender que un objeto es muy antiguo y en ocasiones que por ello es inservible. La frase probablemente se originó en el siglo XVI, durante la época colonial en el país.
Para entender el sentido de esta oración es necesario tener en cuenta que en ella la palabra caldo se refiere al jugo antes de ser fermentado para convertirlo en vino. En la Nueva España, muchos comerciantes que importaban vino lo etiquetaban como caldo para evitar pagar impuestos por la introducción de la bebida alcohólica a la colonia.
Sin embargo, la administración virreinal comenzó a cobrar por importar caldos vía marítima. De acuerdo con el libro De contribuciones, impuestos e imposiciones de Omar Cortés, entre los productos por los cuales se cobraba impuestos están las que eran denominadas bebidas prohibidas, entre las cuales estaban los caldos.
Acorde con Cortés, el cobro por traer bebidas prohibidas a través del mar, era parte de los “derechos cobrados por la administración virreinal por la introducción de barriles de caldos por el puerto de Veracruz”.
Asimismo, también eran llamados caldos otras sustancias como el aguardiente y el vinagre, por los cuales se cobraba un impuesto especial que sumaba a la alcabala y el almojarifazgo. Esos últimos eran, respectivamente, impuestos cobrados por el intercambio comercial entre España y sus colonias, y por las transacciones de bienes.
Fue así que, tiempo después de que las autoridades del virreinato comenzaron a cobrar por la importación de este líquido, surgió la frase “el año en el que se cobró el caldo” que se deformó hasta que pasó a ser simplemente “del año del caldo”.
Cabe señalar que la exportación de vinos de España hacia la Nueva España fue un gran negocio para comerciantes europeos, principalmente para casas gaditanas y catalanas, así como para mercaderes que radicaban en Veracruz. Este sector comercial tuvo gran auge sobre todo en en la última década del siglo XVIII y la primera del XIX.
De acuerdo con un artículo del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, las exportaciones hacia territorio novohispano fueron favorecidas por una medida implementado por el rey Felipe II en 1595: la prohibición de la plantación de viñedos y de la producción de vinos en la Nueva España.
Según se señala en la página web vinomexicano.org.mx. el monarca tomó esta decisión debido a la presión que ejercieron sobre él los productores españoles en aquel año, el cual una plaga azotó los plantíos en la colonia. La orden del rey coartó el desarrollo de la industria vínicola en el país, pese que a que décadas atrás, en 1531, Carlos V la impulsó al ordenar que todo barco que zarpara en Nueva España debía traer consigo vides para plantar.
La plantación de vides tuvo resultados, pues tan solo en 1593, Francisco de Urdiñola fundó Marqués de Aguayo, la primera bodega comercial en territorio novohispano. Fue poco después cuando Felipe II prohibió plantar la materia prima del vino y producir la bebida, con lo cual la exportación se convirtió en la única forma de abastecer a Nueva España.
Durante mucho tiempo la ruta comercial predominante mediante la cual llegaba el vino y otros licores como el brandy y al aguardiente a la colonia española asentada en México fue la de Cádiz a Veracruz. De hecho, hubo un periodo en el que fue la única.
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