El sábado 11 de junio un grupo de hombres armados irrumpió en una granja distribuidora de pollo, localizada en las afueras de Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, y asesinó a tiros a seis personas que se encontraban desplumando las aves, como otro día habitual de trabajo. Entre ellas se encontraba el dueño del lugar y su hija de 14 años de edad.
Se trató del tercer ataque contra trabajadores de la industria del pollo en menos de una semana. El pasado 6 de junio, un vendedor y distribuidor de pollo, identificado como Tomás, de entre 35 y 40 años, fue asesinado de cuatro balazos, y frente a decenas de personas, en el mercado Baltazar R. Leyva Mancilla, uno de los más grandes de Chilpancingo.
Tres días después, el 9 de junio, aproximadamente a las 16:00 horas, dos distribuidores de alimentos que transportaban carne de pollo fueron atacados a tiros en el estacionamiento de carga y descarga del mismo mercado. Uno de ellos murió por las heridas que le causaron las balas y el otro fue trasladado herido a un hospital.
Esta serie de ataques en un periodo corto de tiempo contra trabajadores de granja, distribuidores y repartidores de pollo, provocó que el resto de los vendedores cerraran sus tiendas ante el temor de que les sucediera algo similar. Todos los fallecidos vivían o trabajaban en Petaquillas, al sureste de Chilpancingo, un lugar considerado como importante centro de producción de carne de pollo.
El cese de la venta de pollo en Chilpancingo afectó directamente a la población general, pues durante tres días hubo desabasto de dicho alimento esencial en al menos tres mercados de la zona y en algunos negocios del centro de la ciudad. El mercado Baltazar R. Leyva Mancilla lucía desolado, algunos pasillos permanecieron abiertos pero pusieron a la venta verduras y abarrotes en general. Mientras que las pollerías estaban vacías con algunos mandiles negros colgados como señal.
El 16 de junio solo 25 de 35 pollerías fueron las que reactivaron sus ventas, sintiéndose más seguros con la policía estatal vigilante en todo momento. Debido a este desabasto el precio que se manejó al público se mantuvo muy elevado, con costos que iban de los $215 a $220 pesos por cada pollo.
Todos los indicadores apuntan al conflicto entre “Los Ardillos”, un grupo criminal con sede en la zona de “La Montaña” de Guerero, y otro grupo identificado como “Los Tlacos”, cuya centro disputa ha sido Chilpancingo; a finales de mayo una tregua que mantenían ambos grupos se disolvió por completo, por lo que probablemente dicho desacuerdo derivó en ataques violentos entre ellos, que incluso han alcanzado hasta la industria del pollo en la región.
La hipótesis más firme sobre los ataques a los trabajadores de la carne de pollo apunta a que “Los Ardillos” golpearon dicha industria con el objetivo de obligarla a cerrar sus negocios y de esta forma privar de valiosos ingresos, fruto de las extorsiones de las que son víctimas los vendedores locales, a sus rivales “Los Tlacos”.
A ello se suma, de acuerdo con un comunicado de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), que en lugares como Acapulco, Ixtapan, Chilpancingo y Taxco, el crimen organizado ha comenzado a tomar el control de la mercancía con el fin de quedarse con la distribución de productos: “Ellos fijan los precios finales, es un modus operandi que4 puede consolidarse en algunas entidades y tener éxito con este nuevo modelos de extorsión, con precios a discreción, en un momento tan complicado como el actual”.
Precisamente días antes del ataque en la granja “Los Tlacos” denunciaron en un comunicado anónimo que los últimos hechos de violencia en Chilpancingo, que incluyeron también quemas de por lo menos cuatro vehículos de empresas de paquetería, obedecían a una ofensiva de “Los Ardillos” en su contra.
“El grupo de Los Ardillos lleva más de 25 años operando bajo el cobijo de gobiernos perredistas; matando indígenas, mujeres, niños y ancianos; secuestrando, desapareciendo y cobrando extorsiones; así como el manejo y saqueo de los recursos económicos de varios ayuntamientos en su zona de influencia (...) Vamos a trabajar incansablemente para limpiar Guerrero de todo ardilllo que exista”, precisó un fragmento del comunicado.
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