Desde 2020 hablar de pandemias en el mundo automáticamente coloca en la memoria colectiva al virus SARS-CoV-2, puesto que ha modificado la convivencia en el día a día de la humanidad; sin embargo, México enfrenta otra problemática y son los altos índices de obesidad en la población.
La obesidad no es una enfermedad cualquiera, pues en el país cuenta con raíces genéticas, biológicas, alimenticias y de salud mental. Situaciones que se han profundizado debido al alto estigma con el que viven las personas con este padecimiento.
Por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló al 4 de marzo como el Día de la Obesidad con el fin de dar visibilidad a un problema de salud pública que se ha triplicado alrededor del mundo desde 1975, alcanzado proporciones epidémicas con casi 2 mil millones de adultos y 340 millones de infantes que la padecen.
Por lo anterior, Infobae México habló con el doctor José Antonio Castañeda, especialista bariátrico, el cual dio su opinión acerca del porqué las políticas públicas que se han implementado desde los primeros años del siglo no han funcionado para revertir las cifras en el país.
En el año 2013, bajo la administración federal de Enrique Peña Nieto, en México se implementó por decreto presidencial la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, mejor conocida entre la población como Chécate, Mídete, Muévete, que fue impulsada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Un sexenio más tarde, en el mandato del actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la Secretaría de Salud (SSa) y organizaciones de la sociedad civil vieron consagrada su lucha al darse la aprobación de los etiquetados de advertencia frontales de los alimentos y bebidas.
Sin embargo, el doctor Castañeda aseguró que ambas estrategias fueron percibidas en el entorno médico como buenos inicios, pero que éstas no han reflejado cambios significativos en las rutinas alimenticias o de ejercicio al interior de la población debido a la falta de concientización sobre los problemas que trae consigo la incorrecta alimentación.
“No son medidas suficientes para acabar con la obesidad. El etiquetado es un gran avance que se tuvo, bien, bien importante, en donde te específica cada producto que tiene un alto contenido calórico, que tiene un alto contenido en grasa, en sal y eso es muy importante; sin embargo, desde los padres hasta los hijos están pasando por alto ese tipo de advertencias, pero hace falta concientizar más”
Tan solo en cifras, en el año 2013, cuando inició la estrategia nacional contra la obsesidad, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSATU) más del 70% de la población adulta, entre los 30 y 60 años, padecían obesidad en México. Mientras que en 2020 -con datos de la encuesta que se realizó en 2018-, cuando comenzaron los etiquetados, las cifras aumentaron puesto que el país ya contaba con el 75.2% de población adulta con el padecimiento.
“En México 7.5 de cada 10 personas adultas y 4 de cada 10 niños y adolescentes presentan exceso de peso, lo cual sitúa en el segundo lugar de obesidad en adultos y el primero en obesidad infantil a nivel mundial”
Es por lo anterior que el médico José Antonio urgió a mejorar, desde el Estado, las medidas para erradicar o disminuir el problema, ya que consideró que “se trata de una enfermedad de gran complejidad que impacta de muchas formas a quien la padece y su entorno. Por lo tanto su abordaje debe comprender un acompañamiento multidisciplinario para trabajar el aspecto físico, emocional y mental”.
Además, apuntó a que uno de los pasos a seguir para lograr revertir la obesidad es aumentar la educación sobre la adopción de buenos hábitos desde temprana edad, especialmente porque se ha vuelto “preocupante” que el 35.6% de la población infantil presente la enfermedad.
Sin embargo, no es lo único, puesto que sentenció que será vital mejorar el nivel de conciencia acerca de la importancia de acudir a profesionales de salud de manera oportuna, así como que los especialistas estén comprometidos con dar la orientación y el acompañamiento para que los tratamientos sean exitosos.
Ya que en caso de que ni el paciente ni los especialistas trabajen con un plan correcto, la persona que tiene el padecimiento puede llegar a desarrollar patologías como hipertensión arterial, diabetes tipo II, índices elevados de colesterol y triglicéridos, problemas cardiovasculares hasta, incluso, algunos tipos de cáncer.
OPS catalogó como pandemia la enfermedad
Ante el difícil panorama mexicano, se sumó que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indicó que la obesidad y el sobrepeso han alcanzado proporciones pandémicas, puesto que en toda América desde 1975 las tasas se han triplicado en adultos; mientras que han aumentado casi cinco veces en las infancias y adolescencias.
“La Región de las Américas tiene la prevalencia de todas las regiones de la Organización Mundial de la Salud, con 62.5% de los adultos con sobrepeso y obesidad -64.1% de los hombres y 60.9% de las mujeres). Si se examina únicamente la obesidad, se estima que afecta a un 28% de la población adulta (un 26% de los hombres y un 31% de las mujeres la padecen”, sentenció en su artículo la organización.
Frente a todo el problema de salud que enfrenta la región, en 2014 el pleno de la OPS aprobó unánimemente el Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia, con el que se busca implementar un conjunto de políticas, leyes, reglamentos e intervenciones efectivas al interior de los Estados Miembros; ideas que se han buscado seguir en México, pero que, como se observó anteriormente, hasta el momento no han tenido los resultados esperados.
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