Francisco Sánchez, mejor conocido como Don Panchito, tiene 76 años de vida, de los cuáles cincuenta prácticamente los dedicó al mundo de la natación profesional.
Desde hace tres años Don Panchito trabaja —por convicción propia— como repartidor en una aplicación de comida, luego de que por su edad fuera excluido del deporte y lo obligaran abandonar las albercas.
Aunque ya no pudo dedicarse a lo que ama, sigue trabajando y se mantiene orgulloso de ser autosuficiente.
Su zona de trabajo es la mítica Avenida Paseo de la Reforma en la Ciudad de México. No descansa ningún día. Trabaja ocho horas diarias de lunes a domingo. Aunque algunos le dicen que ya descanse en su casa, él considera que no puede ser sedentario, por lo que para muchos es un claro ejemplo de superación, disciplina y amor al trabajo.
Don Panchito contó su historia a Infobae México y confirmó que a su edad ya no persigue ningún beneficio económico. Su principal motivación, aseguró, es seguir manteniéndose en forma para no descuidar su salud, pero sobre todo, para no aburrirse.
¿Cuántos años tiene trabajando como repartidor de aplicación?
Yo empecé en febrero de 2019.
¿A qué se dedicaba antes?
Yo era uno de los mejores entrenadores que había en el deporte de natación. Trabajé más de 50 años en varias albercas como Nelson Vargas y el CAAAN (Centro de Actividades Acuáticas de Alto Nivel del IMSS).
¿Usted entrenaba a los olímpicos?
Sí, yo entrenaba a los chavos que iban a competencias internacionales y nacionales.
¿Qué les enseñaba?
Mi disciplina era primero la escuela y después el deporte. El que iba mal en la escuela, yo lo sacaba de mi grupo. Entonces todos ellos ya sabían que tenían que estar bien en la escuela para poder entrenar conmigo. Había papás que me decían que sus hijos iban mal en la escuela. Yo no los regañaba, nomás les preguntaba ‘¿cómo vas en la escuela? Si me decían ‘bien’, les decía ‘a poco, a ver, dile a tu maestra que me mande una copia de tus calificaciones para ver si es cierto que vas bien’. Cuando me la llevaban iban reprobando materias. ‘¿No que ibas bien? O te pones al corriente o ya no nadas”.
¿Cómo ve usted a los jóvenes de ahora?
“A muchos jóvenes de ahora no les gusta trabajar. Les gusta nomás andar ahí, que papi les dé y ellos nomás estiran la mano. Inclusive a los mismos nadadores que eran así con sus papás yo les decía ‘lávale el coche o haz algo y después le pides’. A los jóvenes de ahora no les gusta trabajar, quieren que papá les dé todo. Desgraciadamente los papás son los que hacen al hijo flojo”.
¿Cómo se siente a su edad?
Bien, yo iba al seguro social porque tengo diabetes. Me la pronosticaron antes de que trabajara aquí. La doctora me decía que tenía que caminar o nadar. Entonces yo entré aquí porque un compañero me dijo: ‘’¿Por qué no entras en Uber? Ahí caminas y te ganas un dinerito”. Al principio no me mandaban lejos, pero ahora sí me mandan lejos. Hay caminantes que agarran bicicleta. Yo no, desde que empecé aquí he sido caminar y caminar, y pues aquí andamos.
¿No le da miedo por la pandemia? ¿Alguna vez se ha enfermado de coronavirus?
No me daba miedo porque nos decían ‘hay que echarse gel, hay que hacer esto, hay que hacer aquello, cubre tu boca y no te acerques mucho a la gente’. Yo hago todo eso. Había gente que me decía que tenía el virus, pero me decían que les dejara el pedido en la puerta.
¿En su familia nadie se enfermó?
A una de mis hijas sí le dio la otra enfermedad (Ómicron), pero no le dio tan fuerte.
¿Qué le dicen sus hijos? ¿Ellos estuvieron de acuerdo en que trabajara acá?
Platiqué con mis hijas, las mayores, y les dije que iba trabajar en esto. ‘Si te sientes bien, pues órale’. La verdad a mí no me gusta estar inactivo porque me siento mal.
¿Trabaja de lunes a domingo? ¿Cuántas horas?
Sí, todos los días de ocho y media a cuatro.
¿Qué le dicen sus clientes? ¿Se sorprenden de verlo tan trabajador?
Sí, algunos. Gente que anda en la calle se acerca y me dice: ‘tenga para que se eche un refresco”.
¿Qué le diría a los jóvenes que no quieren trabajar?
Pues que traten de hacer algo. No todo lo va hacer papá. Al rato ya no va estar y qué van hacer ellos. Es cuando se vuelven delincuentes o se ponen robar porque no saben hacer nada.
¿Alguna vez intentó regresar a trabajar como instructor de natación?
Sí, pero me rechazaron por la edad. Me decían ‘ya estás grande’. Yo trabajé en la acuática Nelson Vargas pero de ahí me sacaron. Tuve problemas con el entrenador porque a mí me gusta dedicarme a lo mío, no me gustaba estar platicando. Los chavos me seguían porque les gustaba cómo los entrenaba, pero el otro entrenador se molestaba. (Al final) me echaron política entre el entrenador y el director. El dueño de las acuáticas Nelson Vargas me mandó decir ‘aquí está tu liquidación, ya te puedes ir, porque dicen que te duermes’. Nunca pude hablar (directamente) con él. Busqué otras albercas pero me rechazaron por la edad. Yo creo que vale la más la experiencia de alguien grande que de un chavo. Algunos entrenadores piensan que porque salieron de la escuela de educación ya saben un montón y no es cierto. Tienen su título y todo pero la natación es de constancia y estar viendo todo. A mí me gustaba observar a todos los nadadores y platicar con los entrenadores sobre los estilos. Inclusive llegue a platicar con entrenadores gringos.
¿Si alguien le ofrece trabajar en una alberca privada, usted iría?
Sí, claro, inclusive una señora quería que le corrigiera a su hija un estilo pero la alberca donde ella estaba no permitía la entrada a gente grande.
¿Por qué cree que pase eso en México?
Piensan que porque un ya está grande y viejo hay que aventarlo al basurero. Y no es cierto, un señor grande tiene más experiencia que un chavo que va empezando. Ese chavo incluso puede que aprenda más gracias al contacto con ese señor grande. Pero aquí ya no quieren aceptar a la gente grande. Como dicen ‘el cuero se arruga pero por dentro está muy bien uno”.
¿Qué ha sido de sus alumnos?
Después de competir, muchos de ellos ya se dedicaron a sus familias, son casados. Muchos tienen hijos o están trabajando en distintas cosas. Todos siempre me dicen ‘gracias a usted’, pero yo les digo ‘no, gracias a ti que le echaste ganas y entendiste”.
¿Qué le dice la gente en las redes sociales?
Hay que gente que es mala y agarra las fotos y escribe leyendas que no son ciertas. Como un fulano que me sacó una foto dormido en el metro. La publicó y cuando se cayó el metro (de la Línea 12) sacaron la foto diciendo que yo me había matado ahí. Yo ni uso esa línea.
¿Sus compañeros lo apoyan?
Sí, hay compañeros que me cuidan mucho.
¿Usted está contento? ¿Cuánto tiempo piensa seguir trabajando?
Mientras el cuerpo aguante, como dicen, ahí seguiremos caminando. En mi casa (En Ecatepec, Estado de México) estar ahí en una silla sentado durmiendo, eso no es vida. Yo desde los ocho años empecé a trabajar en cualquier cosa. Yo vengo del estado de Hidalgo. Mi padre y mi madre murieron, me quedé con una señora a los diez años. Desgraciadamente ya se murió, pero ella fue la que me enseñó muchas cosas. Yo trabajaba haciendo flores y adornos para árboles de navidad. En ese tiempo me ofrecieron ser torero, pero dije ‘no, gracias’. Ahorita yo estaría en Puerto Rico, porque en esa época me invitaron allá como entrenador, pero nunca se hizo. Me invitaron a entrenar al equipo de Sonora, pero tampoco se hizo.
En mi época como entrenador yo me apoyaba con el metodólogo Armando Sánchez. Él era el mejor. Cuando mi gente no avanzaba o progresaba yo platicaba con él. Le decía ‘fíjate que mi gente no baja sus tiempos, cómo le hago’. El me preguntaba: ‘cómo estás entrenando’. Ya le explicaba: ‘así y así’. Me decía ‘tienes que hacer esto y el otro’. Yo siempre busqué a los entrenadores que tenían buena gente y al metodólogo, me apoyaban un montón.
¿Está orgulloso de todo lo que ha vivido?
Sí, yo viajé mucho gracias a los nadadores que metía (a las competencias). Yo era el entrenador que más metía gente a juegos Panamericanos y Centroamericanos. Me fui a Europa y allá terminé mi ciclo como entrenador.
Desgraciadamente hay entrenadores que eran muy amigos míos y ya murieron. Yo no quiero ser un mueble viejo, quiero tener actividad.
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