“De eso no tenemos idea nadie de nosotros. No entendemos qué fue lo que lo motivó para que esté diciendo lo que está diciendo”, cuenta en una llamada telefónica desde el penal de Santa Martha Acatitla, Alejandra Cuevas, la mujer de 68 años que resultó detenida tras el conflicto protagonizado por el fiscal general de México, Alejandro Gertz Manero y la familia política de su difunto hermano Federico.
El hermano del fiscal mexicano murió en septiembre de 2015. La autopsia señaló prácticamente el deterioro de su salud como la causa del deceso. Pero Alejandro Gertz Manero acusó a Laura Morán –pareja por casi cinco décadas de su hermano y en ese momento de 88 años de edad– y a sus hijas Laura y Alejandra Cuevas, de homicidio por omisión de cuidados a Federico.
Y esa motivo tiene desde octubre de 2020 a Alejandra Cuevas encarcelada. Desde el penal se comunicó con Infobae para contar su historia.
“Era a mi mamá a la que le traía coraje...”
“Yo era la hija y en cinco minutos la que está acá, desde hace seis meses, soy yo”, apunta en referencia al giro que ha dado su vida desde que fue acusada. Cabe mencionar que la denuncia en contra de ella y de su madre había sido postergada en dos ocasiones por la justicia de la capital mexicana. No encontraban razones contundentes para considerarlas responsables.
Alejandro Gertz fue nombrado en 2018 por el presidente Andrés Manuel López Obrador como la máxima autoridad de justicia en México. En 2020 el caso de Laura Morán y su hija dio un repentino cambio: en medio de un proceso lleno de irregularidades –establecidas en documentos legales en poder de Infobae– fueron declaradas culpables y Alejandra fue detenida y sentenciada con un auto de formal prisión.
“De repente se voltea todo esto y no entendemos cuál es la saña con la que está actuando”, señala la entrevistada.
Alejandra describe a la familia Gertz Manero de un estilo “muy alemán”. Lo dice para explicar la relación que ella y su familia tenían con Federico. Entonces cuenta que el trato que tuvieron con él era bastante cordial, pero no excesivamente afectuoso o cercano. Y con su hermano el fiscal, añade, era casi inexistente, “porque era un político afamado, con mucho trabajo, y nunca se nos ocurrió”.
“No había manera de que se me inculpara. Yo iba una vez a la semana a casa de mi mamá. Los acompañé una sola vez al médico, y todas esas declaraciones están hechas por los médicos de él”, insiste. Pero la sentencia en su contra argumenta que ella iba a casa de su madre y Federico a diario, y que a este último lo acompañó a todas sus consultas médicas.
También cuenta que cuando le preguntó a uno de los médicos enviados por el ahora fiscal para la atención de Federico, si él la conocía a ella, la respuesta fue: “Yo a usted nunca la vi acercarse al paciente”.
Y en ese sentido apuntan las declaraciones del personal que atendió a Federico Gertz en las últimas semanas que estuvo en su vivienda, mismas que están recabadas en el amparo que fue interpuesto por la entonces defensa de Alejandra Cuevas al momento de su detención, así como en las interpretaciones en criminalística hechas por un perito profesional.
“Yo no quiero que me ayude nadie”, sostiene firme Alejandra, “yo nada más quiero que lean el expediente y que se sepa la verdad”.
Entre las principales incongruencias que reclama es que, en el giro que dio su caso, le atribuyeron la figura de garante de Federico Gertz, es decir, la persona a cargo de sus cuidados, requisito legal para poder juzgar alguien por homicidio por omisión. Incluso cuenta que en el momento en el que el hermano del fiscal falleció ella se encontraba fuera de México.
Asimismo señala que denunciar una “omisión de cuidados” es casi que ilógico, tomando en cuenta que, como está estipulado en declaraciones oficiales del caso, el mismo Alejandro Gertz Manero mandó a casa de su hermano un equipo de médicos, elegidos por él mismo, para que lo atendieran.
“Si a mí me hubieran dado el expediente antes, no estaría yo aquí”, comparte Alejandra con Infobae.
“La autopsia, ¿qué dice, de qué se muere el señor?”
Se refiere al expediente del caso. Su primer abogado, de apellido Jiménez O’Farrill lo tuvo en su poder los cinco años que trabajó su situación. En septiembre pasado renunció por presuntas amenazas contra él y su familia. Pero tardó al menos dos semanas en regresarle la carpeta de todo su peregrinaje legal. Sin esos papeles ningún nuevo defensor sería capaz de retomar el caso con inmediatez. Y cuando por fin le regresó esa papelería y ella la llevó a un nuevo abogado, fue el día que la detuvieron mientras circulaba con su hijo Gonzalo por la avenida capitalina Paseo de la Reforma, el 16 de octubre de 2020.
Alejandra hace especial énfasis en el expediente porque este contaba con el último amparo que su anterior defensa obtuvo, luego de que por tercera vez se retomara la denuncia en su contra. El recurso era para que no la llamaran ni a ella ni a su mamá a declarar ya que al ser adultas mayores, salir en plena pandemia de mediados de julio de 2020, les representaba alto riesgo.
En resumidas cuentas, ese elemento legal detenía el proceso que buscaba volver a juzgar a Laura Morán y a Alejandra Cuevas, al menos hasta después de mediados del pasado octubre. Pero fue desde el 25 de septiembre que se ejerció acción penal en su contra y el 2 de octubre se libró la orden de aprehensión.
Entonces ella concluye que, cuando fue a firmar los papeles de la salida de su primer abogado del caso fue que, sin que se diera cuenta, le hicieron firmar también una presunta renuncia a dicho amparo.
“Todo fue hecho suciamente para que yo no tuviera escapatoria”, dice con la voz llena de frustración. El pasado 19 de octubre la Juez Sexagésimo Séptimo Penal de la Ciudad de México le dictó auto de formal prisión.
“La relación con Alejandro la tenía mi mamá”
Hace un mes, el segundo defensor que tuvo desde el día en que fue encarcelada también dejó su caso, adjudicando su decisión a que tenía mucho trabajo, dice extrañada Alejandra.
Por otro lado, una de las grandes incógnitas para Alejandra Cuevas es: ¿y por qué ella?... entonces refiere que en todo caso, el problema pareciera ser con su mamá, pero como es una mujer de 94 años, pues optaron por desquitarse con ella.
“El marido era de ella, no era mío. Yo no tenía absolutamente nada que ver con ellos”, recalca Cuevas. Y abunda en el vínculo de ambos. Cuenta que, aunque no perfecta –ninguna lo es– la relación entre Laura Morán y Federico Gertz era muy buena, llena de cariño y respeto. “Mi mamá era una geisha de Federico”, señala para dar una idea, “se acompañaban todo el día”.
También menciona que ni su hermana Laura Cuevas, ni sus sobrinas Regina y Fernanda Castillo –esta última casada con el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo–, han establecido comunicación alguna con ella desde que empezó toda la persecusión legal. Le extraña, señala, al tomar en cuenta que ella y sus hijos eran muy unidos a su hermana y sus hijas.
En tanto, Alejandra Cuevas lleva seis meses encerrada en el penal. El proceso de adaptación, indica, no le ha sido nada fácil. Pero se dice una persona de espíritu fuerte, mismo que hace evidente su voz durante toda la llamada telefónica. También sostiene tener la esperanza de encontrar justicia pronto para recuperar su libertad.
“De que vamos a dar la batalla, la vamos a dar”.
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