Luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador reconociera públicamente que se encontraba enfermo de COVID-19 -padecimiento que ya ha cobrado la vida de 150,273 personas en México-, resurgió el tema de la importancia de la salud del mandatario en turno, toda vez que impacta directamente en la gobernabilidad del país.
El mismo López Obrador ha hecho del conocimiento público que es hipertenso y que ha padecido dos infartos, lo que, aunado a su edad (67 años), lo sitúa como población en riesgo de agravamiento ante el nuevo coronavirus, por lo que su salud se vuelve un asunto de seguridad nacional.
Sin embargo, el político tabasqueño no ha sido el único presidente en funciones que ha caído en cama por una enfermedad.
En la historia reciente, al menos cuatro mandatarios previos a López Obrador han enfermado o tenido alguna situación de salud.
En el año 2000, cuando Ernesto Zedillo aún era presidente de la República, apareció en silla de ruedas, luego de ser intervenido quirúrgicamente en una rodilla, tras lesionarse jugando al tenis.
En 2003, ya con Vicente Fox como mandatario, se puso en la mesa la importancia de la salud del presidente. En marzo de ese año, Fox Quesada fue internado para ser operado de una hernia discal en la columna vertebral. Aunque la cirugía fue exitosa, su recuperación llevó un mes. Durante ese tiempo, el secretario de Gobernación Santiago Creel, estuvo al tanto de la situación del país.
Fue en ese momento en que diversos especialistas alertaron sobre los vacíos legales ante la ausencia del presidente. Aunque la situación se debatió, se olvidó luego de que Vicente Fox regresó a sus funciones.
Aunque Felipe Calderón no enfermó durante su gobierno, el presidente de extracción panista fue visto con un cabestrillo en el brazo izquierdo. La versión oficial señaló que el mandatario cayó de su bicicleta mientras hacía ejercicio, por lo que se fracturó el hombro, además de una contusión en la rodilla.
Después, cuando Enrique Peña Nieto fue presidente, el priista fue ingresado en dos ocasiones a un quirófano.
La primera de ellas fue el 31 de julio de 2013, en donde le extirparon un nódulo tiroideo. Fue anestesiado de forma general. La segunda ocasión fue el 26 de junio de 2015, en la que se le extirpó la vesícula biliar.
Después de esa segunda cirugía y desde la cama del Hospital Central Militar, Peña Nieto aseguró que estaba al frente del gobierno.
“No estoy inválido ni discapacitado, no tengo ninguna discapacidad, estoy al frente de esta actividad, estoy en un proceso de convalecencia normal, regular, tengo una operación que, entiendo, es algo frecuente, pero estoy muy al tanto siguiendo lo que está ocurriendo en México y en otras partes”, aseguró.
Anteriormente, otros mandatarios también sufrieron algunos padecimientos de salud: Adolfo López Mateos sufría migrañas derivadas de un problema neurológico, Gustavo Díaz Ordaz fue operado por un desprendimiento de retina, Luis Echeverría tenía padecimientos renales y José López Portillo padecía sinusitis.
El tema de la salud del presidente en turno siempre genera polémica y preocupación. Luego que se diera a conocer que Andrés Manuel López Obrador estaba enfermo de COVID-19, en redes sociales surgió la noticia falsa que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, también había sido contagiada de coronavirus, lo que provocó incertidumbre sobre en quién recaería la conducción del país en el caso de que el presidente y la titular Gobernación enfermaran gravemente.
De acuerdo con especialistas, hasta el momento no se establece en ninguna Ley qué procede en caso de que además del presidente de la República, también se ausente el secretario de Gobernación.
El artículo 85 de la Constitución señala que si el presidente solicita licencia para separarse del cargo hasta por 70 días naturales, el secretario de Gobernación asumirá la titularidad del Poder Ejecutivo.
También se prevé que en caso de falta absoluta del presidente (ya sea por renuncia o muerte), la Constitución advierte que el secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o sustituto.
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