Cae la noche en Paseo de la Reforma y una escena contrasta con la quietud que se observa sobre la avenida más importante de la Ciudad de México a causa de la cuarentena por el Covid-19: alrededor de 500 personas se encuentran formadas para obtener algo de comida.
La fila comienza en el número 18 de la calle de Génova, sigue por Reforma y da la vuelta hacia la calle de Belgrado, en la Zona Rosa. De acuerdo con algunos testimonios obtenidos por Milenio, en la línea había 380 hombres y 110 mujeres entre ellos personas en situación de calle que desde hace tiempo se forman para comer, pero también gente que perdió su trabajo derivado de la pandemia del coronavirus.
En la fila de mujeres se encontraba la señora Linda Sánchez, quien desde hace más de dos meses perdió su empleo haciendo limpieza en una de las oficinas de la zona. Está formada con su hija adolescente para recibir una torta de pollo o jamón con huevo; algo de fruta, una botella de agua y galletas dulces y/o saladas.
“Nos quedamos sin empleo muchas personas, porque dijeron que ahorita no nos iban a necesitar por esto de la pandemia”. Y aunque ha tratado de buscar otro trabajo, no ha encontrado una oportunidad.
Milenio habló con el señor Juan Carlos Martínez, quien también está desempleado por la pandemia. Solía trabajar en un Seven Eleven. Junto con él otro hombre vestido de camisa pide que no lo graben con la cámara de televisión. “No quiero que mi familia me vea aquí formado para pedir comida”, clamó.
Los testimonios siguen surgiendo.
La señora Brígida Ricardo Matilde, de origen otomí se dedica a vender artesanías y también se acercó a pedir comida. Por la cuarentena no ha podido vender sus muñecas. “Uno ya no come como antes, mis niños quieren un litro de leche y comer algo diario diferente, pero ahora ya no se puede. Teníamos un poquito de dinerito ahorrado, pero así de que ya no salimos, se fue gastando de a poquito”, dice la indígena que ahora intercambia sus artesanías por una despensa.
La Comunidad Sant’ Egidio México es la organización de laicos que se encarga de preparar y repartir la comida para las personas necesitadas. César Cárdenas, miembro de esta comunidad, explicó cómo cambió la realidad de la fila desde que comenzó la pandemia.
“Nos hemos dado cuenta de que hay un número de pobres, de gente que ha perdido su trabajo o gente que se dedicaba al comercio informal que ha dejado de vender porque la misma gente que está por la calle tiene miedo a consumir los productos”.
La organización de laicos pasó de entregar 200 cenas los miércoles a servir 1,000 en dos días: lunes y miércoles.
Por la tarde, Raymundo Hernández, un hombre de 42 años que desde que tenía 11 vive en la calle, llegó al predio donde preparan la comida. Se dedica a bolear zapatos, pero como gran parte de los habitantes de la ciudad están en casa, no tiene a quien ofrecer sus servicios.
Raymundo, dice que antes del coronavirus comía varias veces al día lo que le regalaban en los restaurante, pero eso se acabó. “Tenemos que trabajarle aunque sea el día para comer un plato del día”.
César con otros voluntarios hacen todo lo que pueden para ayudar a la gente. “Lo importante es que esto no nos mantenga indiferentes”, señaló.
De acuerdo con cifras del Coneval, la pandemia dejará en México alrededor de 10 millones más de pobres, además de que se pueden revertir los avances en desarrollo social que se habían tenido en la última década.
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