En medio de la epidemia de coronvavirus que afecta a México y al mundo, mientras el país vive la peor etapa de contagios masivos y a la expectativa de la nueva proyección que las autoridades científicas y sanitarias darán a conocer, voces en la oposición y aquellos críticos de la administración han presionado con un tema específico: que el presidente Andrés Manuel López Obrador se realice la prueba para saber si tiene COVID-19.
“El gobierno federal y el otro López (Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud) se la pasan anunciando datos en sus diapositivas, pero es mejor bien hecho que bien dicho y el presidente y su equipo no lo hacen bien”, declaró a Infobae México el doctor Éctor Ramírez Barba, diputado del Partido Acción Nacional (PAN).
El también secretario de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados señaló que “es de la máxima importancia saber si un secretario (ministro) o un presidente están enfermos”. Pero el mandatario, añadió, “no quiere dar el ejemplo, quiere minimizar las cosas, el milagro no ocurrió y se pierde de vista que la gente que murió hasta ahora no debía de haber muerto, pero el gobierno tardó en actuar”, precisó.
Este presidente apuesta al riesgo, minimiza todo
Con esa actitud, precisó el legislador, se continúan manejando durante una de las grandes crisis sanitarias en la historia moderna. “En las reuniones que sostiene con su gabinete, o entre otros funcionarios, no se percibe que guarden la sana distancia. A algunos los han descubierto comiendo juntos, charlando muy de cerca, y no se ve que respeten el lavado de manos", completó.
Esto empeora con la noticia que se dio a conocer el lunes: Irma Eréndira Sandoval, titular de la Secretaría de la Función Pública (SFP), reportó haber dado positivo a la prueba de COVID-19 el pasado 20 de abril y tardó siete días en darlo a conocer, después de que la información se filtrara, en lo que fue el primer caso confirmado en el gabinete de López Obrador.
“Que la secretaria haya dado positivo hace pensar en su gente, sus colaboradores, el resto de personas con las que interactuó físicamente, podrían estar enfermos”, indicó Ramírez Barba.
Sandoval estuvo reunida tres días antes de dar positivo con el secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, además de la titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla. Ambos han asistido a otros eventos oficiales desde ese día, por ejemplo, a la conferencia vespertina del subsecretario de Prevención y Promoción, Hugo López-Gatell, en Palacio Nacional.
En dichas reuniones, de acuerdo con las propias fotos oficiales que los funcionarios suben a sus redes sociales, la Sana Distancia no se respeta durante las reuniones.
“Obvio se han estado rompiendo criterios, cuando alguien así sale enfermo, se debe revisar todo, con quiénes se juntó, su cadena de mando. No se faltó a la ética dando a conocer el positivo, se faltó a la ética no haberlo dicho en el primer momento en que salió positivo”, aseveró el diputado panista.
Sin embargo, el gobierno ha explicado en distintas ocasiones por qué no se realizan las pruebas entre los integrantes del gabinete o el mismo presidente. "Una reacción natural es que si soy contacto, quiero hacerme la prueba para saber si tengo o no la enfermedad. Es legítima la solicitud, pero en términos médicos no corresponde con la utilidad de la prueba porque va a salir negativa mientras no haya síntomas”, aclaró López-Gatell.
Las reuniones que sostuvo Sandoval fueron antes del positivo, y a partir de que mostró síntomas y se confirmó su situación, la funcionaria se aisló con los protocolos marcados por las autoridades sanitarias. Lo mismo ocurrió con el funcionario de Salud y con el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, quien también dio positivo después de visitar el Palacio Nacional a finales de marzo.
En aquel momento, López-Gatell indicó que la probabilidad de que una persona en el periodo previo a los síntomas, es decir el periodo de incubación, sea contagioso es muy baja.
¿Prueba sí o prueba no?
La opinión de Ramírez Barba es compartida por todos sus compañeros de su bancada en la Cámara de Diputados. “Queremos estar seguros de la salud íntegra de los asesores de Palacio Nacional, para que las decisiones sean bajo plena conciencia y descartar cualquier sospecha. El país debe seguir su ritmo con un presidente fuerte, íntegro y sano”, precisó en un comunicado el legislador panista Luis Mendoza en representación del resto de sus compañeros.
Los diputados del PAN están entusiasmados por conocer aquella “fuerza moral” de la que tanto se presume. “Es un tema de interés nacional, Andrés Manuel hasta hace unas semanas hacía giras y convivía con personas que han resultado contagiadas”, añadió.
Los legisladores de la principal fuerza opositora parlamentaria de la actual administración hicieron referencia a la frase de López-Gatell, el principal portavoz del gobierno de López Obrador con respecto a la pandemia, cuando fue cuestionado a mediados de marzo sobre si el mandatario era una fuerza de contagio.
“La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio. En términos de una persona, de un individuo que pudiera contagiar a otros, el presidente tiene la misma probabilidad de contagiar que tiene usted o que tengo yo”, indicó López-Gatell.
Y es que López Obrador mantuvo sus giras y eventos multitudinarios, donde la sana distancia eran anecdóticas, incluso cuando la epidemia ya había comenzado en el país. Más tarde, con la intensificación de los contagios, el presidente rectificó su postura, por la que fue comparado en su momento con su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump.
Sin embargo, ni entonces ni ahora el mandatario ni su círculo cercano se han realizado la prueba, como sí lo hizo Trump en su momento. Por ello, los cuestionamientos aumentaron cuando el fin de semana pasado se dio a conocer que una persona de la Secretaría de Salud (SSa), de la parte de comunicación social, dio positivo a coronavirus después de estar presente en Palacio Nacional, donde vive y despacha el presidente.
López-Gatell explicó que esta persona se presentó a la conferencia de prensa en Palacio Nacional el lunes 20 de abril. “Nos llevó a estar en una situación de potenciales contactos a todos a los que estamos en este recinto”, comentó. De acuerdo con López-Gatell, esta persona presentó síntomas leves y después fue hospitalizada. Además, agregó el subsecretario, ahora se encuentra fuera de peligro.
Tres politólogos consultados por Infobae México coincidieron en que López Obrador debería realizarle la prueba, e incluso en algunos casos, precisaron que resto del gabinete también debería someterse al test.
“Se deberían hacer la prueba a todos aquellos que forman parte del gabinete presidencial: daría certidumbre, daría seguridad la administración pública y sobre todo en términos médico asistenciales”, aseguró Ulises Corona, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Por su parte, el analista y consultor político Fernando Dworak precisó que estaría a favor de que López Obrador se hiciera la prueba “por un asunto de interés, ¿está seguro el presidente?”, dijo. Sin embargo, destacó que, a pesar del interés público, también hay criterios de privacidad.
En general, la transparencia se exige para competir por el cargo, pero no hay mucha claridad sobre el ejercicio
Además, para Dworak, hay criterios claros sobre la declaración de enfermedades físicas (también las degenerativas), pero no mentales. “Y estoy de acuerdo con ello, ¿quién está o no loco?”, añadió el analista.
En cambio, el doctor en ciencias políticas por la The New School for Social Research de Nueva York, Gustavo López Montiel, además de coincidir en que tendrían que hacerse la prueba, “es posible que ya se las hayan hecho”.
“No darlo a conocer envía un mensaje de fuerza y poder, es decir, el presidente cree que cualquier signo de debilidad puede poner en riesgo su popularidad”, explicó López Montiel. “Y hacerse la prueba sin necesidad es debilidad para él”, puntualizó.
Mientras tanto, el país ya acumula 1,732 muertos por coronavirus. Además, en territorio nacional hay 17,799 casos acumulados, de los cuales 5,444 son activos. La cifra de sospechosos creció a 13,263 pacientes.
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