En México la carne de pollo es la más consumida, con un promedio de entre 30 y 32 kilogramos por persona al año. Su consumo tan alto es debido principalmente a que es la más barata y accesible a la población.
El país está ubicado en el top diez de los productores de carne de pollo y huevo del mundo, con el sexto y cuarto lugares, respectivamente. En América, sólo Brasil y Estados Unidos son más relevantes. Por si eso fuera poco, los mexicanos son el consumidor número uno de huevo en el orbe, con una caja por persona al año: alrededor de 22 kilogramos.
En medio de todo ese consumo, existe un mito arraigado en la cultura popular sobre el uso de hormonas en la producción avícola. El origen del mito se remonta a la década de los 50, diez años antes del comienzo de la avicultura industrial.
Presuntamente en esos años se usó en Europa un estrógeno sintético denominado DES (dietilestilbestrol) para castrar hormonalmente a los pollos y hacerlos engordar con más facilidad, además de obtener una carne más tierna. En ese entonces, las hembras estaban exclusivamente destinadas a producir huevos.
La hormona se aplicó en varias especies, y de acuerdo a la historia, en la producción avícola se empleo en gallitos de más de 100 días de vida, que en ese entonces no pesaban más de 1,700 kilogramos. Con el uso de la DES, las aves llegaban a pesar hasta 3 kilogramos en medio año.
A pesar de la creencia popular, los científicos aseguran que no se suministran hormonas a los pollos destinados al consumo humano. Pilar Castañeda, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que lo que las hace inviables es principalmente su costo.
Castañeda, consejera del Instituto Nacional Avícola, acentuó que la principal razón para descartar el uso de hormonas en los pollos es la económica, "no son costeables". Además, en un ciclo de vida largo de esta ave, que es de escasas 10 semanas, no habría tiempo suficiente para que las hormonas tuvieran efecto, así que su uso no reportaría beneficio alguno.
La científica explicó que, efectivamente, en la década de los 50, en Europa hubo un problema de niños con precocidad en genitales. Y tras una investigación, se encontró dietilestilbestrol en la comida para bebés. Sin embargo, no eran las aves, sino los bovinos los que estaban infectados con la hormona.
"Al parecer esa hormona se utilizaba en bovinos, pero actualmente está prohibida en nuestro país y en muchas otras naciones. Así pudo surgir la idea de que en todas las especies se utilizan, pero es mentira", dijo.
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No es que la ciencia no haya intentado aumentar su desarrollo a través de elementos sintéticos, sino que los experimentos fracasaron. Hubo casos en los que se les inyectó a diario, durante 49 días, hormonas de crecimiento a los pollos sin que hubiera beneficios, pues terminaron pesando lo mismo.
A pesar de estas explicaciones, el mito de su uso continúa y no es fácil encontrar referencias al respecto.
Mejoramiento genético
En la década de 1950 un pollo alcanzaba el peso de mercado en 10 u 11 semanas, actualmente lo hace en siete, debido a varios factores, uno de ellos es el mejoramiento genético.
"En una población se eligen los mejores animales: a los que crecen más rápido con la alimentación y desarrollan mayor masa muscular se les cruza entre ellos", dijo Castañeda.
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Luego se agregan animales que muestran características de otras poblaciones, hasta llegar a un nivel donde los padres heredan esas particulares a sus descendientes. Este mejoramiento ha sido desarrollado por más de 100 años, y con mucho tiempo y dinero se obtienen estirpes genéticas.
En ese aspecto, México tiene dependencia genética, pues las empresas compran en el extranjero parvadas progenitoras y reproductoras que darán origen a los pollos de engorda. Lo cierto es que el pollo que se consumía hace 30 o 50 años no es igual al de ahora.
Uno de los factores que ha hecho que la avicultura crezca a ese nivel es la tecnificación. La de aves es la producción pecuaria que más tecnología emplea, tanto que es posible colocar vacunas a nivel embrionario con ayuda de robots.
Como animal de crianza, el pollo se considera un animal noble al ser altamente eficiente para convertir el grano en carne y ganar el peso que se requiere para su comercialización muy rápido.