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Por Fernando Guarneros
Apenas tiene 18 años y cursa su primer año en la Facultad de Medicina en la UNAM, pero Imelda Galloso ya decidió donar su cuerpo para que la misma institución donde ahora se forma, una vez sin vida, lo investigue; tal vez hagan descubrimientos importantes gracias a su acto altruista o simplemente contribuya al conocimiento y entrenamiento de los médicos en el futuro.
El Programa de Donación de Cuerpos de la Facultad de Medicina se instauró en octubre de 2016 después de que autoridades de la Universidad se dieran cuenta de que era necesaria la remodelación del anfiteatro de la escuela. Por eso visitaron universidades de Estados Unidos donde la cultura de la donación de cuerpos ya estaba arraigada y regresaron con la idea de desarrollar un programa propio de la UNAM.
Al inicio, relata el doctor Diego Pineda, jefe del departamento de innovación de material biológico humano y responsable del programa, la idea que se tenía respecto a la recepción de la gente era que iba a influir la religión y sus creencias, "pero nos dimos cuenta de que estábamos equivocados, que el mexicano es altruista y le gusta donar, pero no sabe dónde puede hacerlo".
El programa por un lado da herramientas tanto a estudiantes de medicina como a especialistas de diferentes áreas de la salud para mejorar sus prácticas profesionales y, por el otro, impulsa proyectos de investigación acerca de las enfermedades y causas de muerte de la población mexicana.
Para hacer válido el registro únicamente es necesario que la persona interesada ponga su huella dactilar y firma en un documento expedido por la UNAM, así como la firma de dos testigos quienes respetan la decisión del donante y darán aviso a la institución en caso del fallecimiento del sujeto.
De acuerdo con datos de la Facultad de Medicina, en 2016 se inscribieron 27 personas y ahora llevan más de 2.000. Además, se han recibido más de 40 cadáveres, de los que se conoce toda su historia clínica.
Si bien puede parecer una cifra pequeña, el doctor Pineda hace hincapié en la importancia de esos números, pues en otras universidades del interior de la república se reciben entre cuatro y ocho cuerpos de personas desconocidas al año para matrículas de más de mil alumnos.
Es importante tener en cuenta la procedencia de los cuerpos que no forman parte del Programa de Donación de Cuerpos, ya que estos llegan gracias a un acuerdo con el Instituto de Ciencias Forenses y por lo tanto no se conoce su historia clínica, pero además resalta el hecho de que pasaron por una autopsia, lo cual afecta la anatomía del cuerpo y complica su estudio.
La muerte se respeta
Imelda tomó la decisión de donar su cuerpo por influencia de su madre, quien había decidido ser donante de órganos y por sus experiencias como estudiante, pues su acercamiento con cadáveres la sensibilizó y le mostró la enorme utilidad de un cuerpo después de la vida.
Aunque su madre piensa que la donación del cuerpo "es una cultura que se debe promover", a otros miembros de su familia no les gustó su decisión debido a ideas religiosas. "Me llegaron a decir que el cuerpo era sagrado y que la muerte se respetaba", incluso le dijeron que al tomar esa elección no pensaba en sus seres queridos.
Sin embargo, la convicción de dejarle algo a las futuras generaciones de médicos en formación, como ella lo es ahora, era tan firme que incluso motivó a su madre y tía, sus testigos, a tomar la misma decisión que ella.
Según el doctor Pineda, la expectativa inicial para el Programa de Donación de Cuerpos era que la gente de entre 20 y 30 años de edad fueran los que más se inscribiera, no obstante, han sido las personas entre 50 y 60 años quienes se han registrado en mayor cantidad.
Además, esta gente, aunque conoce de la existencia de dos formas de donación: permanente o por un periodo que ellos eligen, han optado por la opción de permanecer todo el tiempo que la universidad lo requiera e investigar o practicar con cualquier parte del cuerpo que sea necesaria.
Ante la determinación de Imelda, cuyo cuerpo estará en la UNAM de forma permanente, sus amigos sólo pudieron felicitarla, ya que, relata, estaban impresionados. "Muchos me dijeron que se trataba de algo muy fuerte para ellos, que no tendrían el valor para tomar una decisión así a esta edad".
El valor de un cuerpo
Uno de los aspectos más relevantes del programa es el seguimiento anual de la salud de los donantes. Este proceso comienza con el registro de la historia clínica, donde se asientan los antecedentes heredofamiliares, así como otras enfermedades y continúa con su actualización cada año respecto a nuevos padecimientos u otros datos como si comenzó a fumar o a beber.
El hecho de tener inscritas y llevar el registro de la salud de personas muy jóvenes, explica el doctor Pineda, es de gran utilidad para la investigación. "El valor de un cuerpo al que hemos seguido durante 50 años es incalculable debido a toda la información que tendríamos, la cual puede ser usada en proyectos de investigación para entender los padecimientos de los mexicanos".
Podría pensarse que el manejo de tanta información sería un problema, pero en la UNAM desarrollaron un software para llevar el control de todos esos datos. Se trata de un expediente clínico electrónico en el que la información se puede cruzar. Es decir, a través de este programa se puede saber, por ejemplo, cuántos hombres de determinada edad y con determinada causa de muerte han llegado.
El software es propiedad de la Facultad, por lo que los datos personales acerca de la salud de los donantes se quedan resguardados en los servidores de la universidad. La decisión de desarrollar una plataforma propia se tomó debido a que se buscaba garantizar la confianza de la gente inscrita en el programa.
Además de la confianza, el respeto es otro de los valores pilar del programa, ya que se apela al principio de autonomía de los donantes, a través del cual ellos deciden en vida qué hacer con su cuerpo cuando fallezca. Esto contrasta con los cuerpos no identificados que llegan al aula, pues no se tiene ningún conocimiento sobre si esa persona en verdad quería que su cadáver terminara siendo examinado por universitarios.
Como alumna, Imelda conoce el trato que la institución le otorga a los cuerpos sin vida para estudiarlos: "Aquí se fomenta mucho el respeto hacia el cadáver. Desde el primer día que entramos a la carrera nos lo inculcaron y ha sido una gran experiencia".
El respeto no consiste únicamente en cuidar el cuerpo que llega, sino también las decisiones de los donantes. Por ejemplo, si alguna persona que ya firmó la carta de donación se arrepintió, es legal deshacer el proceso; si quería donar su cuerpo por tres años, se buscan proyectos de investigación menores a ese lapso o si su deseo era que su cuerpo sirviera a la academia, la Facultad debe acatar esa voluntad.
Por otra parte, los familiares, según el doctor Pineda, pueden apelar la determinación del donante y en ese caso ambas partes entrarían en un proceso judicial. "El problema es que hablamos de un cuerpo que acaba de fallecer, vamos contra el tiempo. Pero como institución educativa no buscamos esos problemas, por eso nuestra campaña se basa en que los familiares conozcan el programa y sepan que su ser querido está inscrito".
Independientemente del desacuerdo en las ideas, Imelda tiene la seguridad de que cuando fallezca, su familia respetará su decisión. La franqueza y transparencia con la que les habló sobre este tema contribuyó para que ella esté segura de que su cuerpo llegará a las instalaciones de la Facultad sin ningún tipo de inconveniente.
Las únicas formas de que un cuerpo inscrito en el programa no llegue a la Facultad de Medicina es si en algún momento de la vida la persona padeció Hepatitis C, VIH o tuberculosis, enfermedades que pondrían en riesgo de contagio a quien tenga contacto con ellos y tampoco pueden llegar aquellos cuerpos que son parte de un caso legal.
Incluso si una persona también es donador de órganos, su cuerpo sigue siendo parte del programa de la UNAM, pues ésta tiene un vínculo con el Centro Nacional de Transplantes. En un caso así, explica el doctor Pineda, "el cadáver primero se irá al programa de donación de órganos, se le extraen los necesarios y luego puede pasar a nuestro programa sin ningún problema".
Durante su periodo de existencia, los responsables del programa consideran que la recepción en la comunidad ha sido buena y eso se debe, en gran medida, a la confianza de la gente hacia la UNAM; no obstante, también son conscientes de que aún es necesario incrementar el número de personas registradas y replicarlo en otras universidades del país.