En Corea del Sur, el reciclaje de residuos de alimentos ha alcanzado cifras impresionantes, reciclando cerca del 97,5% de sus desechos orgánicos. Este nivel de eficiencia ha posicionado al país asiático como un ejemplo a seguir en la gestión de residuos alimentarios, en un mundo donde el desperdicio de comida sigue siendo un problema creciente. Para entender la magnitud de este logro, basta compararlo con otros países: en Estados Unidos, de las 66 millones de toneladas de restos de alimentos generadas en 2019, solo un 40% fue reciclado, mientras que el resto acabó en vertederos. A nivel global, el desperdicio de alimentos alcanzó los 931 millones de toneladas en 2019, según datos de Naciones Unidas.
La transformación de Corea del Sur en un líder mundial del reciclaje de residuos alimentarios es el resultado de décadas de cambios económicos, sociales y políticos. Durante la década de los 80, el país experimentó un crecimiento económico rápido, con una intensa industrialización y urbanización. Estos cambios trajeron consigo desafíos significativos en la gestión de residuos, ya que el aumento de la población y el desarrollo económico resultaron en un incremento notable de la cantidad de basura generada.
En 1996, solo un 2,6% de los residuos de alimentos en Corea del Sur se reciclaban. Sin embargo, la problemática generada por los vertederos se agravó a medida que crecían en número y se acercaban a zonas densamente pobladas, provocando protestas ciudadanas por el mal olor, la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente metano. Esto llevó a la movilización social y a una exigencia de soluciones por parte del gobierno.
El camino hacia la mejora comenzó en 1995, cuando se introdujo un sistema que obligaba a pagar por el volumen total de residuos generados, aunque en ese momento no se diferenciaban los residuos alimentarios del resto de la basura. Diez años después, en 2005, se prohibió la disposición de restos de comida en vertederos, marcando un punto de inflexión en la gestión de residuos orgánicos. Esta regulación impulsó la separación de los residuos de alimentos y fomentó el desarrollo de infraestructuras y tecnologías específicas para su reciclaje.
Finalmente, en 2013, se implementó el actual sistema de Pago por Peso de Residuos de Comida (“Weight Based Food Waste Fee” o Wbfwf, por sus siglas en inglés). Este sistema se basa en la premisa de que cada ciudadano debe pagar según la cantidad de residuos de alimentos que genera, lo que incentiva a minimizar el desperdicio y mejorar el reciclaje.
El éxito del sistema de gestión de residuos alimentarios en Corea del Sur se basa en un concepto fundamental: “Paga a medida que tiras”. Este principio implica que los ciudadanos pagan una tarifa en función de la cantidad de residuos de alimentos que generan, lo que ha transformado los hábitos de reciclaje y ha reducido el desperdicio de comida. La tarifa variable incentiva a la población a ser más cuidadosa con sus desechos y a contribuir al esfuerzo nacional por el reciclaje eficiente.
El sistema varía según la región o distrito e incluso entre bloques de apartamentos, ofreciendo diferentes métodos para gestionar los residuos alimentarios. A continuación, se describen las principales modalidades:
1. Uso de bolsas autorizadas
En muchos hogares, es obligatorio utilizar bolsas especiales aprobadas por el gobierno para desechar los restos de comida. Estas bolsas, que varían en tamaño, deben ser compradas por los ciudadanos. Por ejemplo, una bolsa de tres litros puede costar unos 300 won surcoreanos (aproximadamente 20 centavos de dólar), mientras que una de 20 litros tiene un costo de 1,5 dólares. Las bolsas llenas son luego recolectadas semanalmente por los servicios municipales, generalmente colocadas en el exterior de la vivienda para evitar malos olores.
2. Calcomanías para negocios de comida
Los restaurantes y establecimientos de comida suelen usar un sistema de calcomanías o stickers que deben comprar con antelación. Estos adhesivos son colocados en los recipientes de residuos de alimentos y varían en función del peso de la basura generada. Esta modalidad permite que los negocios paguen exactamente por la cantidad de restos que producen.
3. Máquinas con identificación por radiofrecuencia (RFID)
En algunos complejos de apartamentos, se han instalado máquinas con sensores de identificación por radiofrecuencia (RFID, por sus siglas en inglés). Los residentes colocan sus residuos de comida en recipientes y los llevan a estas máquinas, que identifican cada hogar mediante una tarjeta o código específico. La máquina pesa los residuos y, en algunos casos, el costo se deduce de inmediato de la tarjeta de crédito del usuario. En otros, el total se agrega a la factura mensual de servicios públicos, como el agua o la electricidad. Este sistema permite visualizar en tiempo real la cantidad de residuos generados, lo que ayuda a concienciar sobre el volumen de desperdicio.
Por ejemplo, Yuna Ku, periodista de la BBC en Seúl, comenta cómo este sistema la ha hecho más consciente del peso exacto de sus residuos de comida, lo que la incentiva a ser más cuidadosa con lo que tira. Para ella, que vive sola, el costo mensual de reciclar no supera los 5 dólares.
Este sistema se complementa con camiones equipados con tecnología RFID que pesan grandes recipientes al momento de la recolección y calculan el costo para los hogares o negocios.
El destino de los residuos alimentarios reciclados en Corea del Sur se divide en varios usos, lo que contribuye a la sostenibilidad del sistema. Los restos de comida se procesan y transforman en productos útiles, lo que ayuda a reducir la contaminación y maximiza el aprovechamiento de los recursos. Según datos de 2022, los principales usos de estos residuos son:
1. Ración para animales (49%)
Casi la mitad de los residuos alimentarios se convierten en ración para animales. Esta transformación aprovecha los restos orgánicos como fuente de alimento para el ganado y otras especies. Sin embargo, este uso presenta desafíos, ya que los residuos deben ser procesados adecuadamente para evitar la propagación de enfermedades. Por ejemplo, la fiebre porcina africana afectó a Corea del Sur y otros países asiáticos en 2019, lo que llevó a prohibir temporalmente el uso de raciones elaboradas con restos de alimentos en las granjas porcinas. Actualmente, el país sigue regulando estrictamente el procesamiento de estos residuos mediante calentamiento y fermentación, con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria.
2. Abono (25%)
El segundo destino más común de los restos de alimentos reciclados es la producción de abono. A través de un proceso de compostaje, los residuos se transforman en fertilizantes que pueden utilizarse en la agricultura y la jardinería. Esto no solo permite reducir la cantidad de desechos, sino que también promueve prácticas agrícolas más sostenibles.
3. Producción de biogás (14%)
Otro uso relevante es la producción de biogás, un combustible renovable que se genera a partir de la descomposición de los residuos orgánicos. Mediante procesos de digestión anaeróbica, los restos de comida se descomponen y producen metano, que puede utilizarse para generar electricidad y calor. Este enfoque contribuye a reducir la dependencia de fuentes de energía no renovables y fomenta la utilización de recursos alternativos.
Desafíos del sistema de reciclaje
A pesar de los avances, el sistema surcoreano enfrenta desafíos significativos que requieren mejoras continuas. Uno de los principales retos es el alto contenido de sal en los alimentos típicos de Corea del Sur, ya que el exceso de sal puede ser perjudicial para los animales si los restos de comida se utilizan como ración. Además, se necesita seguir perfeccionando las tecnologías para hacer más eficiente la producción de biogás, ya que la obtención de energía a partir de residuos requiere procesos de conversión óptimos.
La experta en pérdida y desperdicio de alimentos de la FAO, Rosa Rolle, señala que aunque existen estudios que demuestran la seguridad de las raciones para animales elaboradas a partir de restos de comida, siempre es fundamental garantizar el uso de métodos de procesamiento adecuados. Además, el sistema de Corea del Sur debe continuar evolucionando para mantener el equilibrio entre eficiencia, seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental.
El sistema de reciclaje de residuos alimentarios en Corea del Sur se apoya no solo en incentivos financieros, sino también en la estricta regulación y cumplimiento de la normativa, lo que ha llevado a una gran aceptación y cumplimiento por parte de la población. La normativa exige separar adecuadamente los residuos de alimentos, y los ciudadanos que no cumplan con estas reglas están sujetos a multas significativas.
Multas por incumplimiento
Las sanciones por incumplir las normas varían según la gravedad de la infracción y el tipo de usuario. En el caso de los hogares, las multas pueden superar los 70 dólares por arrojar restos de comida en lugares no autorizados o por no utilizar las bolsas adecuadas. En el caso de negocios o establecimientos de comida, las multas pueden ser mucho más elevadas, llegando a superar los 10 millones de won surcoreanos (unos 7.000 dólares), especialmente si se detecta que no cumplen con la separación de residuos o que los desechan de forma incorrecta.
Los mecanismos de control para garantizar el cumplimiento incluyen la instalación de cámaras de seguridad en zonas donde se depositan los residuos y el monitoreo del volumen de desechos reportado por los negocios. Por ejemplo, si un establecimiento de comida tiene una baja cantidad de residuos registrada, puede ser un indicio de que no está cumpliendo con el sistema, lo que desencadena una investigación y posibles sanciones.
La aceptación de estas normativas entre los ciudadanos surcoreanos es alta. El sentido de responsabilidad colectiva y el compromiso con el bienestar comunitario han desempeñado un papel importante en el éxito del sistema de reciclaje. Como explica Yuna Ku, periodista residente en Seúl, los coreanos tienden a cumplir con las normas y tienen un fuerte estándar moral. Aunque no todos se ajustan perfectamente a las reglas, el costo relativamente bajo del sistema en comparación con el ingreso promedio facilita su aceptación. El ingreso neto mensual promedio en Corea del Sur supera los 2.000 dólares, y el costo mensual de reciclar los residuos de comida suele ser inferior a los 5 dólares para una persona que vive sola.
El sistema de multas y la vigilancia han fomentado una cultura de reciclaje y una mayor conciencia sobre el impacto ambiental de los desechos alimentarios. En complejos residenciales como el de Yuna, los avisos en las áreas comunes sirven de recordatorio a los residentes sobre la importancia de seguir las normas y sobre las posibles sanciones en caso de incumplimiento. Por ejemplo, un mensaje en su edificio advertía: “Recientemente, alguien ha tirado residuos de alimentos en forma no permitida. Tenemos cámaras de seguridad y estamos observando. Si sigues haciendo esto, deberás pagar una multa”.
Normas de separación y reciclaje de otros materiales
El enfoque de gestión de residuos en Corea del Sur no se limita solo a los alimentos. Existe una estructura compleja para el reciclaje de otros materiales, como plástico, papel, aluminio y vidrio, cada uno con recipientes específicos y procedimientos que deben seguirse. Este sistema completo facilita que los ciudadanos tengan claro cómo separar adecuadamente todos sus desechos y ayuda a mantener un alto nivel de reciclaje general en el país.
Una parte fundamental del éxito del sistema de reciclaje en Corea del Sur radica en el destino que se le da a los residuos alimentarios una vez recolectados. Estos restos se reutilizan con diferentes fines, lo que contribuye a una economía circular y reduce la contaminación. Sin embargo, a pesar de los logros obtenidos, el sistema enfrenta algunos desafíos que es necesario abordar para mantener su sostenibilidad.
Desafíos y oportunidades para el sistema de reciclaje
A pesar del avance logrado en el reciclaje de residuos de alimentos, Corea del Sur sigue enfrentando desafíos que requieren soluciones innovadoras:
- Salinidad de los alimentos: muchos de los platillos tradicionales coreanos, como el kimchi, tienen un alto contenido de sal, lo que puede complicar el reciclaje para ración animal y la producción de abono. El exceso de sal en la dieta de los animales puede ser perjudicial para su salud, y en el compost puede afectar negativamente la calidad del suelo.
- Seguridad en la ración para animales: la elaboración de raciones para animales a partir de residuos reciclados debe cumplir con estándares de procesamiento rigurosos para asegurar que los productos finales sean seguros para el consumo animal. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) destaca que el uso de restos de comida en raciones puede ser seguro si se siguen métodos adecuados de procesamiento. La regulación y supervisión estrictas son esenciales para evitar posibles brotes de enfermedades como la fiebre porcina africana.
- Mejora en la tecnología de biogás: la conversión de residuos alimentarios en biogás es un proceso prometedor, pero su eficiencia depende de avances tecnológicos que permitan maximizar la producción de energía. La optimización de este proceso podría permitir a Corea del Sur aprovechar mejor los residuos y contribuir de manera más efectiva a la transición energética del país.