En una ciudad como Bogotá, a la que a diario ingresan camiones cargados del campo con alimentos como frutas y hortalizas se desperdicia al año 1′228.000 toneladas de alimentos.
La situación es alarmante. Mientras que en febrero de este año la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia hizo un llamado urgente al gobierno para afrontar la crisis alimentaria de 16 millones de colombianos que tomaban dos o menos comidas al día, los alimentos que se desperdician en Bogotá equivalen al 12.58% del total que se pierde en el país, es decir, el sustento de 900 mil personas.
A nivel nacional si se suma toda la comida que se pierde en Colombia, la cifra asciende a 9,76 millones de toneladas al año y alcanzaría, según estimaciones del Departamento Nacional de Planeación, para alimentar aproximadamente a 8 millones de personas.
En medio de este mar de contradicciones la alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Desarrollo Económico, ha dado el primer paso para mitigar esta situación dando paso al proyecto ‘Yo contribuyo, no pierdo ni desperdicio alimentos en Bogotá’. La campaña, que está enfocada principalmente en distribuidores de alimentos en las plazas de mercados, mercados campesinos, tiendas y restaurantes, busca acercarse a los actores de la cadena de abastecimiento para que compartan las buenas prácticas que realizan y puedan aprender a mitigar pérdidas.
Un problema mundial
Pese a que desde siempre se ha sabido que países como Estados Unidos son los que más arrojan comida a la basura, lo cierto es que la problemática no es un asunto exclusivo de países ricos. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), para el año 2021 en el mundo se desperdiciaron al rededor de 931 millones de toneladas de alimentos. El peso de estos es equivalente a 23 millones de camiones de 40 toneladas totalmente cargados, que si fueran puestos en fila podrían dar siete vueltas a la tierra. A pesar de ello, este panorama es también recurrente en países en vías de desarrollo. Irónicamente, Nigeria, es uno de esos lugares en donde más comida se tira a la basura. De hecho, se estima en cada hogar botan aproximadamente 189 kilos per capita al año.
Esta situación ha sido considerada por muchos expertos como insostenible pues genera un impacto importante en el clima, el medio ambiente y la sociedad. Por ejemplo, entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero está vinculadas con la producción de alimentos que no se consumen, lo que significa que si se disminuyera el desperdicio, en consecuencia implicaría una reducción de las emisiones. Pero eso no es todo, dejar de desechar la comida también mejoraría la disponibilidad de alimentos y podría resultar en la disminución del hambre en el mundo.
Alain Bojanic, representante de la FAO en Colombia, señaló la importancia de frenar esta tendencia, pues “el desperdicio y la pérdida de alimentos no es solo deber ético y moral, sino que también es un duro golpe de índole económico, ambiental y energético. Tenemos que ocuparnos de acciones concretas. Mostrar esas pérdidas es una manera de sensibilizar. Hay que trabajar a lo largo de toda la cadena de valor y ver qué se hace en cada uno de los puntos”, dijo.
Por esa senda, desde la FAO exponen dos frentes a partir de los cuales es importante trabajar. Por un lado, se hace un llamado a los hábitos en los hogares para que sean más conscientes en el consumo de los alimentos y por el otro, se exhorta a los países para que a través de políticas, proyectos e ideas, como ‘Yo contribuyo, no pierdo ni desperdicio alimentos en Bogotá’ que continúe en la búsqueda por reducir la cantidad de desperdicios en aras de frenar el calentamiento global.
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