
El uso de shampoo es un hábito cotidiano para la mayoría de las personas. Sin embargo, un creciente movimiento conocido como “no poo” —abreviatura de “no shampoo”— plantea que los productos comerciales pueden ser perjudiciales para la salud del cabello y el medioambiente. Este método propone alternativas como el bicarbonato de sodio y el vinagre de manzana, reduciendo la exposición a químicos y la producción de residuos plásticos.
Una periodista de Treehugger, un medio especializado en sostenibilidad, decidió probar este método por un mes. Lo que comenzó como un simple experimento se convirtió en un cambio de seis meses que transformó por completo su rutina capilar.
La transición al método “no poo”: mitos y realidad
Uno de los principales temores al abandonar el shampoo es la fase de adaptación. Se cree que el cabello pasa por un período en el que la producción de grasa aumenta antes de equilibrarse.
Sin embargo, la periodista de Treehugger experimentó una adaptación casi inmediata, lo que sugiere que el impacto varía según el tipo de cabello.

Las personas con cabello grueso o que se lavan el pelo con poca frecuencia suelen adaptarse más rápido. En cambio, quienes tienen cabello fino pueden necesitar varias semanas para alcanzar estabilidad en la producción de grasa. A pesar del escepticismo inicial, los resultados fueron sorprendentes:
- Menos grasa y menor frecuencia de lavado. Con el tiempo, el cabello se volvió más manejable y requería lavados cada cuatro o cinco días.
- Mayor suavidad y brillo. La ausencia de sulfatos permitió que los aceites naturales protegieran mejor la fibra capilar.
- Reducción del frizz y mejor definición de los rizos. Al no eliminar los aceites naturales, el cabello adquirió una textura más saludable.
El mayor obstáculo fue el olor del vinagre durante el lavado. Aunque desaparece rápidamente, puede resultar molesto en las primeras aplicaciones.
Impacto ambiental y reducción de costos
El método “no poo” presenta beneficios en términos de sostenibilidad. La periodista documentó que en seis meses utilizó un paquete de bicarbonato y medio frasco de vinagre, lo que implicó una disminución significativa en el consumo de productos capilares.

Esta práctica genera cambios en tres aspectos clave:
- Reducción de plásticos. No se generan envases de shampoo ni acondicionador.
- Menor cantidad de productos adicionales. No fue necesario aplicar mascarillas, serums ni tratamientos.
- Disminución de químicos en el agua. Se evita el vertido de siliconas y sulfatos en los sistemas de alcantarillado.
Además de los beneficios ambientales, este método implica un menor gasto. Mientras que los productos capilares comerciales tienen un costo elevado, el bicarbonato y el vinagre representan una opción accesible y de larga duración.
Método “no poo”: cómo aplicarlo correctamente
Para quienes deseen probar esta técnica, la receta recomendada por Treehugger es la siguiente:
- Disolver 2 cucharadas de bicarbonato en 500 ml de agua y aplicar sobre el cabello mojado. Masajear bien el cuero cabelludo y enjuagar.
- Diluir 2 cucharadas de vinagre de manzana en la misma cantidad de agua y verter sobre el cabello. Enjuagar inmediatamente.
Si el cabello es corto o de longitud media, se recomienda reducir la cantidad de bicarbonato y vinagre a 1 cucharadita por taza de agua.
Existen variaciones del método según la necesidad de cada persona:
- Vinagre blanco en lugar de vinagre de manzana para un olor menos intenso.
- Aceites esenciales (como lavanda o romero) añadidos al vinagre para modificar la fragancia.
- Harina de centeno como alternativa al bicarbonato, ya que resulta más suave con el cuero cabelludo.

Resultados tras seis meses sin shampoo
Durante un viaje a Honduras y México, la periodista utilizó shampoo natural en lugar de bicarbonato y vinagre. Tras dos lavados, notó que su cabello estaba más seco, frágil y con frizz, además de engrasarse con mayor rapidez.
Este hallazgo refuerza la idea de que el shampoo altera la producción de aceites naturales, generando dependencia.
El método “no poo” no es una solución universal, aunque representa una alternativa viable para quienes buscan un enfoque más natural, económico y ecológico en el cuidado del cabello. La transición puede requerir paciencia, aunque los beneficios documentados muestran que vale la pena intentarlo.
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