La dieta MIND consiste en un plan de alimentación saludable para el cerebro. Sus iniciales provienen de “Intervención Mediterránea-DASH para el Retraso Neurodegenerativo”. Es una combinación entre un plan específico para las personas con hipertensión y la dieta mediterránea.
Una nueva investigación llevada a cabo en los Estados Unidos demostró que una mayor adherencia a la dieta MIND está asociada con un menor riesgo de deterioro cognitivo, especialmente en las mujeres. Fue publicada en la revista Neurology de la Academia Estadounidense de Neurología.
Los grupos de alimentos recomendados en la dieta MIND son una rica fuente de fibra y contienen varios nutrientes dietéticos que mejoran la salud del cerebro. Entre ellos se incluyen: Vitamina E, folato, ácidos grasos omega-3, carotenoides y flavonoides.
Cómo surgió la dieta MIND
En 2015, la doctora Martha Clare Morris y sus colegas del Centro Médico de la Universidad Rush y la Escuela de Salud Pública de Harvard Chan publicaron dos artículos que presentaban la dieta MIND.
Tanto la dieta Mediterránea como la DASH ya se habían asociado con la preservación de la función cognitiva, presumiblemente a través de sus efectos protectores contra las enfermedades cardiovasculares, lo que a su vez preservaba la salud cerebral.
En esa oportunidad, el equipo de investigación siguió a un grupo de adultos mayores durante 10 años del Proyecto de Memoria y Envejecimiento de Rush (MAP, por sus siglas en inglés), un estudio de residentes libres de demencia al momento de la inscripción.
En esa oportunidad, los participantes con las puntuaciones más altas en la dieta MIND tuvieron una tasa de deterioro cognitivo significativamente más lenta en comparación con aquellos con las puntuaciones más bajas.
Los efectos de la dieta MIND en la cognición mostraron mayores efectos que la dieta Mediterránea o la dieta DASH por sí solas.
En qué consistió el nuevo estudio
Ahora, se hizo un nuevo estudio sobre la dieta MIND. Los investigadores pertenecen al Colegio de Medicina de la Universidad de Cincinnati, la Universidad de Alabama, el Instituto Taub para la investigación en Envejecimiento del Cerebro y la enfermedad de Alzheimer, y la Universidad de Columbia, entre otras instituciones.
El estudio se basó en datos del Cuestionario de Frecuencia Alimentaria del estudio REGARDS. Este cuestionario permitió calcular la puntuación de adherencia a la dieta MIND y compararla con el deterioro cognitivo en participantes negros y blancos.
Mediante modelos de regresión logística, los investigadores analizaron la relación entre la adherencia a la dieta MIND y la aparición de deterioro cognitivo, ajustando por múltiples variables.
Los participantes fueron divididos en tres grupos. El grupo bajo tenía una puntuación media de cinco puntos, el grupo medio tenía una puntuación media de siete puntos y el grupo alto tenía una puntuación media de nueve puntos. Se midieron las capacidades de pensamiento y memoria al principio y al final del estudio.
Durante el estudio, se desarrolló deterioro cognitivo en 532 personas, o el 12% de las 4.456 del grupo de dieta baja; en 617 personas, o el 11% de las 5.602 del grupo medio; y en 402 personas, o el 10% de las 4.086 del grupo alto.
Tras tener en cuenta factores como la edad, la hipertensión y la diabetes, los investigadores descubrieron que el riesgo de deterioro cognitivo de las personas del grupo de dieta alta era un 4% menor que el de las del grupo de dieta baja.
En cuanto a los participantes masculinos y femeninos, los investigadores observaron una disminución del 6% del riesgo de deterioro cognitivo en las mujeres que siguieron la dieta más de cerca, pero no en los hombres.
Los investigadores también analizaron la rapidez con la que disminuían las habilidades de pensamiento de las personas a medida que desarrollaban problemas. Comprobaron que las personas que seguían más de cerca la dieta MIND disminuían más lentamente que las que no lo hacían, y esa asociación era más fuerte en los participantes negros que en los blancos.
La muestra, compuesta por 14,145 personas con una edad promedio de 64 años y un 56.7% de mujeres, mostró que una mayor adherencia a la dieta MIND se asoció con una menor incidencia de deterioro cognitivo.
De acuerdo con los investigadores, seguir la dieta MIND parece ofrecer beneficios protectores contra el deterioro cognitivo, especialmente para las mujeres.
Si bien la eficacia de esta dieta no varía notablemente entre participantes negros y blancos en términos de riesgo de deterioro cognitivo, sí lo hace al evaluar la trayectoria cognitiva a lo largo del tiempo, siendo más predictiva en la población negra.
Este hallazgo sugiere que la dieta MIND podría jugar un papel crucial en la promoción de la salud cerebral y la reducción del riesgo de trastornos neurodegenerativos en poblaciones diversas.
“Dado que el número de personas con demencia aumenta con el envejecimiento de la población, es fundamental encontrar cambios que podamos hacer para retrasar o ralentizar el desarrollo de problemas cognitivos”, dijo el autor del estudio, el doctor Russell Sawyer, de la Universidad de Cincinnati en Ohio y miembro de la Academia Americana de Neurología.
“Nos interesaba especialmente ver si la dieta afecta al riesgo de deterioro cognitivo tanto en los participantes negros como en los blancos del estudio”, aclaró.
El estudio fue financiado por el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares y el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento.
Qué alimentos incluye la dieta MIND
Los alimentos incluidos en la dieta MIND son:
- Verduras de hoja verde como la Col Rizada o Kale, las Espinacas y el Repollo (al menos una ración al día)
- Otras Verduras (2 o más raciones al día)
- Bayas (2 o más raciones a la semana), como Arándanos, Frutillas, Frambuesas y Cerezas
- Frutos Secos (5 o más raciones a la semana)
- Aceite de Oliva (a diario)
- Cereales Integrales (3 o más raciones al día)
- Pescado/Marisco (1 o más raciones a la semana)
- Porotos (4 o más raciones a la semana)
- Aves (2 o más raciones a la semana)