Más de 800 millones de personas en el mundo tienen algún tipo de trastorno mental. La depresión y la ansiedad son los más frecuentes, y en muchos casos se suele indicar el uso de fármacos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
No todas las personas que acceden a los antidepresivos consiguen los beneficios esperados. Otras, en cambio, empiezan a registrarlos después de varias semanas, y aún se desconocía por qué ocurre esa demora.
Científicos del Hospital Universitario de Copenhague, en Dinamarca, la Universidad Médica de Innsbruck, Austria, y de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, quisieron buscar una explicación.
Hicieron un estudio por el cual aportaron las primeras pruebas que demuestran que la tardanza se debe a cambios físicos en el cerebro que conducen a una mayor plasticidad. Esas modificaciones se producen durante las primeras semanas en que se administran los medicamentos. Podrían abrir un camino para desarrollar nuevos tratamientos.
Consideran que los resultados también ayudan a aclarar uno de los mecanismos de acción de los antidepresivos, según el trabajo que presentaron en la conferencia del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (conocido por su sigla en inglés ECNP) en Barcelona, España. También se publicó en la revista Molecular Psychiatry.
Los investigadores realizaron un estudio aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en un grupo de voluntarios sanos. Detectaron una diferencia gradual en el número de conexiones de células nerviosas, que se llaman “sinapsis”, que tienen las neuronas entre los que toman los antidepresivos y un grupo de control, en función de la duración del tratamiento.
Dentro de la clase de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), se encuentran los medicamentos citalopram, escitalopram, fluoxetina, paroxetina y sertralina, que han sido aprobados por la autoridad regulatoria de medicamentos de los Estados Unidos, la FDA, para tratar la depresión.
En el estudio que hicieron los investigadores en Europa, se administró a 17 voluntarios una dosis diaria de 20 miligramos de escitalopram y a 15 voluntarios un placebo.
Entre 3 y 5 semanas después de comenzar el ensayo, se escanearon sus cerebros al usar la tomografía por emisión de positrones (PET), que mostraba la cantidad de glicoproteína 2A de vesículas sinápticas en el cerebro.
Esa cantidad sirve como indicador de la presencia de sinapsis. Por lo cual cuanta más cantidad de la proteína se encuentra en una zona, más sinapsis hay allí (es decir, mayor densidad sináptica). Con las tomografía se observaron diferencias significativas entre los grupos en cuanto a la evolución de la densidad de sinapsis a lo largo del tiempo.
La investigadora Gitte Knudsen, del Hospital Universitario de Copenhague, y una de las integrantes del equipo que hizo el estudio, comentó: “Observamos que, en el caso de los que tomaban ISRS, con el tiempo se producía un aumento gradual de las sinapsis en el neocórtex y el hipocampo del cerebro, en comparación con los que tomaban placebo. No observamos ningún efecto en los que tomaban placebo”.
El neocórtex ocupa alrededor de la mitad del volumen del cerebro. Es una estructura cerebral compleja que se ocupa de funciones superiores, como la percepción sensorial, la emoción y la cognición. El hipocampo, que se encuentra en las profundidades del cerebro, se ocupa de la memoria y el aprendizaje.
La doctora Knudsen aclaró que el trabajo que hicieron llevó a “dos conclusiones principales”. Una de ellas indica que los antidepresivos ISRS “aumentan la densidad sináptica en las zonas cerebrales más afectadas por la depresión”. A partir de ese hallazgo —dijo— se “indicaría en cierta medida que la densidad sináptica del cerebro puede estar implicada en el funcionamiento de estos antidepresivos, lo que nos daría un objetivo para desarrollar nuevos fármacos contra la depresión”.
Además, la segunda conclusión es que los nuevos datos “sugieren que las sinapsis se acumulan a lo largo de semanas, lo que explicaría por qué los efectos de estos fármacos tardan en surtir efecto”, afirmó.
Consultado por Infobae, el doctor Marcelo Cetkovich, ex presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica, y vicepresidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), consideró que “se trata de una investigación muy sólida llevada a cabo por un grupo de investigadores conocidos”.
El experto, que es director médico de INECO, valoró que, por primera vez y mediante metodología compleja como neuroimágenes funcionales, “se demostró que el escitalopram, un antidepresivo de la famila de los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina produce cambios neuroplásticos después de varias semanas que sugieren una proliferación sináptica en la corteza prefrontal”.
Los investigadores —señaló Cetkovich— “confirmaron algo que se sospechaba mediante métodos indirectos: la idea de que durante la depresión se producen cambios neuroplásticos, que los tratamientos antidepresivos restituyen”.
Esa idea rompió con el paradigma que sugería que en la depresión había cambios químicos y mostró que los cambios eran también estructurales, que afectaban la conectividad del cerebro durante la depresión y que mejoran con los tratamientos, recordó.
“Había muchos estudios experimentales en animales que confirmaban la idea, pero no existían en seres humanos. Se correlaciona con un fenómeno llamado latencia de los antidepresivos, que es el tiempo en que tardan en comenzar a mostrar su efecto. Es algo conocido y que se maneja y explica en cada caso a los pacientes. No es algo en sí mismo grave ni complicado”, precisó.
En algunos casos de pacientes más severos, “el profesional toma algunas medidas extra para aliviar el malestar hasta que comience a mejorar la depresión, además de la correspondiente contención psicoterapéutica”, explicó el experto, que es autor del libro El Estigma de las Enfermedades Mentales y la Psiquiatría.
Cómo funcionan los antidepresivos ISRS
De acuerdo con la Clínica Mayo de los Estados Unidos, los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN, por sus siglas en inglés) alivian la depresión cuando afectan a los mensajeros químicos (neurotransmisores) utilizados para comunicarse entre las células cerebrales.
Como la mayoría de los antidepresivos, funcionan al efectuar cambios en la química cerebral y en la comunicación de los circuitos de las células nerviosas cerebrales que se sabe que regulan el estado de ánimo, para ayudar a aliviar la depresión.
Los medicamentos no funcionan en todos los pacientes. Los científicos calculan que más del 30% de los pacientes no se benefician con esta clase de antidepresivos.
Generalmente, los antidepresivos pueden causar efectos secundarios parecidos, aunque algunas personas pueden no experimentar ninguno. Entre los posibles efectos secundarios más comunes, están: náuseas, sequedad de boca, mareos, dolor de cabeza, y sudoración excesiva.