Cada organismo es único y por eso la forma en la que metabolizamos lo que comemos no es igual para todos. La evidencia científica muestra que nuestros genes, sexo, microbioma intestinal, calidad del sueño, cantidad de ejercicio físico, niveles de estrés y otros factores pueden influir en cómo el cuerpo responde a los alimentos.
La clara demostración de esta respuesta individual única a lo que comemos se ve cuando incluso los gemelos idénticos generan diferentes respuestas metabólicas ante un postre, una porción de papas fritas o un helado.
Los patrones de alimentación poco saludables son una de las principales causas de muerte y enfermedades crónicas en todo el mundo. Sin embargo, en cuanto a políticas públicas, las autoridades sanitarias han adoptado un enfoque de nutrición en gran medida único, standard y general para todos. Y esto ocurre en la mayoría de los países, independientemente de los recursos destinados a la prevención de la obesidad y sus patologías asociadas. “Sabemos lo que es saludable. Pero no específicamente para cada subgrupo de la población”, señaló a The Washington Post el doctor Sai Krupa Das, científico en nutrición de la Universidad de Tufts, que participa en el estudio.
En la búsqueda de planes personalizados que brinden mejor información sobre qué alimentos debe comer cada grupo poblacional según su estilo de vida y otros factores, los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NHI, por sus siglas en inglés) lanzaron un ambicioso programa de investigación que se extenderá por cinco años y reclutará a 10.000 adultos.
El objetivo del estudio federal “Nutrición para una salud de precisión” es descubrir cómo las personas metabolizan y responden a distintas dietas. El plan, que es parte del programa de investigación federal más amplio llamado All of Us, tiene por objetivo “desarrollar algoritmos que predigan las respuestas individuales a los patrones alimentarios y dietéticos”.
Como premisa, los investigadores postulan que la nutrición desempeña un papel integral en el desarrollo humano y en la prevención y el tratamiento de enfermedades. “No existe una dieta perfecta y única para todos. Por eso, el programa se basará en avances recientes en ciencia biomédica, incluida la inteligencia artificial (IA), la investigación del microbioma, así como la infraestructura y el grupo grande y diverso de participantes del Programa de Investigación All of Us. Estos avances brindan oportunidades sin precedentes para generar nuevos datos que brinden información sobre la nutrición personalizada, también conocida como nutrición de precisión”, dijeron los expertos de los NHI en la presentación del plan.
Los tres objetivos del programa de nutrición personalizado son:
- Examinar las diferencias individuales observadas en respuesta a diferentes dietas mediante el estudio de las interacciones entre la dieta, los genes, las proteínas, el microbioma, el metabolismo y otros factores contextuales individuales.
- Utilizar inteligencia artificial (IA) para desarrollar algoritmos para predecir respuestas individuales a alimentos y patrones dietéticos.
- Validar algoritmos para aplicación clínica.
Algunas iniciativas privadas en EEUU y Reino Unido, como Zoe y DayTwo, ya han creado algoritmos para vender planes de dieta personalizados pero su alcance es limitado.
En ese sentido, el reconocido cardiólogo Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute, un centro de investigación en ciencias biomédicas básicas con sede en California, plantea que las recomendaciones dietéticas personalizadas suelen basarse en información limitada, como pruebas de glucosa en sangre y análisis del microbioma.
En cambio, Topol -quien escribió sobre nutrición personalizada en su libro “Deep Medicine”- argumenta que se requiere una gama más amplia de datos para adaptar de manera efectiva el asesoramiento nutricional a cada individuo. Esto debería incluir datos como el genoma de la persona, condiciones médicas previas y detalles sobre su estilo de vida, como patrones de sueño, niveles de ejercicio y niveles de estrés.
Topol compartió su propia experiencia y detalló cómo un servicio de recomendación dietética que probó le aconsejó consumir alimentos ricos en oxalatos, como nueces y fresas. El investigador tiene antecedentes de cálculos renales, una condición en la que los alimentos con alto contenido de oxalato pueden ser problemáticos. El científico contrató uno de estos servicios privados de nutrición online, pero la aplicación no tuvo en cuenta esta información específica y le recomendó nueces que eran perjudiciales para su salud, lo que resalta la importancia de contar con datos más detallados y personalizados al brindar consejos nutricionales.
En diálogo con The Washington Post Topol dijo que el estudio de los NIH es tan grande, está bien financiado y es tan completo que probablemente arrojará resultados prometedores. “Creo que resultará útil para las personas que quieran aprender cuál es una dieta óptima, no para la especie humana, sino para ellos personalmente”, añadió.
Según anunciaron, a los voluntarios se les pagará. Los participantes en la primera fase pueden ganar hasta $300. Quienes pasen a la segunda fase podrán ganar otros 2.000 dólares. Y las personas que se ofrezcan como voluntarias para el tercero, que requiere vivir en una clínica durante semanas seguidas, ganarán hasta $6,200.
Los detalles del estudio
Involucrarse en el estudio requerirá un esfuerzo significativo. Como parte del programa, algunos participantes vivirán en un entorno estilo dormitorio durante períodos de dos semanas donde alternarán entre tres tipos diferentes de dietas. Los investigadores medirán el peso corporal y los signos vitales, incluida la presión arterial y la composición corporal. Se recolectarán muestras de sangre, orina, saliva y heces y los investigadores evaluarán los microbiomas. Los monitores continuos de glucosa pueden rastrear los cambios en el azúcar en sangre.
En la primera etapa, se solicitará a los participantes que proporcionen acceso a sus historias clínicas y registros médicos digitales para que los investigadores puedan revisar sus historiales médicos y medicamentos. Además, se les pedirá que realicen al menos dos visitas a una clínica, donde se evaluará su fuerza de agarre y se analizará su composición corporal.
Los participantes también deberán proporcionar una muestra de heces y llevarán un rastreador de actividad y un monitor de glucosa durante aproximadamente 10 días mientras realizan sus actividades diarias. Durante este período, se les solicitará que documenten sus comidas o tomen fotografías de los alimentos que consumen.
Además, algunos participantes utilizarán un monitor de ingestión automático, un pequeño sensor de cámara que se conecta a sus gafas. Para aquellos que no usen gafas, se les proporcionarán gafas falsas equipadas con este sensor. El sensor de la cámara detecta el acto de masticación y toma fotografías para seguir y analizar la ingesta de alimentos de manera detallada.
Cada año, más de un millón de estadounidenses mueren a causa de enfermedades relacionadas con la dieta, como afecciones cardiovasculares, diabetes y ciertas formas de cáncer, según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de EEUU. Y las personas de los niveles socioeconómicos más vulnerables se ven afectadas de manera desproporcionada por enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, dijeron los funcionarios. El NIH tiene como objetivo reclutar personas de diversos orígenes para participar en el estudio.