Está claro que la actividad física es un hábito fundamental para la salud y el bienestar. Pero más allá de los beneficios que tiene el deporte para el organismo, muchas personas salen a ejercitarse por motivaciones particulares, como por ejemplo, abstraerse por unos momentos de las obligaciones y lidiar con el estrés propio de la cotidianidad. Curiosamente, un reciente estudio científico puso el foco en este último caso y postuló que, en ciertos individuos, puede generarse una adicción o dependencia al entrenamiento.
Acuñando el término de “escapismo”, los autores, que pertenecen a la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, explicaron que se trata “de una distracción habitual de la mente, como un escape de la realidad o la rutina que ayuda a evitar u olvidar cosas desagradables o aburridas” y que acaba siendo “una motivación fundamental en muchas formas de compromisos de actividad”, particularmente en salir a correr.
Bajo esta idea, los científicos plantearon que, “como en el caso de los juegos, algunas personas desarrollan un interés patológico por correr: aproximadamente, uno de cada cuatro corredores recreativos y el 4% de los corredores competitivos muestran signos de adicción al ejercicio”. Esta investigación fue publicada en la revista Frontiers in Psychology
Uno de los especialistas a cargo del trabajo, Frode Stenseng, analizó en un comunicado: “El escapismo es un fenómeno cotidiano, pero hasta ahora se sabe poco sobre las razones que lo motivan y cómo puede afectar psicológicamente”.
De acuerdo a Stenseng y su equipo, el escapismo puede dividirse en dos categorías. La primera es el escapismo adaptativo, que se relaciona a la búsqueda de satisfacción o auto expansión; la segunda es el escapismo desadaptativo, con el objetivo primordial de la autosupresión, es decir, de evadir sensaciones angustiantes o preocupantes.
En el estudio, analizaron los vínculos entre la dependencia del ejercicio y el bienestar subjetivo de la persona, y encontraron que el escapismo desadaptativo “se relaciona negativamente con el bienestar”, ya que puede conducir a evitar ciertas responsabilidades o áreas fundamentales de la vida.
En ese tono, Stenseng apuntó: “Las dos formas de escapismo se derivan de dos mentalidades diferentes, para promover un estado de ánimo positivo o prevenir un estado de ánimo negativo. En otras palabras, muchas de nuestras actividades cotidianas pueden interpretarse como escapismo. La recompensa psicológica del escapismo es una menor conciencia de uno mismo, menos rumiación y un alivio de los pensamientos y emociones más apremiantes o estresantes”.
“Todavía se necesitan más estudios para poder ahondar en las consecuencias que tiene correr como método de escape -siguió Stenseng-. Pero estos hallazgos pueden ayudar a las personas a analizar cuál es la verdadera motivación que los incita a hacer esta actividad física y ser utilizados por razones terapéuticas para quienes luchan con un compromiso desadaptativo en su actividad”.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos convocaron a 227 personas -mitad hombres y mitad mujeres- que suelen salir a correr de manera recreativa para que completaran un cuestionario. Allí, repasaron las preferencias por el escapismo adaptativo o desadaptativo y realizaron una escala para medir la dependencia al ejercicio y la satisfacción con la vida (bienestar subjetivo).
“Los resultados respaldan la idea de que las mentalidades de escapismo son relevantes para explicar tanto la participación similar a la adicción en correr como los niveles de bienestar general. La dependencia al ejercicio, y en este caso en relación al running, comparte varias similitudes con otro tipo de adicciones. Comparte aspectos psicológicos comúnmente relacionados con las adicciones sin sustancias, como los juegos problemáticos”, señalaron.
Y añadieron: “Aquellos adictos a una actividad encuentran placer en la participación en la actividad, en el sentido de que se vuelve imposible abstenerse de ella, y los aspectos positivos del escapismo pueden ser uno de esos motivos psicológicos que promueven la adicción”.
El médico cardiólogo y deportólogo Norberto Debbag le dijo a Infobae: “Cuando tenés una adicción al deporte, se denomina vigorexia. Principalmente, esto se ve en fisicoculturistas o levantadores de pesas que tienen una distorsión de su conformación física que produce que estén todos los días en el gimnasio. Esto lleva a que, por ejemplo, si tienen una cena a la noche o una reunión social, son capaces de perdérsela para estar entrenando dos o tres horas. Por lo general, sucede así, pero también se da en el running. El deporte de alta competencia, en exceso, no es saludable”.
En segundo lugar, Debbag afirmó: “Una cosa es entrenar un rato por día; hoy en día, por caso, un profesional entrena 12 o más horas semanales; pero cuando uno ve que hay un exceso, aparece la ya mencionada vigorexia, que es un adicción y un trastorno de la autoestima relacionada a una obsesión con mantener un cuerpo determinado. En algunos deportes esto se observa con atletas que no quieren tener panza o desean una masa muscular en particular. Entonces si la persona no va un día está preocupada. La idea es que la demanda de deporte no supere nuestras capacidades”.
En tanto, al psicólogo deportivo Pablo Sucarrat analizó los resultados de este estudio junto a Infobae y consideró: “La actividad física ayuda a romper con las rutinas. Ahora bien, hay casos donde esa actividad se vuelve necesaria no para enfrentar la rutina sino como un lugar y una acción de bienestar sin responsabilidades. Esto puede conducir a la postergación de responsabilidades o a mantenerse en pausa en el crecimiento personal, porque se convierte en la única actividad placentera de la vida sin tener en cuenta las demás formas y potencialidades que se tiene como ser humano”.
Para Sucarrat, que se desempeñó como psicólogo deportivo en clubes como Colón de Santa Fe, Rosario Central y Vélez Sarsfield, “una persona puede sentir dependencia de la actividad física cuando su vida está vacía de contenidos y es lo único que la mantiene con algún sentido. Entonces, pasa de ser una actividad deportiva a una dependencia”. “Se sabe que cuando uno le encuentra un sentido a su existencia, ya sea en sus afectos o en la realización personal, la vida se transforma en algo más equilibrado”, indicó el experto.
En tanto, el psicólogo deportivo Claudio Vasalo aportó: “Esencialmente, la actividad física no es un problema. Por el contrario, en muchos casos es la solución a muchos problemas. El tema aquí es una cuestión de frecuencia e intensidad. Si el sujeto en su vida solo tiene tiempo para hacer actividad física y no es un atleta profesional, probablemente encuentre en el deporte la solución a temas relacionados con otras áreas de su existencia. Siempre las alertas aparecen en los casos en que no se puede hacer actividad física, y en ese momento aparecen los síntomas asociados a la dependencia mental”.
Además, el experto detalló: “Cuando la interrupción del ejercicio es breve, es decir si un día el individuo no puede entrenar y aparecen conductas poco habituales y disfuncionales, ahí hay que hacer una revisión más profunda. Es como sucede con el celular, a la mayoría de los que estamos habituados nos molestaría estar varios días sin el teléfono. Pero a veces nos sucede que estar un rato sin usarlo nos altera, y ahí hay indicadores de dependencia que hay que revisar. ¿Por qué? Porque la dependencia genera pensamientos muy rígidos que lo esclavizan al individuo y que transforman una elección en una obligación”.
“En los casos de dependencia todo se desorganiza -añadió Vasalo-, porque se pasa a vivir para cumplir con esa creencia distorsionada. Y encima esa creencia, casi siempre, te cobra multas muy caras si no cumplís con sus mandatos. Por lo tanto, no entrenar un día o perder un turno, para estas personas, equivale a ser el peor de todos. Rigidez, absolutismo y extremismo: todo eso se aleja del disfrute y de la salud. El abordaje de los profesionales consiste en desarmar esa creencia y en mostrar cómo se puede estar bien y conseguir los objetivos sin la necesidad de ser esclavo de ninguna fórmula, ni de ningún gurú”.
A su turno, Ricardo Antonowicz, psicoanalista especializado en deportes y docente, aseveró: “Sucede que la persona se puede ejercitar de forma autónoma para cuidar su cuerpo y su imagen, pero en una situación casi violenta, con una ansiedad que la lleva a no poder parar. Las obsesiones se caracterizan por eso, por no poder parar; es pensar que tengo que hacer eso sí o sí. Hay mucha gente que sacrifica tiempo de descanso y prioriza el deporte como un tipo de trastorno porque no pueden controlarlo”.
“Los psicoanalistas hacemos diferencia entre lo que es el deseo y lo que es el goce -profundizó Antonowicz-. El deseo está asociado con el placer, y acá uno puede ir a correr porque quiere y lo desea en pleno ejercicio de su libertad. Pero otra cosa es el goce, que se refiere a actitudes en las cuales el sujeto pierde su cuota de libertad, y cuando perdemos esa cuota estamos atrapados por el goce. Muchas veces, las actividades físicas se transforman en una adicción y en un goce de no poder parar y quedar dominado. Algunos utilizan estas formas de distracción para ausentarse y estar ocupados en algo que, en definitiva, acaba siendo un problema”.
Seguir leyendo: