Hay una habitación llena de ropas, libros y aparatos electrónicos viejos que no se usan, pero tampoco se regalan, reusan o se venden. Hay un deseo por estudiar una carrera profesional diferente por décadas, pero nunca se llega a la decisión de inscribirse y empezar a desarrollar una vocación. Se sabe que una monografía tiene un plazo de entrega exacto, y hay que ponerse a leer trabajos y sentarse a escribir, pero hoy ver una película resulta más apetitosa. Se sabe que el colesterol malo está alto y hay que cambiar el tipo de comidas y hacer más actividad física, pero estar muchas horas en el sofá frente al televisor y con el celular parece más divertido. La procrastinación, el hábito de postergar tareas y sueños para más adelante, triunfa.
Existen muchos factores que llevan a las personas a evitar hacer actividades que deben realizar hoy y dejarlas para más adelante, pero la mayoría de las veces esa postergación tiene costos emocionales, y desde las diferentes disciplinas se trata de comprender las razones y dar herramientas para salir del enredo y no angustiarse. Vivir postergando puede implicar sufrimiento, pero también imponerse hacer algo que se estaba evitando también puede generar un mal momento.
Para la psicóloga clínica de la Clínica Cleveland de los Estados Unidos, Becky Tilahun, la procrastinación puede causar estrés crónico, que con el tiempo puede acumularse y causar problemas de salud. “Si siempre estás completando las tareas en el último minuto, siempre estás bajo presión”, alertó.
El profesor Marcus Eckert, del Departamento de Psicología y Educación de la Universidad de Ciencias Aplicadas Apollon en Bremen, Alemania, es uno de los investigadores que estudia la procrastinación y su impacto en la vida humana, especialmente en los estudiantes, que están entre los grupos de personas que más padecen la procrastinación. Consultado por Infobae, el profesor Eckert explicó por correo electrónico que “la procrastinación es un fenómeno omnipresente en el mundo.
“Todas las personas tienen dos sistemas de procesamiento de la información. Un sistema es rápido, automático y prefiere reducir la tensión. Persigue objetivos a corto plazo, como evitar las emociones aversivas y sentirse mejor, pero no es capaz de planificar, de perseguir objetivos a largo plazo y de regular el yo”, explicó Eckert. En cambio, “el otro sistema es lento, pero puede regular sus estados conscientemente. Y necesita mucha energía mental”, añadió.
En ese marco, el experto alemán señaló que si una persona tiene que hacer una tarea aversiva, el sistema automático dice “reduzcamos esos estados con actividades agradables”. Así, subrayó Eckert, “se produce la emoción positiva a corto plazo generada por la procrastinación. Momentos después, el otro sistema dice: ´Si pospones esta tarea, te arrepentirás más tarde´. Este pensamiento aumenta las emociones negativas. Pero el sistema uno sugiere una solución ´buena´: ´Oye, yo sé cómo reparar el estado de ánimo. Podemos divertirnos´. Así, los sentimientos negativos pueden fomentar el aplazamiento de las tareas. El sistema uno es más rápido que el sistema dos. Además, las emociones aversivas perjudican el funcionamiento del sistema dos. Así, el sistema uno gana a menudo”.
En tanto, Eduardo Keegan, profesor titular de psicoterapia y director de la especialización en psicología clínica y terapia cognitiva de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, dijo a Infobae: “Hablamos de procrastinación cuando postergar es peor que dar inicio inmediato a la acción. Hay personas que procrastinan porque sienten que emprender las acciones que llevan a aquello que sueñan les genera ansiedad o vergüenza, como por ejemplo, invitar a alguien a salir, presentarse a un concurso o competencia, o rendir un examen”. En esos casos, según Keegan, “la procrastinación tiene por función la evitación de una experiencia emocional desagradable”.
También se observa la procrastinación en personas que tienen baja tolerancia a la frustración. “Eligen iniciar acciones que tienen una gratificación inmediata en lugar de iniciar aquellas que necesitan implementar para los fines que persiguen, pero no son tan entretenidas”, dijo. Otras veces -señaló Keegan- la procrastinación se relaciona con una falla en la regulación del propio comportamiento: la persona estima erróneamente el tiempo que le demandará ejecutar un plan de acción.
“Se suele conocer como falacia de planificación. Algunas personas se engañan a sí mismas diciéndose que dejar todo para el último minuto los ayuda a generar un estado de activación que producirá resultados mejores. Pero la investigación científica muestra que eso no se relaciona con mejores resultados”, advirtió Keegan.
Para Guillermo Bruschtein, médico psiquiatra y psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y supervisor de residentes de psiquiatría del Hospital Materno Infantil de San Isidro, “la procrastinación es un síntoma muy común y se hace tanto en actividades laborales como hogareñas, como postergar la limpieza o el orden en la casa. En el caso de los estudiantes universitarios es motivo frecuente de consulta. El problema a veces está en que hay una resistencia a empezar y continuar. Hay un ideal muy fuerte con respecto a la tarea por lograr y tiene un sentimiento de imposibilidad. Así la procrastinación se inicia como una fuga y se evita la tarea”.
En algunos casos -comentó Bruschtein-, la procrastinación puede estar asociado al trastorno obsesivo-compulsivo. Por ejemplo, hay personas que van abriendo muchas ventanas en su computadora y demoran la tarea principal que tienen que hacer en ese momento. “A pesar del deseo de hacer la tarea o un proyecto, sienten miedo y encuentran una sustitución placentera por otra acción. En algún caso, los lleva a perder oportunidades y afectar relaciones humanos”, expresó. “Si bien sabe que hacer tarea hoy los beneficiaría, las personas tienen mecanismos inconscientes con inseguridades que no les permite realizarla”, agregó.
¿Cómo lidiar entonces con la procrastinación? Para Jorge Catelli, profesor adjunto de la materia Psicoanálisis y Educación en la Universidad de Buenos Aires y miembro Titular en Función Didáctica de la APA, “la procrastinación está basada en un mecanismo de defensa en que las personas aplazan la realización de ciertas metas, ya que inconscientemente temen la cercanía de la realización de un deseo. Se pone en juego un riesgo inconsciente que podría implicar un ´fracaso al triunfar´, al tener un logro, en términos puramente freudianos”.
Aquí van más recomendaciones de los expertos consultados para transitar la postergación de tareas y sueños y pasar a la acción:
1- Practicar meditación de la atención plena
- ”Se pueden mejorar las condiciones del sistema dos de procesamiento de la información con suficiente regeneración y autocuidado. Esto es bueno para la ´batería mental´ y ayuda al segundo sistema a tener suficiente capacidad para regular en línea con los objetivos a largo plazo”, aconsejó Eckert desde Alemania. Recomendó la práctica de la meditación “mindfulness” o atención plena. “La meditación no ayuda inmediatamente, sino que necesita algunas semanas, pero cambia el ´hardware´. Los efectos pueden mostrarse en cambios en regiones específicas del cerebro, que están asociadas con la planificación y con la búsqueda de objetivos a largo plazo”.
2- Visualizar el objetivo a largo plazo y sus beneficios
Se puede visualizar el objetivo a largo plazo y el beneficio de ese objetivo, según Eckert. Además, se puede recordar situaciones en las que la persona sí consiguió superar la procrastinación. “Esto aumentará tu autoeficacia, un buen indicador para superar la procrastinación”.
3 - Activarse despacio
“Hay que ser cuidadosos cuando se quiere evitar la procrastinación ya que en cada sujeto puede jugarse de una manera distinta”, dijo a Infobae el licenciado Catelli. “En algunos casos, evitar la procrastinación -es decir, intentar hacer las cosas hoy- puede generar mucha angustia por rasgos de personalidad o por características circunscriptas a un tiempo o época específica -como por ejemplo la pandemia- o bien puede ser por un síntoma que señala una situación patológica grave”, afirmó.
“No sería aconsejable empujar a la acción del otro en el afán de que venza esa procrastinación si no es producto de una elaboración. Porque correríamos el riesgo de que esa acción rápida provoque otros trastornos psíquicos. Para avanzar hacia las tareas y los sueños, hay que ir despacio. Porque para algunas personas puede significar el derrumbe de una parte de sus vidas si lo alcanzan, es necesario lograr elaboración psíquica previas”, dijo Catelli.
4- Ser honesto con uno mismo
Las personas que postergan pueden preguntarse cuál es la función de su conducta de procrastinación, sugirió el doctor Keegan. “¿Qué es lo que se “logra” cuando se procrastina o evita una tarea o un proyecto? A partir de esa pregunta, el consejo es ser honesto consigo mismo y tener cuidado con los pretextos y las excusas”, señaló. En muchos casos, se puede empezar la acción sin darle vueltas al asunto.
“Se recomienda actuar en dirección a lo que realmente es importante para esa persona en su vida y en este momento en lugar de actuar en términos de lo que resulta más fácil o más tolerable emocionalmente”, agregó.
5- Cuidado con las pantallas
Para Keegan, las personas no deberían “esperar a estar motivado para actuar”. En cambio, “se puede observar cómo la motivación aumenta cuando uno comienza a hacer lo necesario para lograr un objetivo”, dijo. Muchos de los procrastinadores caen en las trampas tecnológicas. “Las pantallas de celulares y computadoras son enemigos peligrosos -sostuvo Keegan-. Se aconseja apagar el teléfono o desinstalar los juegos en línea u otras aplicaciones que capturen la atención y distraigan de lo importante”.
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