Se ha pensado durante mucho tiempo que, a medida que pasan los años, el envejecimiento de los seres humanos conduce a un indefectiblemente a un amplio declive de las capacidades mentales. Sin embargo, una nueva investigación del Centro Médico de la Universidad de Georgetown en los Estados Unidos hizo un hallazgo que pone en duda esa creencia. Hay capacidad mentales que pueden mejorar.
El hallazgo fue publicado en la revista especializada Nature Human Behaviour y muestra que dos funciones cerebrales clave, que permiten atender a nueva información y centrar la atención en lo que es importante en una situación determinada, pueden de hecho mejorar en las personas mayores. Esas dos funciones subyacen a aspectos críticos de la cognición como la memoria, la toma de decisiones y el autocontrol, e incluso la navegación, las matemáticas, el lenguaje y la lectura.
“Estos resultados son asombrosos y tienen importantes consecuencias para la forma en que debemos ver el envejecimiento”, dijo el investigador principal del estudio, el doctor Michael Ullman, profesor del Departamento de Neurociencia y Director del Laboratorio de Cerebro y Lenguaje de Georgetown.
“La gente ha asumido de forma generalizada que la atención y las funciones ejecutivas disminuyen con la edad, a pesar de los intrigantes indicios de algunos estudios a menor escala que planteaban dudas sobre esas suposiciones”, afirmó. “Pero los resultados de nuestro gran estudio indican que componentes críticos de esas habilidades en realidad mejoran durante el envejecimiento, probablemente porque simplemente practicamos estas habilidades a lo largo de nuestra vida”.
“Esto es aún más importante debido al rápido envejecimiento de la población, tanto en EE.UU. como en todo el mundo”, señaló el doctor Ullman. Agregó que, con más investigación, podría ser posible mejorar deliberadamente estas habilidades como protección contra el deterioro del cerebro en el envejecimiento saludable y los trastornos.
El equipo de investigación, que incluye al primer autor, el doctor João Veríssimo, profesor adjunto de la Universidad de Lisboa, en Portugal, analizó tres componentes distintos de la atención y la función ejecutiva en un grupo de 702 participantes de entre 58 y 98 años. Se centraron en esas edades porque es cuando la cognición suele cambiar más durante el envejecimiento.
Los componentes que estudiaron son las redes cerebrales implicadas en el alerta, la orientación y la inhibición ejecutiva. Cada una de ellas tiene características diferentes y depende de distintas áreas cerebrales y de distintos neuroquímicos y genes. Por lo tanto, Ullman y Veríssimo argumentaron que las redes también pueden mostrar diferentes patrones de envejecimiento.
El alerta se caracteriza por un estado de mayor vigilancia y preparación para responder a la información entrante. La orientación implica el desplazamiento de los recursos cerebrales hacia una ubicación concreta en el espacio. La red ejecutiva inhibe la información que nos distrae o que entra en conflicto, lo que nos permite centrarnos en lo que es importante.
“Utilizamos los tres procesos constantemente”, explicó Veríssimo. “Por ejemplo, cuando conduces un coche, el alerta es tu mayor preparación cuando te acercas a una intersección. La orientación se produce cuando cambias tu atención a un movimiento inesperado, como un peatón. Y la función ejecutiva te permite inhibir distracciones como los pájaros o las vallas publicitarias para que puedas seguir concentrado en la conducción”.
El estudio descubrió que sólo la capacidad de alerta disminuía con la edad. En cambio, tanto la orientación como la inhibición ejecutiva mejoraban. La hipótesis de los investigadores es que, dado que la orientación y la inhibición son simplemente habilidades que permiten a las personas atender selectivamente a los objetos, esas habilidades pueden mejorar con la práctica a lo largo de la vida.
Los investigadores Ullman y Veríssimo sugieren que los beneficios de esta práctica pueden ser lo suficientemente grandes como para compensar el declive neuronal subyacente. En cambio, creen que el alerta disminuye porque ese estado básico de vigilancia y preparación no puede mejorar con la práctica.
“Debido al número relativamente grande de participantes y a que descartamos numerosas explicaciones alternativas, los resultados deberían ser fiables y, por lo tanto, podrían aplicarse de forma generalizada”, afirmó Veríssimo. Además, explicó que “como las habilidades de orientación e inhibición subyacen a numerosos comportamientos, los resultados tienen amplias implicaciones”.
“Los hallazgos no sólo cambian nuestra visión de cómo el envejecimiento afecta a la mente, sino que también pueden conducir a mejoras clínicas, incluso para los pacientes con trastornos de envejecimiento como la enfermedad de Alzheimer”, sostuvo Ullman.
Consultado por Infobae, el doctor Ricardo Allegri, jefe de neurología cognitiva del Fleni en Buenos Aires e investigador del Conicet, comentó sobre el estudio realizado por los investigadores de Estados Unidos y Portugal: “Los investigadores sugieren un modelo de envejecimiento que empeora el alerta y mejora orientación (red posterior) y ejecutiva (red anterior). Ellos proponen a la reserva cognitiva basada en la experiencia. Esta evidencia permite pensar en el desarrollo de capacidades incluso en las personas mayores de 60 años y no en el modelo de declinación como centro del envejecimiento”.
El doctor Allegri agregó: “Considero que los resultados del trabajo van a ser más interesantes todavía cuando podamos separar cuándo se trata de un envejecimiento saludable de alguna patología de manera más temprana”.
Desde las ciencias se están dando un cambio de paradigma al alentar a la población que tener más edad puede significar un envejecimiento saludable. Es un proceso a lo largo de la vida para envejecer con bienestar e independencia. Pero para alcanzar es envejecimiento saludable, se deben adoptar hábitos que mejoren la calidad de vida desde la infancia o en la adultez.
El próximo 21 de septiembre el Programa Neurociencias Buenos Aires, que depende del Ministerio de Salud porteño, celebrará la Semana del Envejecimiento Saludable. Entre otras actividades, se aconseja realizar actividad física regularmente, desarrollar actividades intelectuales desafiantes, y mantener una actividad social y recreativa con otras personas. Además, hay que controlar regularmente la presión arterial, el colesterol y la glucemia, eliminar el consumo de tabaco, y seguir una alimentación sana y equilibrada.
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