Tras más de una década estudiando un raro cáncer ocular que produce algunos de los tumores más difíciles de combatir, investigadores del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh han hallado un tratamiento que funciona en algunos pacientes y, lo que es más importante, una herramienta capaz de predecir cuándo es probable que tenga éxito.
El trabajo, publicado en Nature Communications, se está validando en un ensayo clínico en el que participan al menos 30 pacientes. Podría allanar el camino a métodos similares diseñados para superar una de las frustraciones persistentes de la atención oncológica.
Dado que los tumores difieren, no solo entre pacientes, sino incluso dentro del mismo paciente, un tratamiento que funciona en una masa puede fallar en otra, incluso cuando ambas son del mismo tipo de cáncer.
Los investigadores de Pittsburgh abordaron este problema en el melanoma uveal, un cáncer ocular que afecta solo a 5 personas de cada millón, pero que la mitad de las veces se extiende a otras partes del cuerpo, a menudo el hígado. El promedio de supervivencia una vez que el melanoma uveal se ha extendido ha sido de menos de siete meses, según un estudio de 2018 publicado en la revista JAMA Ophthalmology.
“Lo elegimos porque era uno de los únicos cánceres que hace 10 años, cuando comenzamos, no había nada aprobado para él”, dijo Udai Kammula, quien dirigió el estudio y dirige el Programa de Terapia Celular de Tumores Sólidos en el Centro de Cáncer UPMC Hillman en Pittsburgh.
Los científicos habían especulado durante mucho tiempo que la razón por la que el melanoma uveal es tan difícil de combatir es que algo ayuda al tumor a mantener alejadas las células T, una parte clave del sistema inmunitario del organismo que se desarrolla en la médula ósea. Sin embargo, estudios anteriores de Kammula y sus colegas demostraron que los tumores de melanoma uveal tienen realmente células T en su interior, y que están activadas.
¿El problema? Las células permanecen inactivas en lugar de multiplicarse y alcanzar un número lo suficientemente grande como para abrumar al tumor.
El culpable parece residir en algún lugar dentro del ecosistema tumoral de células, moléculas y vasos sanguíneos, conocido formalmente como el “microambiente” del tumor. Kammula compara este ecosistema con la infraestructura que sustenta una ciudad. Algo en esa infraestructura ayuda a proteger los tumores de melanoma uveal impidiendo que las células T críticas se multipliquen.
“En última instancia, si queremos librarnos del cáncer, tenemos que librarnos de esta infraestructura”, afirmó Kammula.
Una herramienta para predecir el éxito
Él y sus colegas han tenido cierto éxito utilizando un tratamiento conocido como terapia celular adoptiva, desarrollado en la década de 1980 por Steven Rosenberg en los Institutos Nacionales de Salud.
El tratamiento consiste en extraer las células T del tumor, donde no han podido proliferar. A continuación, los científicos toman esas células T y las cultivan fuera del cuerpo en una placa de laboratorio.
Tratan a los pacientes con quimioterapia para eliminar lo que queda de su antiguo sistema inmunitario. Por último, reinfunden las células T cultivadas en el laboratorio en el torrente sanguíneo del paciente y las células, ahora en un número mucho mayor, atacan el tumor.
En este tratamiento, las células T suelen denominarse leucocitos infiltrantes de tumores o TIL.
Según Kammula, su equipo ha observado que los tumores se reducen parcial o totalmente en aproximadamente el 35% de los pacientes que reciben el tratamiento. Pero querían saber por qué no funciona en la mayoría de los casos y si podría haber alguna forma de predecir de antemano cuándo tendrá éxito.
Para averiguarlo, los investigadores analizaron muestras de 100 tumores de melanoma uveal diferentes que se habían extendido a distintas partes del cuerpo en 84 pacientes, tratando de examinar todo el material genético de los tumores.
“Básicamente, pusimos la biopsia del tumor en una licuadora que tenía el estroma [tejido de sostén], los vasos sanguíneos, las células inmunitarias, las células tumorales. Lo tenía todo”, dijo Kammula, y explicó que luego analizaron todo el material genético del tumor.
Encontraron 2.394 genes que podrían haber contribuido a que el tumor fuera susceptible al tratamiento, algunos de ellos genes que los expertos considerarían “los sospechosos habituales” y otros inesperados. A partir de esta larga lista de genes, los científicos buscaron las características que compartían.
Los genes estaban implicados principalmente en ayudar al organismo a defenderse de virus, bacterias y otros invasores extraños, eliminándolos y ayudando a cicatrizar los tejidos. Kammula y el autor principal del estudio, Shravan Leonard-Murali, becario postdoctoral del laboratorio, utilizaron los distintos niveles de actividad de estos genes para desarrollar una herramienta clínica.
La herramienta, conocida como biomarcador, asigna una puntuación a un tumor de melanoma uveal en función de la probabilidad de que responda bien al tratamiento -extraer células T, cultivarlas fuera del organismo y luego reinfundirlas-.
Hasta ahora, según Kammula, el biomarcador ha sido “extremadamente bueno” a la hora de predecir cuándo será eficaz el tratamiento, aunque añadió que “estos hallazgos necesitarán confirmación en el ensayo clínico en curso”.
“Sinceramente, me pareció una especie de tour de force”, afirmó Eric Tran, miembro asociado del Instituto de Investigación Earle A. Chiles, una división del Instituto del Cáncer Providence de Portland (Oregón). Tran no participó en el estudio.
Afirmó que, aunque será importante validar estos resultados, “sin duda me animaron sus estudios. Y desde mi punto de vista, me pregunto si este tipo de estrategia puede aplicarse a otros tipos de cáncer.”
Ryan J. Sullivan, oncólogo del Hospital General de Massachusetts y profesor asociado de la Facultad de Medicina de Harvard que no participó en el estudio, calificó de “oportuno” el trabajo del equipo y dijo que “es aún más significativo que parezcan tener una [herramienta] que parece predecir qué pacientes se beneficiarán”.
El equipo del UPMC ya está investigando una posible aplicación más amplia tanto del tratamiento como del biomarcador en un segundo ensayo clínico que incluye una docena de cánceres diferentes.
(*) The Washington Post
(*) Mark Johnson se incorporó a The Washington Post en julio de 2022 tras 22 años en The Milwaukee Journal Sentinel, donde cubría temas de salud y ciencia. Escribió sobre la primera persona que sobrevivió a la rabia sin vacuna e informó sobre el primer uso de la secuenciación genética completa para diagnosticar y tratar una nueva enfermedad.