Un hombre fue declarado incapacitado para trabajar por ser adicto al heavy metal

Un tribunal sueco reconoció que su intensa dedicación a ese estilo de vida musical le impedía llevar a cabo su trabajo de manera regular, otorgándole una compensación mensual

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Un tribunal reconoció que la
Un tribunal reconoció que la devoción de Roger Tullgren por su estilo de vida musical afectaba su capacidad para mantener un trabajo (Credito: Facebook/roger.tullgren)

En 2006, un caso insólito capturó la atención de Suecia y el mundo: Roger Tullgren, un hombre de 42 años, fanático del heavy metal, se encontró incapaz de continuar con su vida laboral debido a su intensa devoción por este género musical. Durante ese año, el hombre asistió a más de 300 conciertos, lo que le ocasionó múltiples faltas en su trabajo y finalmente su despido. Esta obsesión, que comenzó en su juventud, fue diagnosticada como una “adicción” que interfería con su capacidad para desempeñar tareas cotidianas. Según comentó Tullgren en una entrevista con DiabloRock: “Solo hablaba de metal, solo quería tocar metal”.

Luego de perder su empleo, el hombre emprendió una lucha legal en busca de reconocimiento formal de su condición. Durante varios años, con el respaldo de informes psicológicos que calificaban su pasión por el heavy metal como unaadicción” incapacitante, solicitó al tribunal que su afición fuera reconocida como una condición que afectaba su vida laboral. En este proceso, tres psicólogos evaluaron su caso y coincidieron en que “su tremendo fanatismo por el heavy metal era tan abrumador que se había convertido en una ‘adicción’”.

Finalmente, después de años, el Tribunal de Hasslehölm falló a su favor, reconociendo su adicción como una incapacidad permanente. Esta decisión le permitió recibir una pensión mensual de 400 euros para complementar su salario de lavaplatos en un restaurante local. El caso, que se hizo viral en las redes, se convirtió en un precedente histórico, siendo la primera vez que un tribunal reconocía un fanatismo musical extremo como una incapacidad.

La decisión judicial generó debate
La decisión judicial generó debate en Suecia por ser la primera vez que un interés personal fue considerado un impedimento laboral (Credito: Facebook/roger.tullgren)

Los informes psicológicos que sustentaron el fallo detallaban cómo la “adicción” de Tullgren al heavy metal afectaba profundamente su bienestar emocional y su capacidad para realizar actividades comunes, como trabajar a tiempo completo. “Era difícil cuando la gente me decía que abandonase mi música”, afirmó Roger, describiendo cómo su pasión inquebrantable generaba fricciones con su entorno. Este diagnóstico fue clave para que el tribunal aceptara su incapacidad, reconociendo que su fanatismo, lejos de ser una simple afición, se había convertido en un impedimento real para mantener un empleo estable.

El fallo reconocía su incapacidad y le permitió adaptar su vida laboral a su pasión por el heavy metal. Su empleador aceptó que escuchara música durante su jornada laboral, siempre que no hubiera clientes, y que vistiera con el estilo característico de este género musical. “Ahora puede sonar mi música en mi trabajo, e ir a conciertos cuando quiero”, explicó Tullgren.

Este acuerdo le brindó estabilidad económica y, al mismo tiempo, le permitió seguir con su estilo de vida sin tener que renunciar a su pasión. El tribunal reconoció que su obsesión era un factor clave en su salud mental, lo que permitió que su entorno laboral se ajustara a estas necesidades.

Tras asistir a cientos de
Tras asistir a cientos de eventos musicales, la situación de Tullgren fue catalogada como un caso que ameritaba asistencia financiera estatal (Credito: Facebook/roger.tullgren)

La decisión del tribunal de Hasslehölm causó una gran controversia en Suecia. Por primera vez, el fanatismo por un género musical, en este caso el heavy metal, fue considerado por la justicia como una incapacidad laboral. Este hecho generó un intenso debate sobre cómo las pasiones personales pueden ser interpretadas como impedimentos reales para desarrollar una vida profesional.

“Es la primera vez que se ha hecho”, comentó Tullgren, destacando lo inédito de su caso. Para muchos, este fallo sentaba un precedente peligroso sobre lo que puede considerarse una “adicción” o incapacidad, mientras que otros lo vieron como un reconocimiento justo de una situación personal y profesional única.

“Llevo diez años intentando que se reconozca mi situación como una discapacidad”, explicó Tullgren, quien tuvo que pasar por un largo proceso de evaluación psicológica y legal para demostrar que su fanatismo era algo más que una simple afición.

El debate se amplió en las redes, cuestionando si otros tipos de adicciones o pasiones—como el deporte o los videojuegos—podrían ser considerados de la misma manera en el futuro.

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