Boris no podía creer lo que estaba ocurriendo. El casamiento de su hermana Sophia había comenzado como un día de celebración, una fecha esperada por todos, y había terminado convirtiéndose en un capítulo oscuro de su vida familiar. Era un sábado soleado, uno de esos días en los que todo parece brillar más de lo normal, pero para Boris, todo lo que recordaba de ese día eran las miradas incómodas y las lágrimas de su hermana.
A sus 15 años, Boris vive con parálisis cerebral leve, una condición que le permite moverse con cierta libertad, pero que en días difíciles lo obliga a usar muletas. Aquel sábado, el dolor en sus piernas fue peor de lo esperado. No se sentía bien, su equilibrio estaba más inestable de lo habitual. Había planeado usar un bastón negro, el que había preparado especialmente para el evento, pero cuando llegó el momento de salir de casa, se dio cuenta de que necesitaba algo más de apoyo. Sin mucho pensar, tomó sus muletas azules, las que siempre lo ayudaban en los momentos en que su cuerpo le exigía más.
Al llegar al salón, el caos comenzó a desatarse lentamente. El tema de la boda era claro: todo debía alinearse al esquema de colores negro y blanco que Sophia había elegido. “Lo único que te pido es que todo combine, Boris”, le había dicho su hermana semanas antes. Él no le dio mucha importancia en ese momento. Su relación con Sophia siempre había sido la típica entre hermanos: discusiones pequeñas, momentos de afecto, pero nada tan serio como para pensar que unas muletas fueran a romper todo.
“¿Por qué no usaste el bastón?” fue lo primero que escuchó de Sophia cuando entró en el salón. Su rostro ya mostraba signos de frustración. “¿Por qué las muletas azules?”, repitió, casi como una sentencia. Boris, tratando de restar importancia, simplemente explicó que no se sentía bien, que sus piernas no le daban tregua ese día y que necesitaba las muletas. Pero Sophia no lo veía así. A medida que avanzaba la tarde, la incomodidad de su hermana creció, hasta que, en un momento que Boris nunca olvidará, le pidió que no apareciera en las fotos familiares.
“Arruinas la boda”, le gritó Sophia, su voz temblando entre la rabia y las lágrimas. Lo siguiente que escuchó fue a su madre, quien se unió al ataque, pidiéndole que “se quedara sentado” y que no interfiriera en las fotografías. Todo por el color de las muletas. Boris no entendía cómo algo tan insignificante podía tener tanta importancia para ellas en ese momento. “No lo comprendo. Nunca antes actuaron de esta manera”, escribió más tarde Boris en Reddit, en un post donde contaba toda esta historia que lo dejó completamente aislado en un día que se suponía familiar.
La tensión creció hasta el punto en que, con el maquillaje corrido por las lágrimas, Sophia exigió que Boris fuera excluido de todas las fotos importantes. “Me estás arruinando el álbum con esas horribles muletas”, le gritó entre sollozos. La madre, que hasta entonces no había tomado un papel decisivo en la situación, se puso del lado de Sophia. “Es su día especial”, le dijo, dándole a entender que él debía ceder. “No puedo creer que estés llorando por algo tan estúpido”, fue lo único que Boris pudo responder antes de que su madre decidiera que lo mejor sería que se fuera a casa.
Antes de que sirvieran la comida, antes de que cortaran el pastel, Boris fue enviado de vuelta a casa. En el auto, sintió una mezcla de rabia y tristeza que no podía procesar del todo. Para él, la boda ya había terminado, pero lo peor estaba por venir. De regreso a su hogar, la avalancha de mensajes y llamadas no se hizo esperar. “Es su día especial”, repetían una y otra vez sus familiares, reprochándole el haber causado tanto alboroto por un par de muletas azules. Boris no entendía cómo habían llegado a ese punto. “Nunca antes habían actuado así”, escribió en Reddit, recordando cómo su familia siempre había sido comprensiva con su condición. Pero ese día, la estética de una boda parecía haber sido más importante que el hecho de que su hermano apenas podía mantenerse en pie.
Los comentarios en la publicación de Reddit no tardaron en llegar. “No puedo creer que te hayan hecho eso. Lo de las muletas se podría haber editado fácilmente en las fotos”, comentaba un usuario. “Las bodas son para celebrar, no para tratar a la familia como accesorios de decoración”, añadía otro. Poco a poco, Boris comenzó a ver que no estaba solo en su indignación. Decenas de personas lo apoyaban, diciéndole que no estaba equivocado al sentirse dolido. Pero eso no cambiaba el hecho de que su hermana había llorado y su madre lo había echado de la boda.
“Fue surrealista”, escribió Boris en su última actualización. “Al final, lo único que queda de esa boda son fotos sin mí y una herida que tardará mucho en sanar”.