La jornada electoral del 28 de julio en Venezuela, documentada en “Todos Lo Saben”, no fue una elección más en la historia del país. Representó un hito en la lucha pacífica de millones de ciudadanos que, enfrentándose al control férreo del régimen de Maduro, apostaron por el voto como su herramienta de cambio. El documental, lanzado por el portal La Gran Aldea, recorre de forma exhaustiva los días previos, el evento mismo y las consecuencias de esta elección, en la que venezolanos de todas las edades y contextos participaron, decididos a desafiar la represión y a preservar su derecho a una voz democrática.
Bajo un entorno de censura extrema y represión sistemática, los líderes de la oposición, encabezados por figuras como María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, impulsaron a la población a acudir a las urnas. Con una estrategia basada en la perseverancia y el llamado a la unión, estos líderes representaron un frente que, sin armas ni violencia, desafió al aparato de control estatal. “Todos lo saben” expone cómo estos líderes asumieron el riesgo personal de encabezar la protesta en un contexto en el que el gobierno controlaba los medios y limitaba cualquier intento de cambio.
El documental también pone en perspectiva el contraste entre la narrativa oficial y los hechos vividos por los ciudadanos. La Gran Aldea busca evidenciar la enorme distancia entre ambas realidades, documentando el proceso electoral a través de testimonios y registros de ciudadanos comunes, quienes no solo votaron, sino que también se esforzaron por proteger las actas y recopilar pruebas que respaldaran la victoria popular. En un ambiente de tensión, el deseo colectivo de una transición pacífica y democrática fue una de las fuerzas que impulsaron a los venezolanos a desafiar las amenazas del régimen.
Testimonios y narrativas de resistencia
La esencia de “Todos lo saben” reside en las voces de los protagonistas, aquellos ciudadanos comunes que, pese a los riesgos, documentaron la jornada electoral y preservaron la evidencia de lo sucedido el 28 de julio. A través de testimonios de personas como Emperatriz Mendoza y Marina López, el documental revela el valor de aquellos que decidieron desafiar el control del régimen. Estas personas, sin antecedentes políticos o una posición de poder, emergieron como guardianes de la verdad, registrando los resultados y conservando las actas en medio de un clima de tensión y vigilancia constante.
Hombres y mujeres de distintos sectores y edades se movilizaron en silencio, conscientes de que su participación podía hacer la diferencia. La cámara se convierte en un testigo de su valentía, capturando momentos en los que la desesperación, el miedo y la esperanza se mezclan en escenas de una Venezuela que lucha por mantener su derecho a decidir su propio futuro.
El documental ofrece una perspectiva única que humaniza los números y cifras de votantes. En lugar de enfocarse solo en los resultados, se adentra en la realidad de los participantes que decidieron no solo votar, sino también documentar y proteger los registros electorales, un acto de resistencia en sí mismo. Estos testimonios reflejan un fenómeno colectivo de compromiso, en el que la gente común se convierte en protagonista de una lucha por la libertad y la justicia.
Una verdad silenciada
La apuesta de La Gran Aldea por documentar la realidad desde la perspectiva ciudadana va más allá del registro de los hechos. En cada imagen y testimonio, la investigación honra el acto de resistencia de los individuos que decidieron hacer visible lo que el poder intenta silenciar. Las escenas muestran a personas que registraron los resultados electorales en sus dispositivos, quienes llevaron las actas bajo el riesgo de ser interceptadas y aseguraron una documentación que pudiera dar cuenta de la voluntad popular.
Este documental es también un mensaje al mundo, en el que Venezuela muestra las heridas, la frustración y el impacto social de la represión. En sus testimonios, el dolor de la migración forzada, la separación familiar y la frustración de años bajo un régimen autoritario encuentran una plataforma en la que su eco resuena más allá de las fronteras. En un contexto de censura y control absoluto sobre los medios de comunicación, el valor de esta obra no solo reside en la narración de un evento histórico, sino en su capacidad para confrontar la narrativa oficial y hacer que la verdad sea accesible a quienes, dentro y fuera del país, buscan comprender la realidad venezolana.
La elección de presentar estos testimonios y documentos visuales es, en sí, un desafío al aparato de censura. Con cada voz que narra su experiencia y cada imagen que capta un instante de esa jornada, el documental asegura que los recuerdos no se borren y que las nuevas generaciones conozcan lo que ocurrió. En este sentido, se convierte en un faro de esperanza para el pueblo venezolano, reafirmando que la historia y la verdad no pueden ser ocultadas indefinidamente.
El documental, además, invita a reflexionar sobre las raíces profundas de la lucha democrática en Venezuela. Este documental traza un paralelo con momentos clave de la historia del país, en los cuales la sociedad se enfrentó a regímenes represivos, aunque en contextos distintos y con resultados diversos. Desde las dictaduras de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, pasando por el autoritario gobierno de Hugo Chávez, la población venezolana ha vivido bajo ciclos de opresión y resistencia. Sin embargo, como plantea el documental, el 28 de julio marca un punto de inflexión, una expresión de resistencia ciudadana sin precedentes en su escala y determinación pacífica.
En épocas anteriores, la reacción popular se había manifestado, en su mayoría, a través de movimientos armados o clandestinos, enfrentando a regímenes que sofocaron la disidencia mediante la fuerza. En contraste, el documental muestra cómo la resistencia de 2024 se basó en el acto de votar y preservar pruebas, una expresión de compromiso pacífico que no busca imponer un cambio violento, sino reafirmar el derecho a elegir democráticamente.