“En mis 30 años como periodista, este es el peor momento de censura en Venezuela”, explica a Infobae una reconocida profesional. “Yo prefiero guardarme unos días más”, dice otro colega que solía compartir sus análisis de la realidad política en el país.
Es que desde el fraude electoral del 28 de julio pasado, la represión del régimen de Maduro se profundizó escandalosamente. Ya ningún periodista firma sus artículos en Venezuela y salir a la calle para informar sobre la brutal represión se volvió una trampa mortal. En las últimas horas, por ejemplo, cuatro periodistas fueron encarcelados y acusados formalmente de”terrorismo” por la Justicia chavista
Maduro cerró X (ex Twitter) en principio por 10 días, amenaza con bloquear TikTok e Instagram, prohibió Signal y exige que se desinstale WhatsApp de todos los celulares. Las redes sociales son el único lugar donde los venezolanos pueden buscar información fidedigna, ya que los medios de comunicación tradicionales están cooptados por el régimen. El escenario era complicado antes del 28 de julio, pero ahora se volvió muy peligroso para los periodistas…
En este contexto surgió una innovadora estrategia impulsada por una alianza de medios venezolanos y extranjeros, y apoyada por organizaciones civiles de comunicación orientadas a la libertad de información y a la verificación de datos: usar inteligencia artificial.
Así, desde el martes “la Chama” y “el Pana”, avatares creados con IA, son los encargados de acercar esa valiosa información, verificada y curada por prestigiosos medios venezolanos, para que circule dentro y fuera del país en formato video. El contenido se llama #OperaciónRetuit, y se distribuye dentro y fuera del país por distintas vías. “La idea es que otros fuera y dentro de Venezuela sean nuestra voz”, explican a Infobae.
Ni “la Chama” ni “el Pana” pretenden ser lo que no son: desde el primer video la situación es transparente. Todo el tiempo queda claro que se recurrió a presentadores creados con inteligencia artificial porque los periodistas no pueden hablar a cámara sin ser perseguidos, secuestrados y encarcelados. No hay garantías para nadie.
“Fuimos generados por inteligencia artificial, pero nuestros contenidos sí son reales, verificados, de calidad y creados por periodistas”, explican en su primer envío. Y agregan: “Como es conocido desde la jornada electoral del pasado 28 de julio, en Venezuela, se incrementó la persecución y la represión contra todo aquel que el gobierno considere que no piense como el oficialismo o que lo vea como contradictor. Entonces, por medidas de seguridad usaremos la inteligencia artificial para difundir información de una docena de medios independientes venezolanos que son parte de las iniciativas Venezuela Vota y la Hora de Venezuela, que además han logrado reunir un centenar de medios internacionales en 13 países”.
El objetivo de “Operación retuit” es proteger a los periodistas, informar y que el valioso material periodístico independiente llegue a la mayor cantidad de audiencia posible a través de sus replicadores nacionales e internacionales.
El proyecto recién comienza: habrá noticiero, piezas sobre temas específicos y la distribución de la “noticia del día”. Es una iniciativa colaborativa en la que todos los miembros de la alianza debaten en reuniones virtuales diarias cómo desarrollar el material.
Durante las últimas décadas, el chavismo se ha servido de los recursos del Estado para imponer su voz. Primero recurrió a estrategias convencionales, como disponer de los recursos públicos, principalmente los de PDVSA, la petrolera estatal, para otorgar y comprar espacios en los medios de comunicación que se iban comprometiendo con su línea editorial. Una vez que tuvo medios sumisos, fue por más y comenzó a comprar los medios más antiguos y grandes del país a través de testaferros. Los que se resistían, como Radio Caracas Televisión, se toparon con la fuerza del régimen y fueron obligados a cerrar.
Cuando comprar los medios no fue suficiente, comenzó a limitarse la distribución de papel para los periódicos. Las restricciones de acceso a ese insumo básico para los diarios, justificadas en la falta de divisas, llevaron a que, con el cese de la edición impresa de El Nacional en 2018, ya no quede ningún diario en papel de alcance nacional no alineado con el chavismo.
En Venezuela los periodistas y los medios sobreviven en un ecosistema dominado por el terror, donde la autocensura es un mecanismo de defensa habitual.
En 2017, Maduro sumó otro método de censura: la ley contra el odio. Aprobada por unanimidad por la Asamblea Constituyente erigida ilegalmente para quitarle poder a la Asamblea Nacional que había ganado la mayoría absoluta del Parlamento en 2015, la norma fija penas de hasta 20 años de cárcel y otras sanciones como multas a empresas y medios electrónicos, proscripción de partidos políticos y clausura de medios de comunicación a quienes difundan mensajes de odio. Es tan amplio el concepto “odio” que el régimen lo usa para todo...
De acuerdo con Maduro, el propósito de la ley es “el reencuentro, la reunificación y la paz de todos los venezolanos” sin embargo, se ha tranmsformado en herramienta jurídica que busca silenciar y castigar opiniones opositoras. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció que la ley que establece “sanciones penales exorbitantes y facultades para censurar a medios tradicionales e Internet, se contradice con los estándares internacionales en materia de libertad de expresión”.
Desde las elecciones del 28 de julio, la cacería chavista se intensificó. El régimen rastrea la actividad de sus ciudadanos en las redes, detiene gente por sus posteos y secuestra dirigentes opositores.
En las próximas horas, de hecho, se espera que Maduro dé un paso más y sancione la tan anunciada “ley contra el fascismo”, una amplia norma que el régimen usará a discrecionalidad para la persecución, ya que prohíbe “la difusión de mensajes que hagan apología o promuevan la violencia como método de acción política”. Con la Justicia adicta a la dictadura madurista, la aplicación de esta norma será una herramienta más para la censura.
A “la Chama” y “al Pana” no los pueden meter presos ni torturar... Y, por ahora, tampoco los pueden silenciar.