Quién no se ha sorprendido a si mismo durante el horario laboral leyendo y releyendo una línea en la pantalla sin lograr retener su significado porque la mente huye hacia alguna tarea pendiente en el hogar o en un plan de salida del próximo fin de semana. Ese será un buen momento para tomarse un descanso. Pero cómo y por cuánto tiempo debe ser ese intervalo para que resulte reparador. ¿Deben ser 10 minutos de conversación con un compañero sobre una serie que estamos viendo? ¿Es mejor media hora de paseo por los alrededores? ¿Es más eficaz unos pocos minutos de estiramiento?
Un grupo de expertos del Departamento de Psicología de la Universidad Occidental de Timișoara, en Rumania, dirigido por Patricia Albulescu, realizó un metaanálisis de 22 estudios en el participaron, en total, 2.000 personas y publicaron sus resultados en la revista PLoS ONE.
La conclusión más destacada tuvo que ver con la eficacia de lo que el equipo denominó “microdescanso”, en referencia a pausas de menos de 10 minutos, que consideró suficiente para reducir la fatiga y recuperar energía. El beneficio de estas paradas en la jornada laboral lo constataron en todas los tipos de trabajos analizados. Por eso “las micropausas podrían ser una panacea para promover el bienestar durante la jornada laboral”, dijeron los autores.
Pero ¿qué rendimiento permiten estos “microdescansos”? En la mayoría de las tareas cognitivas exigentes, diez minutos de descanso no parecían suficientes para restaurar la capacidad del cerebro. De ser posible, se deberían efectuar descansos más largos. No obstante, las pausas cortas aumentaban el rendimiento en las tareas rutinarias. Las actividades altamente automatizadas llevan a soñar despierto y a cometer errores, por lo que tomarse unos minutos de descanso ayuda a volver a concentrarse, dijeron los autores. El mismo efecto positivo se observó en las actividades creativas: una breve pausa mostró un alivio en el trabajo en curso, lo que probablemente activa un pensamiento más divergente y una cierta flexibilidad cognitiva que favorecen la generación de nuevas ideas.
Los autores dijeron en cuanto al tipo de “microdescanso” que se debe tomar que es mejor no usar esos momentos para realizar otro tipo de tarea vinculada al trabajo, como por ejemplo reunirse con un compañero para acordar labores del día siguiente o resolver un problema con el departamento de informática. En el estudio se indicó que llevar a cabo actividades relacionadas con el trabajo durante el descanso afecta al bienestar y al estado de ánimo. Lo mejor es desconectar por completo, por ejemplo, realizando estiramientos o conversando con los compañeros sobre una película, el colegio de los chicos o el último recital.
En ese sentido, los autores destacaron que “los descansos conducen a la recuperación cuando las personas se involucran en actividades que reducen la demanda de sus recursos. Durante las horas de trabajo, las actividades de recuperación pueden estar relacionadas con los objetivos de la tarea (por ejemplo, ayudar a un colega; establecer una nueva meta relacionada con el trabajo) o pueden no estar relacionadas con el trabajo (por ejemplo, atender las necesidades fisiológicas; participar en interacciones sociales; cognitiva; relajante; dirigir la atención a los elementos naturales)”.
“En general, las actividades de microdescanso relacionadas con el trabajo se asociaron con una disminución del bienestar, una disminución de la calidad del sueño y un aumento del estado de ánimo negativo. Las actividades físicas como el estiramiento y el ejercicio se asociaron con un aumento de las emociones positivas y una disminución de la fatiga. Las actividades relacionales (por ejemplo, ponerse en contacto con amigos y familiares) se asociaron con una mayor sensación de vitalidad. El uso de redes sociales personales y juegos se asoció con un menor conflicto entre el trabajo y la vida privada, mientras que ver una película corta se asoció con una mayor recuperación y rendimiento”, dijeron los autores.
Al referirse a la duración de los “microdescansos” y su impacto en el bienestar y el rendimiento, algunos estudios examinados en el metaanálisis “sugirieron que los efectos de recuperación podrían obtenerse después de un tiempo muy corto (es decir, 27,4 segundos). Otro estudio mostró que los micro descansos de 40 segundos son suficientes para mejorar la atención y el desempeño de las tareas. Finalmente, otros estudiosos fueron más generosos con el tiempo necesario para recuperarse durante los microdescansos, desde unos pocos segundos hasta varios minutos, lo que implica la posibilidad de que los microdescansos puedan tener una “duración óptima”. Sin embargo, todavía no existe un estándar establecido con respecto a la duración de estos breves descansos, así como tampoco una consideración explícita sobre cuánto tiempo es suficiente para que se produzca la recuperación”, admitieron.
“Es importante destacar que las microrupturas no parecen influir en el rendimiento en general. Sin embargo, cuando el descanso es más prolongado, el rendimiento tiende a mejorar, especialmente cuando los individuos se dedican a tareas creativas o de oficina, y menos cuando realizan actividades de naturaleza cognitivamente exigente” concluyeron.
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