Los edulcorantes son consumidos por millones de personas en todo el mundo. Se incluyen en muchos de los planes nutricionales que tienen como objetivo bajar de peso o mantener una dieta equilibrada.
Tienen como fin más común endulzar los alimentos, ya que, como son sustancias que se utilizan en reemplazo del azúcar, se busca no sumar calorías. Existen varios tipos y pueden ser nutritivos o no-nutritivos: los primeros aportan energía y se deben consumir con moderación, los segundos no suman calorías y son en su mayoría artificiales, excepto el esteviósido (estevia).
– Edulcorantes naturales: Monosacáridos (glucosa, galactosa, fructosa) y disacáridos (sacarosa, lactosa).
– Edulcorantes nutritivos, derivados de productos naturales: jarabe de glucosa, azúcar invertido.
– Azúcares o polioles: sorbitol, mansito, xilitol.
– Neoazúcares: fructo-oligosacáridos
– Edulcorantes intensos: pueden ser artificiales (aspartamo, acesulfamo, sacarina, ciclamato) o de origen vegetal (esteviósidos y glicirricina).
La sacarina, por ejemplo, endulza entre 300 y 500 veces más que el azúcar, y aunque se puede usar para para cocinar, deja un leve sabor amargo en las preparaciones.
El ciclamato es 40 veces más dulce que el azúcar y se utiliza combinado con la sacarina. Ambos se encuentran en alimentos "light" como mermeladas, gaseosas o galletitas dulces dietéticas bajas en calorías y tradicionales.
Qué dice la ciencia sobre el consumo de edulcorantes
Distintas investigaciones científicas buscan derribar muchos mitos en torno a este sustituto del azúcar, más precisamente aquellos que contienen aspartamo, una sustancia compuesta por dos aminoácidos que aportan 4 calorías por gramo, por lo que técnicamente es un edulcorante calórico que aumenta el nivel de azúcar notablemente.
Una investigación publicada por el Canadian Medical Association Journal realizó una revisión de 30 estudios observacionales en base al RCT, uno de los métodos científicos más valorados.
La conclusión a la que llegó el estudio fue que la ingesta de un producto o más al día que contenga aspartamo, puede causar hipertensión, aumento de peso, mayor riesgo de infarto y diabetes tipo 2.
Sin embargo, los efectos de ingerir dicha sustancia a corto plazo estaban asociadas con un mantenimiento del peso, mientras que si se consumía por un tiempo más prolongado sucedía todo lo contrario, algo así como un efecto "rebote".
La nutricionista Agustina Murcho explicó a Infobae que si bien estudios como el citado refuerzan la idea de que el consumo de estos productos es malo, es muy difícil afirmar que sea así en un 100%. La razón es muy simple: no todas las personas son iguales, ni tienen la misma predisposición a sufrir enfermedades.
"Hay quienes tienen más probabilidad de engordar o contraer diabetes y otras no. El efecto rebote se produce cuando hay una carencia máxima de nutrientes y una persona se está alimentando mal. Cuando vuelve a consumir todo eso que eliminó de su dieta, se produce esto. La explicación es que esa restricción de calorías o de cualquier nutriente, ya sea proteína, hidratos de carbono o grasas, luego se vuelven a consumir".
"No podemos afirmar nada con seguridad absoluta, ya que para que un edulcorante te haga mal tenés que superar una dosis muy alta, que es prácticamente imposible de ingerir para un ser humano. Sí está comprobado en ratas porque son chiquitas. Hay que tener en cuenta que los factores que están dando vueltas son muchos y se sabe que en todo lo que respecta a nutrición las cosas van variando y cambiando de una persona a otra".
Otro estudio publicado por la revista Cell Metabolism sigue la misma línea del Canadian Medical Association Journal y sugiere que los edulcorantes artificiales simulan un estado de hambre en el cerebro, haciendo que algunos organismos busquen energía a través del consumo de más alimentos.
El mismo contó con la colaboración de investigadores del Centro Charles Perkins de la Universidad de Sydney y el Instituto Garvan de Investigación Médica. Allí se analizó una colonia de moscas que fueron alimentadas de manera diferencial: al primer grupo se le administró una dieta de levadura y sacarosa y al segundo un régimen con el edulcorante sintético sucralosa.
Los pequeños insectos, que estuvieron durante unos cinco días con la dieta "light", consumieron un 30 por ciento más de calorías que aquellos que ingirieron azúcar. El estudio demostró que los efectos de los azúcares artificiales en el cerebro al momento de regular el apetito y modificar la percepción del gusto efectivamente son ciertos.
"Tras la exposición crónica a una dieta que contenía el edulcorante artificial de la sucralosa, vimos cómo los animales comenzaban a comer mucho más", dijo el director del estudio, el profesor adjunto Greg Neely de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sydney.
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