A comienzos del milenio se produjo el auge internacional del Malbec, ya que fue la cepa que le permitió decir a la Argentina vitivinícola acá estoy. Era un tinto expresivo y con potencia, de una uva poco difundida, de origen (francés) noble y con un sello distinto, eso le abrió un camino en las preferencias de los consumidores globales. Esto potenció las inversiones extranjeras, sobre todo en Mendoza, consolidando su eterno liderazgo.
Así fue como San Juan buscó reaccionar y subirse a la movida, que multiplicó las exportaciones nacionales de vino por diez, rozando los mil millones de dólares por primera vez en la historia. ¿Cómo lo hizo? promoviendo como cepa emblema al Syrah. Pero uno de los argumentos de comunicación no tenía que ver con el origen de la cepa ni el carácter del terroir ni el estilo de los vinos sino con una cuestión semántica. Ellos sostenían que si Mendoza se destacaba con el Malbec (con eme de Mendoza), ellos lo harían con el Syrah (con ese de San Juan). Una cepa también noble y de origen francés, que se da muy bien en los diferentes valles de la provincia. Y si bien no corrió la misma suerte que el Malbec, el Syrah sigue siendo uno de los emblemas de San Juan.
Pero más allá de la curiosidad casual que esto significa, hoy se vuelve a dar esta situación, en otra región y con otra cepa como protagonista: el Pinot Noir de Patagonia.
La variedad que da origen al que sigue siendo el vino más caro del mundo (Domaine de la Romanée-Conti, de Borgoña, Francia) es la nueva insignia del vino patagónico, aunque ya existía una historia en la región. Justamente, el Día Internacional del Pinot Noir ha llegado, porque cada 18 de agosto se celebra en el mundo, en honor al “Príncipe de los Tintos”. Y si bien no hay una razón histórica sino más bien un acuerdo de agenda entre las principales regiones productoras, la fecha conmemorativa sirve para poner el vino en boca de todos, también en la Argentina. Porque si bien se trata de una cepa desafiante para agrónomos y enólogos, cuando se logran los objetivos, da vinos equilibrados, vibrantes, elegantes y longevos. Y la prueba que su mejor terruño está en Patagonia radica en que ya son varias las bodegas mendocinas (Tinto Negro, Viña Cobos, Kaiken, etc.) que optan por cosechar uvas en esa zona para dar con sus varietales Pinot Noir, algo similar a lo que ocurre con el Torrontés de Salta desde hace varios años. Las razones tienen que ver con que la uva prefiere el frío y madurar lentamente para desarrollar todo su esplendor.
En Río Negro existen viñedos antiguos de Pinot Noir, porque siempre se entendió que el Alto Valle y el Valle Medio eran lugares aptos para el desarrollo de esta variedad, tanto para vinos tintos como para espumantes, fundamentalmente por el clima más fresco respecto de las demás regiones vitícolas del país. Esto fue lo que llevó a Neuquén, en solo veinte años, a ser hoy la provincia patagónica con mayor cantidad de superficie plantada con Pinot Noir. Y también lo que inspiró a los pocos productores de Chubut para elaborar sus flamantes tintos y rosados.
Pinot Noir, el vino patagónico por excelencia
Aunque ya era considerada una de las cepas emblemáticas de la Patagonia, recién ahora hay una cantidad suficiente de etiquetas y en diversos segmentos cualitativos, que permite considerarla como una verdadera referencia. Porque si bien de las más de 2000 hectáreas plantadas en el país (algo así como el 1% de la superficie total de viñedos), el 70% están en Mendoza (la mayoría se usa para vinos base de espumosos), Patagonia emerge como el nuevo polo productivo enfocado en la sofisticada variedad tinta oriunda de la Borgoña. Con Neuquén que posee más de 250ha, Río Negro 130ha aproximadamente, Chubut con 33ha y La Pampa con 12ha, queda claro la importancia que tiene el cepaje en la zona. Y la nueva tendencia es que muchas bodegas mendocinas acudan a la región en busca de Pinot Noir para elaborar vinos tintos con carácter patagónico. Y esto va más allá de la coyuntura, porque confirma que el mejor terroir para dicha cepa se encuentra en las regiones vitivinícolas más australes del país. Y no solo es una cuestión de suelos, ya que hay suelos aptos para vides en muchas otras zonas del país.
Aunque si fue muy importante el mayor conocimiento de la composición de los mismos para mejorar el riego y el manejo de la canopia en pos de llegar al punto óptimo de cosecha con la mejor calidad de uva, ya que los suelos suelen ser heterogéneos, incluso dentro de un mismo viñedo. Eso explica por qué los hacedores cosechan y vinifican parcelas por separado para obtener distinto carácter en sus vinos.
Pero la cuestión del Pinot Noir en Patagonia está más relacionada al clima, sobre todo a las temperaturas medias más bajas durante el ciclo de madurez, porque esto ralentiza el desarrollo de las bayas, permitiendo completar la curva de polifenoles. Esto, en palabras más simples, significa que en un contexto más fresco la Pinot Noir se siente más cómoda, y que encontró una zona privilegiada, con importante amplitud térmica, sobre todo las últimas semanas de maduración, comparado con Mendoza; principal zona de producción. Y si bien su altura no supera los 300msnm, porque se encuentra lejos de la cordillera (300km), esto se contrarresta con la latitud, y con la cercanía al mar (400km). El clima es continental, permitiendo una maduración completa y escalonada, y esto ofrece diferentes tipos y momentos de cosecha. Pero en Patagonia también hace calor y hay insolación. Es por ello que se pone mucha atención el manejo de la canopia (parte verde de la planta) para proteger los racimos de los rayos UV.
Sin embargo, hay un factor diferencial que distingue a la Patagonia, incluso de cualquier región vitivinícola del mundo destacada por sus Pinot Noir; como Nueva Zelanda, Chile, Oregon y Washington Estate en Estados Unidos, más allá de la Borgoña en Francia; y es el viento. Porque se trata de una brisa constante y persistente que mantiene seco el microambiente, impidiendo el desarrollo de hongos y enfermedades de manera natural.
El viento incesante trata de controlarse en el Valle de Río Negro a través de barreras de álamos y de fraccionar las fincas en pequeñas “chacras”, todas cercadas por alamedas.
Pero en San Patricio del Chañar, el polo vitivinícola más destacado de Neuquén, eso es más difícil, por sus estepas más amplias siempre coronadas de bardas. Pero eso, que en los primeros dos años de la vid puede ser una dificultad, se ha transformado en símbolo de la región porque ha permitido desarrollar hollejos más gruesos a todas las variedades, incluso al Pinot Noir. Y esto permite entonces contar con uvas más concentradas en polifenoles y nutrientes alojados en las pieles, que pasan al mosto a través de la maceración, dando vinos de aspecto más intenso, aromas profundos y sabores más marcados. Lo demás depende de los hacedores para lograr varietales con la elegancia que se espera del cepaje, pero también con la tensión que permite longevidad y la complejidad que desata la admiración de los consumidores.
En Patagonia hay Pinot Noir para todos los gustos
Desde los complejos y sofisticados exponentes de Chacra y Noemía, que ya han alcanzado precios muy altos debido a su fama, pero también escasez, hasta los ejemplares más directos y frutados que abundan en el Alto Valle de Rio Negro, pasando por el gran clásico Marcus Gran Reserva de Humberto Canale, entre todas las opciones que ofrece la bodega más grande y antigua de la región. El enólogo Marcelo Miras desde su proyecto familiar es un referente local y del varietal, como así también se destacan los Pinot Noir de Bodega Aniello y Del Rio Elorza, entre otros.
Con Chubut como el origen más austral y curioso, con una acidez más marcada y un gran potencial por desarrollar, como los de la bodega pionera del Valle de Trevelin; Viñas de Nant y Fall. Pero allí también se encuentra Otronia, el proyecto de Alejandro Bulgheroni en la localidad de Sarmiento, que se la juega por lograr vinos de nivel internacional desde el vamos, de la mano del enólogo Juan Pablo Murgia.
Por su parte, Neuquén sin dudas apostó al Pinot Noir como una de sus cepas más emblemáticas, más allá del Malbec y de las blancas (Chardonnay, Semillón y Sauvignon Blanc) que también se dan muy bien en la zona. Esto es por buscar, dentro de la propuesta argentina, un diferencial que sea atractivo para el mercado (además del Malbec), siendo que el mercado hoy es el mundo.
Ahí es donde el Pinot Noir gana la pulseada, porque más allá de sus reconocidas virtudes a nivel global, el mundo sigue prefiriendo tintos sobre blancos. El enólogo Leonardo Puppato (Bodega Familia Schroeder) elabora muchos vinos con el Pinot Noir como protagonista, siendo ya un referente, no solo de la región sino del cepaje para el vino argentino. El hacedor también destaca la existencia de selecciones masales y de clones (667 y777 principalmente, y algo menos del 115 y R4), lo que permite una mayor riqueza de componentes. En la bodega Malma está asesorando Hans-Vinding Diers (Noemia), alguien que conoce muy bien al Pinot Noir. Y en Secreto Patagónico, el Mantra Pinot Noir sigue estando entre los más reconocidos de la pequeña bodega familiar.
Pero sin dudas, una de las más grandes impulsoras del Pinot Noir en la zona y en el país fue Bodega Del Fin del Mundo de la familia Eurnekian. Hoy, bajo el concepto de Family Wine Estates, identificadas con el León del escudo Pakraduni; emblema de una de las últimas grandes dinastías de Armenia, de la cual la familia Eurnekian es descendiente. Desde hace algunos años, Juliana Del Águila Eurnekian es la encargada de comandar un joven equipo enológico liderado por Ricardo Galante. La idea de forjar una identidad que represente a la familia, definiendo un nuevo estilo en cada una de las líneas de vinos, respetando sus atributos naturales, lo ha llevado a desarrollar el Pinot Noir en diversos estilos y segmentos de calidad. Ahora viene una etapa de mayor estudio del terruño, con más análisis de suelos y más calicatas para determinar las mejores parcelas. Ricardo prefiere una mayor frescura en sus vinos, para ello adelantó todos los puntos de cosecha, y eso ha beneficiado a sus Pinot Noir especialmente.
La bodega está totalmente equipada para elaborar grandes cantidades, pero también para hacer partidas limitadas. En las líneas top (Reserva y Fin Single Vineyard) ya están trabajando más detalladamente, intentando preservar más la fruta desde el viñedo, y con la madera que solo acompañe. En los tintos jóvenes de la casa también se destaca el Pinot Noir (La Poderosa). Al cepaje lo están trabajando de manera diferenciada, elaborándolo de diversas formas, incluyendo alguno con maceración carbónica y otro sin agregado de SO2, con uvas de viñedos que van para certificación orgánica. Hoy, esta joven generación (Juliana y su hermano Jorge, junto a Ricardo Galante y equipo), tienen la posibilidad de generar un gran aporte al Pinot Noir, por el tamaño de la bodega, por el significado del terruño Patagonia y su potencial.
10 Pinot Noir para brindar en su día
Reserva Fin del Mundo Pinot Noir 2019
Bodega Del Fin del Mundo, San Patricio del Chañar, Neuquén $900
Muy Pinot Noir desde donde se lo mire y tome. Aspecto rubí brillante, pero de intensidad tenue. Aromas equilibrados, con notas de cerezas apenas maduras y hierbas silvestres. De entrada refrescante y paso ágil, pero a su vez consistente gracias al agarre de los taninos incipientes. Paladar franco y expresivo, con la fuerza de juventud que aporta profundidad al trago. Ideal para acompañar una sopa de hongos. Puntos: 90,5
Saurus Select Pinot Noir 2019
Familia Schroeder, San Patricio del Chañar, Neuquén $1200
Tiene todos los atributos de un buen exponente varietal, equilibrado y con buena fruta, más allá de su aspecto inconfundible. Y si bien su paladar no es muy expresivo, tantos sus texturas finas como sus notas frutadas y especiadas remiten al Pinot Noir. Su final es amable, con dejos de crianza bien sostenidos por la frescura. Una etiqueta para tener siempre a mano en casa para lucirse en la cocina, más con un risotto. Puntos: 90
Anielo Soil Pinot Noir 2017
Bodega Aniello, Mainqué, Alto Valle Río Negro $1200
Elaborado con uvas provenientes de cuatro chacras que presentan suelos diferentes compuestos por arena, grava y arcilla, la enóloga Eugenia Herrera logra un corte muy expresivo y que ha mantenido su carácter a pesar de paso del tiempo. De aspecto y aromas maduros, en boca despliega texturas sutiles, con paso fresco y final más terroso que frutal. Puntos: 90,5
Kaiken Ultra Pinot Noir 2019
Bodega Kaiken, Añelo, Neuquén $1500
Es la primera vez que esta clásica línea se sale de Mendoza, aunque la bodega ya había elaborado un Torrontés de Salta. Y para sumarse a la movida del Pinot Noir, prefirieron ir hasta Patagonia en busca de las uvas. Así se logró un exponente de muy buena tipicidad, aromas frescos de frutas maduras (cerezas) y especias. Paladar franco, ágil y expresivo, con buen agarre y agradable profundidad. Puntos: 90,5
Fin del Mundo Single Vineyard Finca Los Hermanos Pinot Noir 2018
Bodega Del Fin del Mundo, San Patricio del Chañar, Neuquén $1700
El joven winemaker Ricardo Galante le está encontrando la vuelta al Pinot Noir. Acá logró un tinto de muy buen carácter varietal, con cerezas rojas y negras típicas, y un paso mordiente pero suave, con final especiado y bien refrescante. Y los 18 meses de crianza en barricas nuevas de roble ni se sienten, solo aportan suavidad a sus texturas y cierta profundidad de boca. Puntos: 91,5
La Voja Pinot Noir 2020
Dominio de Freneza, Patagonia $1700
El enólogo Agustín Lombroni se animó a combinar uvas de San Patricio del Chañar (Neuquén) y Mainqué (Río Negro), en una proporción de 85/15 para dar con este Pinot Noir. De aspecto y aromas jóvenes, frutados y especiados, paladar en sintonía, fresco y equilibrado, con taninos incipientes y un leve agarre, propio de haber fermentado algo con racimos enteros, matizado con suaves dejos ahumados de crianza. Puntos: 91
Viñas de Nant y Fall Pinot Noir 2018
Viñas de Nant y Fall, IG Valle de Trevelin, Chubut $3000
Tinto liviano (11,6%) pero con personalidad propia. De aromas equilibrados, con buena tipicidad y carácter frutal (cerezas). Hay fluidez con agarre fino en su paso por boca armónico y vivaz, gracias a su acidez firme. El joven Emanuel Rodríguez, enólogo y propietario (tercera generación), ha dado con un vino que habla del potencial, quizás no tanto de este vino en esta cosecha en particular, pero si de la cepa en ese flamante terruño. Puntos: 90
Otronia Bloque I Pinot Noir 2017
Otronia, Chubut, Patagonia $6500
Esta flamante bodega se sitúa en el centro sur de la Provincia de Chubut, casi al límite con Santa Cruz. Posee 50 hectáreas de viñedos orgánicos en la Latitud Paralelo 45, 33 LS; quizás los más australes del mundo. Este vino no solo resume el potencial de una nueva región, sino lo extremo que puede llegar a ser el hombre vínico si se lo propone. Y este Pinot Noir de Juan Pablo Murgia es cosa seria. Con buen volumen y agarre tenso, la madera se siente integrada, y acompaña el carácter y la complejidad, con austeridad, del vino. Sus capas delicadas de texturas y su tipicidad frutal invaden el final de boca, alargando el placer. Puntos: 92
Bramare Pinot Noir Patagonia 2019
Viña Cobos, Río Negro, Patagonia $6750
De buena tipicidad, aspecto brillante, y leves dejos de ahumados suaves que no tapan la fruta. Acá la tensión hace la diferencia, y si bien no es profundo, es terroso, con algo de fruta fresca y leves dejos ahumados. Con cierta fuerza, pero bien equilibrada por la frescura, hay cerezas nítidas y especias, paso mordiente y fino, con potencial de complejidad, y leves dejos maduros sobre el final. Un tinto con fuerza y delicadeza, por ahora no tanta complejidad, pero con esta frescura de la fruta va a llegar muy lejos. Además, se acomoda en la copa y demuestra que ya es un gran vino, con un equilibrio tenso y vivaz, gran balanceo en boca, y su potencia (14,3%) muy bien disimulada. Puntos: 93
Chacra 55 Pinot Noir 2018
Bodega Chacra, Mainqué, Alto Valle de Río Negro $17800
El trabajo de Piero Incisa della Rocchetta con el Pinot Noir patagónico ha dejado de ser silencioso; hoy reconocido en todo el mundo. Acá hay gran tipicidad, muy bien apoyada en la fruta, jugosa y refrescante, con tensión y equilibrio. El manejo orgánico y biodinámico le aporta un delicado carácter que se siente sobre le final de boca. Es un vino con carácter propio que va a seguir ganando complejidad en los próximos años de estiba. Puntos: 92
Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
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