"Un recuerdo puede adquirir cada vez más fuerza mediante la repetición, pero es el recuerdo que evocamos al hablar, no el hecho. Y las historias se templan cuando se relatan, se editan cada vez que se recuerdan, hasta que se convierten en poco más que quimeras. La gente recuerda más a menudo lo que puede soportar que lo que fue en realidad (…) Shakespeare define a la memoria como la carcelera del cerebro, pero también como su cortesana", escribe David Carr en "La Noche de la Pistola".
Y viene a mi cabeza uno de los libros más bellos que leí: "Expiación" de Ian McEwan. Una obra maestra que lleva a la desesperación cuando el testimonio de una inmadura e imaginativa Briony destroza el destino de un joven brillante. La verdad sofocada, involuntariamente, por el capricho de una memoria adulterada por la fantasía y las emociones.
En nuestro día a día: ¿Cuánta "verdad" hay en lo que recordamos? ¿Qué, y quiénes, entran en juego a la hora de elaborar un recuerdo? Nuestro estado de ánimo ¿Puede influir en lo que recordamos como cierto? Son algunas de las preguntas que comenzaron a buscar respuestas desde la neurociencia.
Infobae consultó sobre estos temas, y sus implicancias, a Fabricio Ballarini, investigador del CONICET, licenciado en Ciencias Biológicas y doctor por la Facultad de Medicina (UBA).
-De lo que recordamos ¿Cuánto es realmente basado en la realidad de los hechos?
Muy poco. No hay un porcentaje, sería muy complejo calcularlo. Pero básicamente todos los recuerdos que tenemos – todos – son falsos.
-¿Cómo cambiamos la realidad cuando la guardamos como recuerdos?
Siempre doy el mismo ejemplo: te fuiste de vacaciones con tus amigos, estuvieron todo el tiempo juntos. Pero, cuando llega el momento de recordar lo que vivieron, parecen todas películas diferentes. Uno dice que fueron las peores vacaciones de su vida y para otro fueron las mejores. Pero ¿Cómo? ¿No vivieron lo mismo? Lo que pasa es que uno recorta, no solamente a qué le presta atención, sino también la carga emotiva que le imprime. A medida que pasa el tiempo, uno cambia esos recuerdos. El cerebro hace algo increíblemente loco que se llama "falsa memoria". Uno va reconstruyendo lo ocurrido cada vez que lo evoca. Cuando se los traen a la conciencia, cuando se relatan nuevamente los hechos, todo ese recuerdo vuelve a ponerse en juego.
Pero también ocurre que la memoria es muy vulnerable. Es muy fácil cambiar y manipular los recuerdos. Por ejemplo, nosotros somos amigos desde hace un montón de años y yo te digo "¿Te acordás cuando nos encontramos en Córdoba hace 10 años?", y vos me respondés: "no sé si era Córdoba, me parece que era Corrientes". A partir de allí, yo ya guardé Corrientes y lo reemplacé en mi memoria. Y la próxima vez que nos encontremos yo voy a buscar el recuerdo como Corrientes y no como Córdoba. La memoria que tenemos es bastante falsa, venimos muy flojos de papeles a nivel de recuerdos.
-En el caso de esas personas que nos deslumbran por su memoria, son capaces de recordar fechas, números ¿Qué les da esa capacidad? ¿Es algo innato en ellos?¿De dónde proviene ese don?
Es un tema bastante complejo. Hay historias sobre los Savant, que son quienes tendrían esa capacidad de recordar miles de nombres o de recitar libros de memoria. En la mayoría de los casos, se trata de personas que tienen patologías, por ejemplo los aspergers, que es un tipo de patología del espectro autista, y que generalmente los lleva a que puedan acceder naturalmente a recordar muchos datos. Otros se destacan porque hacen foco en retener una determinada información o se entrenan. Pero es difícil que una persona, sin ninguna patología aparente, tenga una capacidad muy distinta a la del resto. Casi todos nos movemos dentro de un pequeño rango en el que recordamos más o menos la misma cantidad de cosas. Tal vez seamos más flojos en la memoria declarativa, pero nos quedan otros miles de clases de memorias en los que seguramente somos mejores.
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-Eso en un punto puede llegar a ser peligroso, imagino, en el caso de testigos presenciales que, incluso sin mala fe, tienen un recuerdo falso de lo que presenciaron…
Exactamente. En EE.UU, la neurociencia ya se metió de lleno en dos temáticas muy complejas – muy arraigadas a nuestra cultura – que son las vinculadas a las cuestiones legales, como los testigos presenciales y el psicoanálisis.
1. La falsa memoria y los testigos presenciales. El testigo presencial es una persona que estuvo en peligro, por ejemplo porque presenció un asesinato. Estuvo en el lugar de los hechos pero bajo un gran estrés. Y se sabe que, en esas circunstancias emocionales, guardamos muy mal los recuerdos. Entonces, quizás ven o reconocen caras de personas que no existieron, o que son totalmente distintas de lo que presenciaron en realidad. No es que la persona está mintiendo, está realmente contando lo que recuerda, pero ocurre que la forma en que guardó ese recuerdo es bastante endeble. Hay bastantes estudios sobre ello. Uno muy interesante da cuenta de 300 casos de personas condenadas a homicidio a partir de la declaración de testigos presenciales. La gran sorpresa fue que, cuando se pudieron cotejar las acusaciones con pruebas de ADN, se observó alrededor del 80% de esas personas eran inocentes. Es por eso que la neurociencia está haciendo mucha fuerza en esos puntos.
2. La falsa memoria y el psicoanálisis. Hay otro punto que -acá en la Argentina es muy difícil de decir- tiene que ver con el psicoanálisis y con las terapias psicoanalíticas en las cuales el terapeuta interpreta parte de tu pasado, de tus vivencias o de tus sueños. Se ha observado que puede ser que, en esos momentos, la lectura que hace el profesional pueda interferir en la forma en que el paciente guarda los recuerdos. Por eso, en otros países, hay muchísimos juicios por mala praxis y se utilizan bastantes científicos en evidenciar el tema de la falsa memoria, por ejemplo, en casos de denuncias masivas, para ver de qué manera formaron esos recuerdo.
También el tema de los tribunales, es muy fácil inducir un voto: si el resto cree en la veracidad de un recuerdo determinado, es bastante probable que tu cerebro te lo modifique para acercarse a lo que los otros dicen.
– El estrés y el miedo ¿Nos vuelve más vulnerables a ser manipulados?
Sí. En situaciones de presión evocamos muy mal los recuerdos. Si uno está estresado agudamente, porque sucede un hecho inesperado, como un choque, o te avisan de la pérdida de un familiar, en ese momento suceden dos cosas: por un lado nos cuesta evocar un recuerdo, nos volvemos más torpes y, por otro, no guardamos bien la información. Esto ocurre porque el cerebro (y todo el cuerpo) está preparado para huir, no para guardar información, por eso en esas situaciones de muchísima presión no podemos elaborar muchas cosas.
Además, la toma de decisiones también se vuelve errónea. Ante mucha presión tomamos malas decisiones que también están relacionadas con ese nivel de evocación. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo funcionan en dos fases casi inconscientes. Una es la de reposos: como descansar, en la que los órganos funcionan bien. Otra es la fase de huida, que se activa en situaciones como podría ser la aparición de un león, un incendio o un llamado que nos desencaje. En ese prendido y apagado de fases estamos todo el tiempo. Cuando estamos en el modo huida al cerebro no le podemos pedir que haga mucha magia.
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