Por décadas, la medicina ha visto las enfermedades genéticas como condiciones hereditarias, presentes desde el nacimiento y compartidas entre miembros de una familia.
Sin embargo -informa The Atlantic- avances recientes demostraron que las mutaciones somáticas, alteraciones genéticas adquiridas durante la vida, tienen un impacto significativo en la aparición de enfermedades, transformando nuestra comprensión de la biología humana.
En 2018, David Gould, un hombre de 59 años, acudió a su chequeo médico con expectativas de recibir un diagnóstico rutinario. En su lugar, comenzó un largo recorrido por síntomas desconcertantes: anemia, hinchazón, erupciones cutáneas y fiebre.
Durante dos años, los médicos no lograron identificar la causa de su deterioro, hasta que su caso fue estudiado por investigadores del Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos.
En 2020, estos científicos descubrieron que Gould padecía VEXAS, una enfermedad causada por una mutación somática en un gen específico, presente solo en ciertas células.
El diagnóstico no solo cambió la vida de Gould, quien se recuperó tras un trasplante de médula ósea, sino que también marcó un punto de inflexión en la medicina genética al demostrar que las mutaciones somáticas pueden ser responsables de enfermedades graves que surgen en la edad adulta.
El impacto de las mutaciones somáticas
A diferencia de las mutaciones hereditarias, que están presentes desde la concepción y afectan todas las células del organismo, las mutaciones somáticas ocurren después del nacimiento, a menudo como resultado de factores externos como la radiación ultravioleta o el tabaquismo.
Estas mutaciones generan un fenómeno conocido como mosaicismo somático, donde diferentes grupos de células tienen composiciones genéticas distintas dentro de un mismo individuo.
Aunque la oncología reconoció desde hace décadas que las mutaciones somáticas son responsables de la mayoría de los cánceres, investigaciones recientes ampliaron su importancia a otras áreas de la medicina, como los trastornos neurológicos y las enfermedades autoinmunes.
Este cambio de enfoque está llevando a los científicos a reconsiderar cómo clasificamos y entendemos las enfermedades genéticas.
La secuenciación genética moderna fue crucial para identificar estas mutaciones. Hoy sabemos que cada individuo posee una diversidad genética extraordinaria, con cerca de 30 billones de genomas diferentes repartidos en sus células.
Un conocimiento que permitió a los investigadores vincular las mutaciones somáticas con enfermedades complejas y de difícil diagnóstico.
El NIH, a través de iniciativas como la Red de Mosaicismo Somático en Tejidos Humanos (SMaHT), está liderando estudios que buscan mapear estas mutaciones en distintos órganos.
En el ámbito de la neurología, por ejemplo, se descubrió que mutaciones somáticas en células cerebrales pueden estar relacionadas con trastornos como el autismo, la epilepsia y el Alzheimer, lo que abre la puerta a tratamientos más personalizados.
Aunque los avances son prometedores, identificar mutaciones somáticas sigue siendo un desafío. Estas alteraciones pueden ser difíciles de distinguir de la variación genética normal, y su detección requiere tecnologías avanzadas y costosas.
Además, muchas de estas mutaciones se encuentran en tejidos de difícil acceso, como el cerebro, lo que complica aún más su estudio.
Determinar el impacto clínico de las mutaciones también es un reto. No todas provocan enfermedades, y diferenciar entre las que son benignas y las que tienen consecuencias patológicas requiere años de investigación. A pesar de estas limitaciones, los avances en esta área están comenzando a influir en la práctica clínica.
Transformación en el enfoque médico
El caso de Gould no es único. En un reciente ejemplo, un paciente con síntomas inexplicables como inflamación de ganglios y dolor articular fue diagnosticado con la rara enfermedad de Erdheim-Chester tras analizar biopsias que revelaron una mutación somática específica.
Este diagnóstico permitió un tratamiento más adecuado, subrayando la importancia de considerar las mutaciones somáticas en enfermedades previamente clasificadas como autoinmunes.
Este enfoque no solo mejora la precisión en los diagnósticos, sino que también amplía las opciones terapéuticas, beneficiando a pacientes que anteriormente no tenían tratamientos efectivos.
El estudio de las mutaciones somáticas está apenas comenzando, pero su potencial es inmenso. Los avances en herramientas de secuenciación y el creciente interés en esta área prometen revolucionar la forma en que entendemos y tratamos las enfermedades.
Al integrar este conocimiento en la práctica médica, es posible desarrollar terapias más personalizadas que se adapten a las necesidades genéticas únicas de cada paciente.
Este enfoque podría transformar el tratamiento de enfermedades complejas, desde trastornos autoinmunes hasta afecciones neurológicas y oncológicas.
Desde el descubrimiento de VEXAS hasta la exploración de su impacto en la neurología, esta área emergente tiene el potencial de redefinir el diagnóstico y el tratamiento médico en las próximas décadas.
Aunque los retos son significativos, los beneficios prometen ser transformadores, llevando a la medicina a un futuro donde las soluciones terapéuticas se diseñen con precisión para cada individuo.