En Estados Unidos, la tradición de las galletas de hombre de jengibre se ha convertido en un ícono inconfundible de la Navidad. Las familias se reúnen para hornear y decorar estos pequeños muñecos de especias, que no solo llenan de sabor la casa, sino que también aportan una dosisuvo de diversión y creatividad a las festividades. Esta tradición, que desde su origen está profundamente ligada a la cultura anglosajona, ha logrado cruzar fronteras y, aunque de manera más reciente, ha encontrado su lugar en hogares de diversos países, incluidos algunos en Argentina.
Aunque no es una costumbre navideña autóctona en Argentina, muchas familias argentinas han adoptado con entusiasmo esta tradición importada de Estados Unidos, especialmente en ciudades con una fuerte influencia cultural global. En algunas casas, el hombre de jengibre se ha sumado a las mesas navideñas, ya sea como un dulce festivo, como parte de las decoraciones o incluso en la forma de casitas de jengibre, que se han convertido en un reto tanto culinario como artístico para grandes y chicos. Esta fusión cultural no solo refleja el creciente intercambio de costumbres, sino también el deseo de compartir un momento especial en familia, rodeado de los sabores y aromas que definen la Navidad.
El origen histórico: una tradición de la corte inglesa
La historia del hombre de jengibre comienza en la corte de la reina Isabel I de Inglaterra en el siglo XVI. Como explica Tony Cooper en su artículo sobre la historia de las galletas de jengibre, la reina mandaba a hacer figuras de pan de jengibre con la forma de sus cortesanos para regalarlas como obsequios.
Este curioso gesto, que combinaba la alta cocina con la política, estaba destinado a impresionar a sus invitados y celebraba la llegada de nuevos ingredientes provenientes del “Nuevo Mundo”, como el jengibre. Es aquí donde nació la tradición de regalar estas galletas en forma de hombrecitos, que con el tiempo se popularizaron por toda Europa.
Según Sofía Vargas, este tipo de obsequio también reflejaba los lazos afectivos y románticos, ya que las galletas de jengibre se utilizaban en ocasiones para simbolizar el amor. En la Edad Media, por ejemplo, era común que las parejas regalaran galletas en forma de su ser amado, decoradas con glaseado y, en ocasiones, con pan de oro.
Un viaje desde Europa hacia el mundo entero
Aunque el origen del pan de jengibre se encuentra en la corte de Isabel I, la tradición se expandió rápidamente. Según Vargas, el pan de jengibre se popularizó a lo largo de Europa gracias a eventos como el mercado de Toruń, en Polonia, donde se vendían famosas galletas con especias.
A medida que la receta se difundió, se convirtió en un símbolo de festividades y ocasiones especiales. De hecho, muchos países europeos, como Alemania y los Países Bajos, adoptaron sus propias versiones de la galleta, adaptándola a sus costumbres locales.
La reaparición en la cultura popular
Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX cuando los hombres de jengibre volvieron a ser parte central de las festividades navideñas. Luego de un largo período de olvido, esta tradición renació con la publicación de la famosa historia de San Nicolás en 1875. Como menciona Vargas, la leyenda de un hombre de jengibre que cobraba vida y huía de quienes intentaban comérselo, aunque con un final macabro en algunas versiones, revivió el interés por estas galletas.
A partir de ahí, se extendieron por todo el norte de Europa y luego al resto del mundo, donde se comenzaron a hacer no solo como un dulce de Navidad, sino también como decoraciones y casas de jengibre en las fiestas de fin de año.
La tradición en la actualidad
Hoy, las galletas de hombre de jengibre se han convertido en un emblema de la Navidad, pero también se adaptan a otras festividades, como Halloween y Pascua, con formas y decoraciones distintas, de acuerdo con cada ocasión. Según Cooper, la versatilidad de la receta ha llevado a la creación de versiones sin huevo o manteca, ideales para quienes siguen dietas veganas. Además, las famosas casas de jengibre, construidas con detalles comestibles y decoradas de manera intrincada, se han convertido en un desafío artístico para muchas familias durante la Navidad.