Si alguna vez has pensado que ciertas relaciones parecen sacadas de un guion de una telenovela de ambición y poder, es posible que hayas presenciado un fenómeno conocido como “entronizar” (del inglés throning). Esta nueva tendencia en el mundo de las citas, que ha ganado popularidad en redes sociales y aplicaciones de encuentros, se basa en elegir a una pareja no por amor, sino por los beneficios sociales que puede aportar.
Aunque el concepto puede sonar como una versión moderna del “gold-digging” (buscar parejas por su riqueza), el “entronizamiento” lleva el enfoque a otro nivel: no se trata solo de dinero, sino de influencia, conexiones y estatus.
Desde estrellas mediáticas como Kim Kardashian y Kanye West hasta usuarios comunes en busca de popularidad en redes, esta tendencia está redefiniendo el significado de las relaciones románticas en el siglo XXI.
¿Qué hay detrás de esta estrategia de ascenso social disfrazada de romance? Expertos en relaciones y psicólogos sociales advierten sobre sus posibles consecuencias, tanto para quienes lo practican como para quienes son utilizados como trampolín social.
¿Qué significa “entronizar” en el amor?
El “entronizamiento” consiste en salir con alguien para mejorar la propia posición social. Según explicó a Vice, el especialista en relaciones Sidhharrth S. Kumaar, se trata de “salir con alguien que, por asociación, aumenta tu reputación y ego”. Este tipo de relaciones, señala, se basa más en el intercambio de poder y la validación social que en el amor genuino.
En palabras de la experta en relaciones Kalpana Singh al mismo medio, las motivaciones detrás del “entronizamiento” suelen incluir “la búsqueda de validación social, el acceso a círculos exclusivos, un aumento de la autoestima y mayor influencia en redes sociales”. Singh advierte que estas relaciones suelen carecer de los elementos básicos de un vínculo amoroso auténtico, como intereses compartidos, afecto e intimidad.
El lado oscuro de una relación basada en el estatus
El problema del “entronizamiento” radica en su falta de profundidad emocional. Según Singh, estas relaciones están “destinadas a fracasar porque priorizan la influencia sobre la conexión genuina”. La falta de interés auténtico puede llevar a decepciones inevitables cuando el “trono” se desmorona y las fallas humanas se hacen evidentes.
De hecho, el “entronizamiento” se parece a otros comportamientos sociales como el “gold-digging”, pero con un enfoque más moderno: la búsqueda de prestigio y fama. Sin embargo, expertos advierten que la influencia ganada puede no ser suficiente para mantener la relación una vez que se desvanece la ilusión inicial.
¿Por qué está creciendo esta tendencia?
La cultura de la imagen y las redes sociales desempeñan un papel fundamental en la popularización del “entronizamiento”. Según un estudio realizado por la aplicación de citas Plenty of Fish, casi el 30% de los usuarios buscan parejas “un 25% más deseables que ellos mismos”. Esta búsqueda de estatus se ve reforzada por los estándares irreales promovidos por influencers y celebridades.
La psicóloga y coach de relaciones Angelika Koch explica que muchas mujeres jóvenes buscan parejas que les permitan “subir de nivel” socialmente. “Ya no sueñan con una vida tradicional en los suburbios; quieren lujo, viajes y fiestas glamorosas”, comenta Koch. Esto ha llevado a que la estrategia de “entronizar” se convierta en una herramienta para alcanzar esos objetivos.
¿Funciona realmente?
Si bien muchos especialistas advierten sobre los peligros emocionales del “entronizamiento”, algunos también reconocen su eficacia para lograr un ascenso social. “En el largo plazo, puede funcionar, siempre que se trate a los demás con respeto y honestidad”, señala Ksenia Droben, directora de la agencia de emparejamiento Droben Matchmaking.
Droben menciona casos en los que personas que comenzaron siendo “la pareja de alguien” terminaron convirtiéndose en celebridades por derecho propio. Sin embargo, subraya que el éxito depende de cómo se maneje la relación: “Nadie quiere ser utilizado solo por su dinero o influencia”, concluye.
El “entronizamiento” es, en última instancia, un reflejo de una sociedad impulsada por el estatus y la apariencia. Aunque puede ofrecer beneficios temporales, sus riesgos emocionales y morales dejan un interrogante: ¿vale la pena construir una relación sobre un pedestal que puede derrumbarse en cualquier momento?